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Kool ja: una alternativa a la escasez de agua

Este joven, matemático de la UNAM, ha creado un sistema de recolección pluvial simple, accesible y sustentable para que los agricultores del sureste mexicano cubran sus necesidades de riego
15 de Julio 2018
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POR ROGER VELA

Un día cualquiera te levantas apresurado porque ya es tarde para ir a tu trabajo. Te metes a bañar y no sale agua de la regadera. Enojado, sales semidesnudo rumbo a la cocina, pero tampoco sale agua del fregadero. No tienes cisterna. Terminas bañándote con el agua fría del garrafón. ¿Te ha pasado eso alguna vez? Si eres habitante de la Ciudad de México, seguramente sí. La falta de agua arruinó tu día.

Ahora imagina qué pasa con los agricultores que no tienen agua en sus cultivos y dependen de ellos no sólo para sus ingresos económicos, sino para sobrevivir, ya que muchos siembran y cosechan con miras al autoconsumo. Ese problema, que afecta directamente a los productores y a nosotros los consumidores, llevó a Pablo González Moctezuma, matemático por la UNAM, a buscar una solución.

Se dio cuenta de que uno de los principales problemas de los campesinos era la captación de agua para sus milpas. Por ello, en 2015 creó Kool ja, una especie de pileta donde se almacena agua de lluvia que después, mediante una manguera, se usará en los cultivos. El proyecto arrancó en la península de Yucatán, especialmente en el municipio de Felipe Carrillo Puerto. Ahí, dos productores decidieron probar durante año y medio el prototipo.

El Kool ja, cuenta Pablo, no es más que una pequeña cisterna de cinco metros de diámetro por 1.4 metros de altura, muy fácil de transportar, rodeada por un techo de láminas que drena el agua de lluvia hacia la cisterna, cubierta por una malla que sirve como filtro para que no entren hojas o insectos.

El mecanismo se coloca en la parte alta de la milpa con el propósito de que el agua baje hasta el sembradío. La razón: el suelo yucateco sólo tiene unos 30 centímetros de profundidad, abajo de eso todo es piedra, por ello, es casi imposible perforar un pozo –se necesitaría romper, quizá con dinamita, 18 metros de piedra, lo que generaría bastantes daños al entorno ambiental.

Pese a que es un mecanismo bastante rústico, el Kool ja resulta eficiente: tiene capacidad para 30 000 litros de agua y se puede cargar con facilidad, a diferencia de las cisternas comerciales cuya capacidad es de 10 000 litros y son muy pesadas.

Después de 18 meses de trabajar con el Kool ja –significa en maya ‘agua de la milpa’– la dinámica productiva cambió significativamente para los productores debido a que por fin contaban con agua en sus parcelas: pasaron del desabasto del líquido a tener 30 000 litros. Y aunque regar una hectárea de cualquier cultivo requiere unos 200 000 litros de agua, el prototipo les ha ayudado bastante en sus milpas de calabaza, maíz, frijol y hortalizas.

Sin embargo, no sólo los agricultores se han interesado en el proyecto, también los apicultores buscaron el prototipo debido a los problemas que tienen para abastecer de agua a las abejas, y para el uso durante el ciclo productivo en la recolección de la miel.

ENFRENTAR LA REALIDAD

De acuerdo con la Organización de la Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), a finales del siglo pasado, la agricultura empleaba el 70 por ciento del agua que se utilizaba en el mundo, y estima que durante el año 2030, ese sector use cerca del 85 por ciento. No obstante, advierte la organización, la escasez de agua será cada vez mayor en algunos lugares, y en algunas regiones limitará la producción local de alimentos.

Por ello, la FAO recomienda emplear “sistemas baratos y en pequeña escala de recolección del agua, de riego y drenaje para las pequeñas comunidades rurales, las cuales es posible que cuenten únicamente con medios manuales y de tracción animal”. Es precisamente lo que está haciendo Pablo con Kool ja.

—¿El mecanismo de captación de agua es amigable con la naturaleza?

—Totalmente. Se han sustituido materiales con recursos que la selva nos provee. Un ejemplo es cambiar el tubo galvanizado, que de por sí es carísimo, por maderas de ciertos árboles que funcionan de manera similar. Nuestro producto evoluciona a partir de escuchar a los productores, ellos nos recomiendan qué tipo de instrumentos podemos utilizar para no afectar el ecosistema. Por esa razón, el Kool ja sigue perfeccionándose.

También, junto con la cisterna, se van a colocar bebederos para la fauna silvestre del lugar, porque muchos animales mueren de sed, o por buscar agua se ven obligados a salir a los pueblos y pueden ser atropellados. Los Kool ja conforman un proyecto para aprovechar los recursos ambientales que fomenta y promueve el cuidado del ecosistema.

—¿Cuántos han implementado?

—Hasta el momento son 12. Dos ya trabajando y 10 completando el proceso de instalación que serán usados en esta temporada de lluvias. Nuestra idea es expandirnos al oriente de la península de Yucatán.

El desarrollo del proyecto provocó que Pablo, quien también cuenta con una maestría en Gestión del Desarrollo Rural por la Universidad de Chapingo, fuera contratado por el International Renewable Resources Institute (IRRI), una organización que promueve iniciativas que produzcan bienes y servicios sustentables para ayudar a reducir la dependencia humana de los combustibles fósiles.

Pablo actualmente coordina las labores de IRRI en la península y, desde la organización, busca apoyar a las comunidades rurales y de bajos ingresos con la finalidad de mejorar su calidad de vida mediante la generación, el desarrollo y la conservación de los recursos locales.

—¿Qué fallas tiene el proyecto?

—Varias. Una de ellas es que aún tardamos mucho en producir los Kool ja, aproximadamente ocho meses. Tampoco tenemos muchos socios locales que nos hagan llegar el producto de manera inmediata a las comunidades. Es decir, no tenemos mucha capacidad operativa para su fabricación e instalación.

—¿Cómo visualizas el proyecto a largo plazo?

—Creo que resolviendo algunos de sus problemas podemos crear sistemas integrales en el manejo del agua en varias comunidades. Aspiramos a tener más contacto con los productores con el fin de ayudarlos a resolver su gestión del agua tanto en el sector agropecuario como en los hogares. Sería genial que a mediano o largo plazo nuestros producto se pudiera vender en las ferreterías o tiendas especializadas para que más gente tuviera acceso al aprovechamiento de los recursos que nos brinda el medio ambiente.

Para nadie es un secreto que en los próximos años la escasez de agua será uno de los mayores problemas a nivel mundial, quizá proyectos como el de Pablo, que funciona en sintonía con las comunidades y el medio ambiente, sean la respuesta a la crisis líquida que se avecina.

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