Periodismo imprescindible Viernes 19 de Abril 2024

TLCAN y Mundial: se juegan en canchas diferentes

Canadá, Estados Unidos y México organizarán el Mundial de 2026; sin embargo, los motivos que mueven a esta sede son más convenientes para los estadounidenses que para sus vecinos, quienes sólo tendrán un rol de invitados
08 de Julio 2018
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En medio de la peor crisis diplomática de los últimos años entre México y Estados Unidos, y en plenas negociaciones para modificar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), estos dos países, junto con Canadá, obtuvieron hace unos días la sede de la Copa del Mundo de 2026.

El futbol no es muy popular en Estados Unidos (al menos el varonil), pero los estadounidenses saben que es un negocio que atrae a grandes audiencias, por lo que desean participar en él y desde hace un par de décadas han buscado tener un papel  relevante en el único deporte que tiene un reloj que avanza en vez de retroceder.

Así que, para lograrlo, Estados Unidos fue capaz de dejar atrás todas las diferencias con su vecinos, lo cual pudo lograr porque, en realidad, el futbol se juega en una cancha aparte.

Aquí haremos un recorrido por el trasfondo económico que tiene para Estados Unidos la obtención de este Mundial, y que nada o muy poco tiene que ver con temas bilaterales como la migración o el intercambio comercial porque, al final, sólo es futbol.

EL FIFA GATE

El 27 de mayo de 2015, en un hotel de Zúrich, Suiza, donde se celebraría una importante reunión de la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA), la policía detuvo a varios de los dirigentes más importantes de ese que es el máximo órgano rector del futbol mundial.

Fue la primera acción de una orden expedida por la Fiscalía de Nueva York, producto de una ardua investigación iniciada años atrás por Estados Unidos, y que concluyó que altos mandos de la FIFA habrían recibido sobornos con el propósito de favorecer a tres empresas con el fin de que estas les cediera los derechos de transmisión de la Copa América y la Copa Libertadores, los dos torneos más importantes del futbol de Sudamérica.

Asimismo, surgieron indicios del pago de sobornos a miembros de la FIFA para la designación de Rusia y Qatar como sedes de los Mundiales de 2018 y 2022, respectivamente. Como especulaban ese dinero habría pasado por cuentas de bancos estadounidenses con la finalidad de que fuera lavado, sería considerado un delito federal en ese país.

Aunque no fue de la mejor manera, Estados Unidos por fin pudo tener un “contacto” importante con la dirigencia del futbol mundial.

EL SOCCER

En la única película que hay de Los Simpson, a Homero le solicitan que diga verdades obvias con el objetivo de que tenga una epifanía, y una de las frases que menciona es “Estados Unidos nunca jugará soccer”.

Y es que, para esta nación, destacar en el futbol (o soccer, como le dicen ellos) ha sido un sueño acariciado durante varias décadas. Si bien tiene la estructura deportiva más vasta del planeta, especialmente en lo que toca a eventos de grandes audiencias –como el beisbol, basquetbol y futbol americano–, el futbol, por alguna razón, no ha acabado de pegar en el gusto de sus aficionados.

Ya en los años 70 se hicieron esfuerzos con la finalidad de popularizar este juego, lo cual no se logró. En 1994, Estados Unidos organizó una exitosa Copa del Mundo, que aprovechó para lanzar, desde 1989, un ambicioso proyecto de futbol con el propósito de convertirse en campeón del mundo en 2010.

Finalmente, no logró su objetivo, pero sí consolidó una liga local de futbol, la MLS, la cual, pese a que tardó en cuajar, hoy cuenta con equipos que ya le compiten a sus similares del área (en especial, de México) y que cuenta con figuras internacionales de la talla del sueco Zlatan Ibrahimovic, el italiano Sebastián Giovinco, el español David Villa o los mexicanos Carlos Vela y Giovani dos Santos. Esto representa la primera etapa de la construcción de una base de fans del soccer que poco a poco va despertando.

MERCADO DE MILLONES

Hoy, de acuerdo con el sitio especializado Transfermarkt, la MLS vale unos 537 millones de dólares, todavía por debajo de la liga mexicana (Liga MX), cuyo valor es de más de 720 millones de dólares (muy detrás de otras, como la española, que vale unos 465 000 millones).

Estas cantidades explican en parte por qué el futbol local no es del todo atractivo para Estados Unidos, ya que si se compara con, por ejemplo, el valor de solamente un equipo de futbol americano de la NFL, como los Vaqueros de Dallas, se descubre que vale casi 8 veces más que toda la liga del soccer estadounidense: 4 200 millones de dólares, de acuerdo con el ranking de Forbes de 2017.

