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Descubriendo a Morrissey

Antes de ese monstruo llamado Morrissey, existió el tímido Steven Patrick, y su historia es contada en una biopic que se encuentra entre una cinta de descubrimiento adolescente y un drama urbano-musical
20 de Mayo 2018
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Cuando Morrissey sube al escenario, la gente lo adora como a una deidad. Su show –una mezcla entre rock, britpop, drama y angustia juvenil– no sería tan efectivo sin la personalidad histriónica, intensa, operística de un cantante que no le tiene miedo al escenario y que sufre con intensidad todas y cada una de las letras que interpreta.

Resulta sorprendente pensar que este hombre, que hoy día provoca una auténtica revolución en cualquier escenario donde ponga un pie, haya sido en su adolescencia un chico absolutamente retraído, torpe con las mujeres y aún más con sus compañeros, al grado que su timidez le impedía asociarse con ellos para formar una banda.

Antes de ese monstruo llamado Morrissey existió el tímido Steven Patrick, y su historia es contada en Descubriendo a Morrissey (England is Mine, 2018).

De pelo largo hasta los hombros, lentes y saco oscuro, Steven (Jack Lowden) es un adolescente que todo el tiempo escribe lo que piensa, y lo que piensa no es amable: está convencido de ser especial y de que los demás son unos ineptos. En sus textos no tiene filtro alguno y sus juicios sobre la vida y las personas que lo rodean son demoledores. Steven siente que este mundo no lo merece.

De día, el joven Patrick  trabaja, a regañadientes, en un despacho contable, y en las noches se refugia en esa cueva de libros viejos y acetatos nuevos que es su recámara; además, en su pasividad rebelde, no parece tener respeto por autoridad alguna. Sube a la azotea del edificio donde trabaja a fin de escribir sin interrupciones. Cuando el jefe lo descubre, no le importa la reprimenda: está convencido de que él está destinado a cosas grandes, mientras los demás son poco más que borregos que se venden por un puñado de billetes.

Con un estilo similar a Paterson (Jarmusch, 2016), donde un poeta deambula por su ciudad en busca de inspiración, aquí acompañamos al joven poeta Steven por el Manchester de los años 70, una ciudad donde la cultura es efervescente, la música arde y cada vez hay más lugares para que las bandas locales demuestren de qué están hechas.

Sin embargo, a pesar de esa prolífica escena urbana, lista por si algo grande ocurre (como el movimiento de Manchester que vendría después y del cual Morrissey fue parte importantísima) el joven Steven simplemente no se ubica, al contrario, parecería sentirse enclaustrado por esa ciudad. Así, Steven va por la urbe pecando de arrogancia, deprimido y curándose con las únicas medicinas que le surten efecto: la música de Patti Smith, los libros de Oscar Wilde y los ansiolíticos.

Ópera prima del británico Mark Gill, Descubriendo a Morrissey es una cinta que le habla directo a los fans del cantante, pero que tal vez deje indiferente a aquellos que no conozcan su música. Si bien el director retrata apropiadamente la escena de Manchester (al fin y al cabo, el propio cineasta es oriundo de esa ciudad) no alcanza (o no quiere) retratar al genio en potencia, y se conforma con una cinta sobre un adolescente atribulado (como cualquiera a esa edad), harto de todo, incluso de sí mismo.

A medio terreno entre una cinta de descubrimiento adolescente y una drama urbano-musical, Descubriendo a Morrissey es una biopic que por momentos grita por un director más experimentado, ya que la cinta sólo ofrece un pequeño atisbo del genio de uno de los artistas más influyentes en la historia de la música: Morrissey.

 

Dirección: Mark Gill.

Guion: Mark Gill y William Thacker.

Producción: Baldwin Li, Orian Williams.
UK, 2018.

Fotografía: Nicholas D. Knowland.

Edición: Adam Biskupski.

Con: Jodie Comer, Jack Lowden, entre otros.

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