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El cine como identidad

El director Marc Webb afirma que crear cine es la manera en que explora el mundo y a la gente que tiene a su alrededor. Ahora con La amante de mi padre también habla sobre la honestidad con uno mismo
23 de Octubre 2017
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Marc Webb (1974) es un cineasta que no sólo se ha dedicado a filmar películas exitosas. También ha hecho videos para grupos como Green Day, My Chemical Romance e incluso Avril Lavigne. Su debut en el cine se dio con 500 días con ella (2009), comedia romántica poco convencional protagonizada por Zoey Deschanel y Joseph Gordon-Levitt. Además de tener en su filmografía la segunda serie de películas sobre Spider-Man (El sorprendente hombre araña, de 2012, y su continuación de 2014, protagonizadas por Andrew Garfield), también tiene cintas como Un don excepcional (2017) y ahora, The Only Living Boy in New York.

Esta película, que acaba de estrenar en México bajo el título de La amante de mi padre (el cual explicita parte de su sorpresa argumental), es una historia que parte de la amistad y cercanía de dos personajes aparentemente disímbolos: el veinteañero Thomas Webb (Callum Turner) y el sexagenario W. F. Gerald (Jeff Bridges).

“La idea de esta relación de amistad y de cercanía entre estas dos personas, que no era un romance, me parecía magnífica –dice Webb vía telefónica–. Era la idea de algo deseado para un chico de 23 años: que alguien pudiera ayudarle a romper con este mundo que se le abría, como una especie de mentoría. Y esto me pareció dulce. La otra parte es una ironía que sólo se percibe cuando ves la película. La historia es un acto de amor, un acto de amistad entre dos personas, aunque se vuelve cruel, elusivo, incluso parte una mentira. Pero al final tiene que ver con un acto de purificación. Y en cuanto a la relación con el padre retrato un poco la relación que todos tenemos con nuestros propios padres: alienada y condescendiente al mismo tiempo. Y quizá ese sea el curso natural de las cosas y quizá sea inevitable. La gente ha escrito al respecto durante siglos, pero creo que el final es la historia de un chico que se tiene que ganar a su padre. Y eso me parece interesante”.

A Webb le interesan, más que las historias románticas, las ideas románticas sobre el amor. Y juntarlas con las ideas simples al respecto, sostiene, las vuelven complejas y cercanas a la realidad. La amante de mi padre sigue a Callum, quien dice estar enamorado de Mimi (Kiersey Clemons). Él es un recién graduado que aún no sabe qué hacer con su vida. Ha decidido irse a vivir solo y en el edificio donde vive conoce a W. F., con quien inicia una amistad. Un día descubre por casualidad que su padre, Ethan (Pierce Brosnan), tiene un amorío con Johana (Kate Beckinsale), a quien finalmente sigue y llega a concerla.

Todos los personajes, dice Marc, intentan ser buenos, “incluso si son crueles uno con otro. La crueldad no es un síntoma de malas personas. Si las personas tratan de ser amables entre ellas, tratan de entenderse, y de ser personas felices. Y eso mismo hace que se conflictúen. La gran ironía de la película es que parte de una amistad y todo eso desata los conflictos. W. S. y Thomas tratan de ser amigables, de quererse, pero lo que emerge de eso es, irónicamente, el conflicto, la presión y las mentiras. Las mentiras suelen ser un comportamiento común de la gente que nos rodea. Y entonces todo se vuelve más complicado de lo que es. Aunque el punto central de la película es que se trata de una meditación sobre tratar de ser honesto contigo mismo y con la gente que te rodea”.

Como lo evidencia el título original de la película, Nueva York es algo más que una locación. Es también un personaje. Pero no es un Nueva York realista. “Nueva York, para Estados Unidos, y probablemente para todo el mundo, es un lugar místico. El Nueva York que retrato es el que imaginé antes de que yo viniera por primera vez, mi idea idílica de esta ciudad de cuando era niño y vivía en el campo. Es una fantasía, una fábula, una idea romántica de esta ciudad porque la situación en la historia era un poco elevada y no quería crear un Nueva York mezquino y ambicioso, sino como una burbuja. Me gusta jugar con la idea de crear un Nueva York de ensueño personal, una fantasía”.

Una ciudad que se reinventa constantemente, dice Webb, ceñida a lo que califica como un melodrama divertido y juguetón con una idea romántica de Nueva York. Y no considera que Thomas sea un reflejo de la juventud contemporánea. Más bien lo siente una condición humana inherente.

Para Marc, filmar es una especie de templo. “Cuando estaba creciendo, era muy religioso y realmente estaba interesado en la iglesia, pero también iba mucho al cine, en especial los domingos, y era una especie de ritual cuando yo era niño, realmente celebratorio. Era muy significativo. Y creo que pasé más tiempo viendo películas que escuchando sermones, y adquirí más sabiduría de eso. Así que simplemente no pude evitar hacerlo”.

—¿Qué te motiva a seguir haciéndolo?

—Alguna vez en la vida leíste algo o tuviste la sensación de algo. Y tengo la suerte de haberlo hecho. Siempre me ha dado miedo que me saquen a patadas del club, siempre hay quienes lo pueden hacer mejor que yo, pero siempre hay un impulso. Toda experiencia que tengo en mi vida me lleva a preguntarme cómo se vería esto en una película. Así funciona mi cerebro porque era lo más significativo para mí cuando crecía. Es parte de mi ser, no sé de qué otra forma hacerlo. Traté de tomarme un descanso después de Spider Man, traté de vacacionar, pero no pude.

Marc Webb dice que crear cine es la forma como explora el mundo y a la gente que lo rodea. “Además, es una red social, colaboro con la gente, con mis amigos, e interactúo con todos. Es identidad”.    

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