Y esas grandes diferencias siguen cuando se compara con el beisbol de las Grandes Ligas, donde los Yankees de Nueva York alcanzan un valor de 3 700 millones de dólares.

Sin embargo, los lugares tres, cuatro y cinco de ese ranking son ocupados por clubes europeos de futbol: Manchester United, de Inglaterra, que vale 3 690 millones de dólares; el Barcelona, de España, que vale 3 640 millones, y le sigue otro equipo español, el Real Madrid, que cuesta 3 560 millones.

Es decir, el futbol es un buen negocio, y los estadounidenses saben que puede mejorar, especialmente si se analiza el dato de que más de 40 % de las personas mayores de 16 años en los principales centros de población de todo el mundo se consideran interesadas en seguir el futbol, más que a cualquier otro deporte del planeta, de acuerdo con Nielsen, una agencia de investigación de audiencias.

Como ellos no pueden tener un equipo con el valor de, por ejemplo, el Manchester United en su liga (al menos por ahora), prefieren irse por el futbol global, y ya hasta se ha hablado de organizar una final de la Champions League (el torneo de clubes más importante de Europa) en tierras estadounidenses. De hecho, la última edición de la Copa América ya se jugó en Estados Unidos.

En el primer empujón que Estados Unidos le dio al soccer, se marcó como primer objetivo ganarle al “gigante” de su zona (la Concacaf) y aprender lo más que pudiera de él. Se trataba de México.

Durante décadas, la selección de México mantenía cierta hegemonía con su similar estadounidense; pero en los años 90, esa diferencia se redujo y los encuentros entre ambos equipos pasaron de ser juegos sin interés alguno a convertirse en una gran rivalidad cuyo momento máximo se vivió en el Mundial de Corea-Japón 2002, cuando Estados Unidos eliminó al Tri en los octavos de final, y que representó una de las derrotas más humillantes en la historia del equipo mexicano.

Con el tiempo, Estados Unidos cayó en un bache a nivel selección que derivó en que hoy no participe en la Copa del Mundo de Rusia, y que Panamá haya ocupado el lugar que le hubiera correspondido.

Así que, en la cancha, el futbol estadounidense está en tiempo de descanso, sin embargo, en lo referente al negocio (o pantalón largo, como le dicen en el ambiente futbolero) ha estado más activo que nunca.

LOS SUPERAMIGOS

Desde 2007, Estados Unidos ya quería organizar otro Mundial, quizá el de 2018 o 2022, pero las sedes de esas ediciones fueron otorgadas a Rusia y Qatar, respectivamente, lo cual no le gustó mucho a los estadounidenses (especialmente la de Rusia), y fue ahí donde empezó a gestarse un plan que, al final, resultaría infalible: una candidatura conjunta.

Estados Unidos siguió insistiendo y se volvió a proponer como sede para 2026. No obstante, Canadá también estaba buscando la sede del Mundial, ya que ese país está reorganizando su futbol (el deporte más popular en esa nación es el hockey), y en 2019 estrenará una nueva liga, la Canadian Premier League.

En abril de 2012, Canadá anunció que competiría con el objetivo de organizar el Mundial de 2026; lo confirmó en 2013 y 2014 en diferentes foros. Ellos solamente han asistido a una Copa del Mundo –la de México 1986–, pero han organizado torneos de Sub-16, Sub-19 y Sub-20, además de un Mundial Femenil en 2015, por lo que no son desconocidos para la FIFA.

Y el país de Concacaf que sí tiene “amplia” experiencia en la organización de Copas del Mundo es México, ya que ha recibido las ediciones de 1970 y 1986. En 2009, anunció su intención de organizar el Mundial de 2018 o 2022 (antes, ya lo había intentado con el fin de conmemorar en 2010 el Bicentenario de la Independencia, aunque no prosperó la tardía propuesta) y desistió de la candidatura más tarde por las condiciones económicas del país, además de que la FIFA vio inconsistente su propuesta.

Sin embargo, en marzo de 2016, México volvió publicar una solicitud cuya meta era organizar el Mundial de 2026. Desde entonces ya se hablaba de una posible candidatura única junto con Estados Unidos porque, en 2013, también sonó una propuesta conjunta entre San Diego y Tijuana para organizar los Juegos Olímpicos, la cual no prosperó.

Todo esto se dio en medio de un contexto en el que las relaciones entre México y Estados Unidos llevaban varios años de cordialidad y fluido intercambio económico, pero todo cambió en enero de 2017, cuando llegó un nuevo presidente a la Casa Blanca: Donald Trump.

