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Black Panther

Marvel nos presenta una cinta con un discurso incluyente y progresista cuya convicción es demostrar que la representatividad y el orgullo racial importan, e incluso aprovecha la oportunidad para darle un golpe directo al actual presidente de Estados Unidos
18 de Febrero 2018
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Si hay un terreno donde Black Panther destaca es en el de la representatividad. Aunque no es la primera cinta de superhéroes donde el protagonista es un afroamericano [la lista va desde aquel bodrio llamado Steel (1997) con Shaquille O’Neal cual remedo de Superman, hasta Hancock (2008), comedia protagonizada por Will Smith], sí es la primera filmada con la clara convicción de que la representatividad y el orgullo racial importan.

Y también está llena de personajes femeninos fuertes, inteligentes, capaces, todos a la par de sus contrapartes masculinos. De hecho, Black Panther no sería nada sin las mujeres que lo salvan una y otra vez.

El héroe queda en segundo sitio. Lo que a Marvel le importa es demostrar lo incluyentes que son, lo progresista de su discurso, al grado de que incluso aprovechan la ocasión para darle un golpe directo a Donald Trump. Sí, todo eso en una película de superhéroes de Marvel.

La metáfora no deja de ser poderosa. Wakanda, el territorio imaginario donde habita Black Panther, es una nación rica, militarmente importante, tecnológicamente avasalladora, pero ha decidido aislarse bajo la fachada de una nación de tercer mundo y mediante un muro que los hace invisibles al exterior. ¿Es ético aislarse de esa manera o debería Wakanda abrirse al mundo, compartir conocimiento y buscar el bienestar del planeta entero? Cada que Marvel dice Wakanda en realidad quiere decir Estados Unidos, y cuando uno de sus personajes dice “sería estúpido aislarse tras un muro”, ya saben ustedes a qué estúpido se refieren.

El problema es que las buenas intenciones y la evidente corrección política terminan inundando un filme que resulta al final tedioso y aburrido, cosa rara para un estudio que año con año entrega vehículos de entretenimiento más o menos disfrutables, sin embargo, en el caso de Black Panther, tanta seriedad, tanta mística, tanto compromiso por las buenas causas derivan en sopor.

El guion escrito por el director Ryan Coogler (Creed, Fruitvale Station) y Robert Cole (American Crime Story: Versace) se ocupa la mayoría del tiempo de explicar la mecánica y el modo de vida de Wakanda: así se fundó, así funciona políticamente, este es el material –vibranium– en el cual basa su economía, esta es su tecnología, así se nombra al rey… sólo faltó que nos dijeran cuáles eran las recetas más sabrosas de Wakanda y dónde estaban los mejores restaurantes.

Pasado el trámite, viene la trama: un villano ha hurtado parte del codiciado vibranium. El rey T’Challa (Chadwick Boseman) va tras los malos en su nuevo traje de Black Panther, provisto por su hermana genio Shuri (simpática Letitia Wright) –una cruza entre Tony Stark y el Q de Bond–. El pretexto sirve solamente para el despliegue de la gran escena de acción que no es sino lo ya visto en la previa Captain America: Civil War (Russo, 2016): una persecución en auto con un Black Panther que salta entre los techos de los automóviles en movimiento, con la holgura que da un presupuesto elevado. La escena, sin duda, es emocionante, pero Ryan Coogler es incapaz de hacerla memorable.

Visualmente no hay mucho que destacar: tenemos el clásico amasijo de CGI, limpio y bien distribuído, sin embargo no aporta nada nuevo. La cámara de Rachel Morrison (nominada al Oscar, aunque no por esta cinta) es funcional, presume un plano secuencia interesante y algunas escenas de acción filmadas con ahínco pero sin emoción.

Argumentalmente, la cinta es más caótica: luego de una primera media hora de exposición, la película coquetea con ser una cinta Bond para después perderse en digresiones shakesperianas que irremediablemente recuerdan al Rey León (1994) con imágenes sacadas de algún documental de National Geographic; y cierra, como todas las cintas Marvel, en la clásica pelea multitudinaria.

Lleno de buenas intenciones y mucha corrección política, Black Panther cumple más como una declaración de principios que como una película de superhéroes. Su mérito no es cinematográfico, su mérito es que existe, que enarbola las buenas causas y que, en el mejor de los casos, podría ser inspiradora para jóvenes afroamericanos e inmigrantes. Estados Unidos se cierra al mundo, pero al menos queda la ficción como consuelo.

Dirección: Ryan Coogler.
Guion: Ryan Coogler, Joe Robert Cole, basados en personajes creados por Stan Lee y Jack Kirby.
Producción: Kevin Feige. EU, 2018.
Fotografía: Rachel Morrison.
Edición: Debbie Berman.

Música: Ludwig Göransson.
Con: Chadwick Boseman, Michel B. Jordan, Lupita Nyong’o, entre otros.

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