EL FIN DE LA LUNA DE MIEL

Después de una cerrada contienda con Hillary Clinton, Donald Trump logró lo que pocos esperaban: convertirse en presidente de Estados Unidos.

Desde su campaña, el millonario enfrentó a México con amenazas, como construir un muro en la frontera o renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y desde sus primeros días de gobierno se dedicó a impulsar esos temas.

Parece que la relación cordial con los vecinos no se le da a Trump, ya que también ha arremetido contra Canadá, por ejemplo, calificando a su presidente vía Twitter (su medio favorito de comunicación), Justin Trudeau, como “manso” o “débil”.

Trump también ha impuesto nuevos aranceles a sus productos, que perjudican a México y Canadá, además comenzó una renegociación del TLCAN, el cual estaba vigente desde el 1 de enero de 1994.

La amenaza constante de Trump ha sido echar por tierra el TLCAN, lo cual perjudicaría a Canadá y, especialmente, a México, debido a que sus economías dependen en gran medida de ese intercambio comercial con Estados Unidos.

Si bien México tiene unos 46 convenios comerciales con otros países, el intercambio con Estados Unidos es el más grande de todos. Por ejemplo, las exportaciones hacia aquel país crecieron de 44 474 millones de dólares en 1993 a 313 000 millones de dólares en 2016, es decir, siete veces más. Del lado de Estados Unidos, unos 40 estados dependen en gran medida del comercio con México.

Asimismo, Canadá y Estados Unidos son los mercados de exportación más relevantes para prácticamente todas las industrias estratégicas mexicanas.

Aunque ha habido avances en las negociaciones, hay temas en los que se han atorado, como la eliminación de los aranceles; esto ha alargado y, según algunos analistas, hasta puesto en peligro, la renovación del TLCAN.

Pero mientras los tres países están en una especie de callejón sin salida redefiniendo las reglas de su intercambio comercial y resistiendo la intransigencia de Trump, que a veces llega a niveles de cualquier bully de escuela, hay un tema que los ha mantenido unidos: el futbol.

UNITED 2026

Estados Unidos vio grandes posibilidades de que se le otorgara la sede si se unía con México y Canadá, con quienes se pudo asociar sin grandes negociaciones.

Al final, México tiene los contactos internacionales en el futbol que necesitaba Estados Unidos, además de la televisión y otras ventajas, mientras que Canadá quiere jugar un papel más relevante en este deporte. Era la mezcla perfecta.

Así, en febrero pasado, en el Estadio Azteca, se consolidó la alianza entre los tres países que presentaron oficialmente su candidatura en abril, sin tener más competencia que la propuesta de Marruecos, país que buscaba la sede por tercera vez.

La campaña de la triple candidatura fue abrazada por el mismo Donald Trump, quien la vio con buenos ojos y le dedicó varios tuits, como uno que sonaba más amenazante que proselitista: “Estados Unidos ha presentado una apuesta fuerte con Canadá y México para la Copa del Mundo de 2026. Sería una pena que países a los que siempre hemos apoyado tomaran acción en contra de la apuesta de EU. ¿Por qué deberíamos estar apoyando a estos países cuando ellos no nos apoyan (incluyendo a las Naciones Unidas)?”.

Además, Trump ofreció garantías en temas de visas y migración para quienes visiten Estados Unidos durante el certamen, lo cual revela sus profundas intenciones por tener la Copa del Mundo en su territorio.

No obstante, la mayor fortaleza de Canadá, Estados Unidos y México (o United 2026) era precisamente una de las ventajas que ha ayudado a construir el TLCAN: la infraestructura. Así, los tres países no deberían gastar en construir estadios, aeropuertos u hoteles, porque ya cuentan con ellos, y solamente necesitarían algunas remodelaciones y poca infraestructura pública, como vialidades. En conexiones aéreas tampoco tienen problemas pues las distancias resultan, en algunos casos, más cortas que en otras sedes recientes, como Brasil o Rusia.

Ese era un punto importante, porque organizar el Mundial para Brasil y para Rusia representó un gasto superior a los 44 800 millones de dólares, mientras que se estima que United 2026 costará máximo unos 1 500 millones de dólares en total.

Recientemente los eventos deportivos internacionales, como los Mundiales y los Juegos Olímpicos, han alcanzado costos muy altos para los países organizadores, por lo que esta oferta era difícil de rechazar para la FIFA, que está en plena reorganización y que, ciertamente, todavía le tiene cierto temor a Estados Unidos.

Y es que una Copa del Mundo es un gran negocio. La consultora The Boston Consulting Group calculó que United 2026 dejaría a los organizadores una derrama de 5 000 millones de dólares en total, de los cuales, unos 500 millones serían para México.

¿MIGAJAS?

En 1983, cuando Colombia renunció a la organización de la Copa de Mundo, Brasil, México, Estados Unidos y Canadá presentaron su candidatura. Finalmente, el seleccionado fue México, quien apenas 13 años atrás había celebrado su primer Mundial.

El 13 de junio de 2018, en Rusia, México se convirtió en el primer país que organizará tres veces la Copa del Mundo, ahora de manera conjunta con Estados Unidos y Canadá, al obtener 134 votos a favor, superando así los 65 votos que obtuvo su único oponente, Marruecos.

El Mundial de México 70 se jugó con 16 selecciones, el de México 86 con 24 y el de 2026 será el primero en el que participen 48 equipos, es decir, 16 más que en Rusia 2018. Es por eso que la capacidad instalada es importante para las futuras sedes, cosa que en América del Norte no es gran problema.

Una de las mayores críticas que ha sufrido esta sede conjunta de parte de los aficionados y analistas mexicanos es que en Estados Unidos se jugarán 60 partidos, entre ellos toda la etapa final, mientras que en México y Canadá sólo tendrán 10 encuentros cada uno.

Así, en el Estadio Azteca de la Ciudad de México se jugarían 4 partidos –incluyendo el inaugural–, 3 más en el BBVA Bancomer de Monterrey y otros 3 en el Akron de Guadalajara.

Es decir, Estados Unidos llevará la batuta del evento; México y Canadá serán partícipes simbólicos durante las dos primeras semanas del campeonato. Algo similar a lo que Donald Trump quiere hacer con el TLCAN.

COMO UN McDONALD’S

Estados Unidos quiere tener un papel más protagónico en la FIFA porque sabe el impacto mundial que tiene el futbol, aunque no sea su deporte más fuerte, mientras que para México y Canadá, la Copa de Mundo conjunta no será un evento prioritario, opina Armando Azúa, académico del departamento de Historia de la Universidad Iberoamericana.

“Hasta hace unos 10 años se podía llegar a pensar en la creación de una identidad norteamericana, pero no hoy en día; de hecho, inclusive en Europa ya se están cuestionando la identidad europea”, describe el experto en Relaciones Internacionales.

En ese contexto, temas como el TLCAN quedan muy separados del Mundial, ya que es un evento manejado por la iniciativa privada y controlado por la FIFA, aunque con el aval de los respectivos gobiernos que, en este caso, tendrían poca participación.

Asimismo, Azúa apunta que ahí se podría definir el futuro del formato de las próximas Copas del Mundo. “Con la participación de tantos países, es muy probable que la organización de los futuros Mundiales se haga de manera conjunta porque, por ejemplo, si quieren meter a 48 selecciones en Qatar, simplemente no cabrían”, describe.

Otra cosa que apunta el también historiador es que será una Copa del Mundo sin mucha identidad en México y Canadá.

“En el Mundial de Corea-Japón 2012, prácticamente cada país lo vio como su Mundial, y en la práctica fue como si organizaran dos Copas del Mundo por separado; además, la relación entre esos dos países no es la más buena”, recuerda.

En contraste con la velocidad con la que se gestó todo con la finalidad de presentar una candidatura conjunta para el Mundial, Azúa dice que las negociaciones del TLCAN han sido más lentas de lo esperado y se espera que el resultado sea muy diferente al convenio vigente hasta hoy.

“No creo que salga pronto, y hasta existe la posibilidad de que al final haya tres tratados bilaterales y no sólo de uno, y me parece que todo apunta más hacia ese sentido”, reitera.

Para los aficionados, subraya el internacionalista e historiador, temas como el cruce de fronteras de México a Estados Unidos, e inclusive de Canadá a Estados Unidos, podrían ser una dificultad durante el Mundial, ya que difícilmente se cambiarán las políticas migratorias actuales y, por el contrario, hasta se podrían endurecer.

“Por ejemplo, si a un equipo como Irán le toca jugar en Estados Unidos, seguramente tendrá facilidades para su selección, pero no así para sus aficionados”, indica.

Azúa concluye que el Mundial en poco o en nada provocará cambios políticos o económicos en Estados Unidos, aunque en lo futbolístico se cocina un negocio importante.

“Será como si Estados Unidos tenga la sede de la empresa y le franquiciara a México y Canadá 20 partidos, algo similar a ir a un McDonald’s”, ejemplifica.

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