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El costo de la liberación

En 2016 Amat Escalante recibió el León de Plata a Mejor Director por La región salvaje, una historia fantástica con toques de terror y ciencia ficción que por fin llega al circuito comercial mexicano
01 de Febrero 2018
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Por Javier Pérez

Tres directores mexicanos, y uno que no lo era pero que hacía cine en nuestro país, han ganado el premio a la mejor dirección en el Festival de Cine de Cannes; uno de ellos es Amat Escalante, quien lo obtuvo en 2013 por Heli, tercera película en su filmografía. Sin embargo, ese no ha sido el único premio de dirección que Amat ha obtenido en un festival cinematográfico importante a nivel mundial. En 2016 ganó el del Festival de Venecia por La región salvaje (México-Dinamarca-Alemania-Francia-Noruega-Suiza), película que al fin llegó al circuito comercial mexicano mediante Cinépolis Distribución este 2 de febrero.

Amat, quien escribió el guion junto con Gibrán Portela, decidió crear una película fantástica que se inscribe en los subgéneros del terror y de ciencia ficción. Con una cuidada fotografía del chileno Manuel Alberto Claro (colaborador de Lars von Trier en Melancolía y Ninfomanía), la inspiración de Amat llegó de artículos periodísticos.

Por un lado, dice, fue del llamado caso Lucero, muy sonado en su natal Guanajuato, en el que una chica se defendió con fiereza ante el intento de agresión sexual de un compañero de trabajo; ambos acabaron en el hospital, en el mismo cuarto y ella sentenciada por la juez que llevó el caso. El otro fue el asesinato de un enfermero homosexual, del que una publicación amarillista de la misma ciudad se mofó en su encabezado sin que hubiera el reclamo de nadie. “Eso me decía algo de la sociedad y quise contar cosas alrededor. Esas historias incluso no están en la película, pero de ahí hay una semilla que tiene que ver con la homofobia, la violencia contra la mujer y el machismo”.

No obstante, sentía que a su idea –un triángulo amoroso que se complica y donde la mujer tiene que luchar para ser libre– le hacía falta algo. Después de dos tratamientos del guion, “llegó la idea de tener un elemento fantástico que me abrió las puertas a imaginarme algo mucho más de terror. Eso me inspiró y me entusiasmó para seguir adelante y usar una aproximación diferente en la música, las actuaciones, la atmósfera”.

Hay críticos de cine alrededor del mundo que hablan de referencias al porno tentacular, una variante del anime, en La región salvaje: “No lo había visto en realidad, así que no hay una influencia directa pero tal vez a través de otras influencias. Hay un fotógrafo japonés que se llama (Nobuyoshi) Araki, él siempre me ha gustado mucho y por ahí quizá. Hay una película que se llama Posession, de 1981, de Andrzej Zulawski, que también tiene una criatura que tiene sexo con gente y ahí hay una inspiración”, aunque no deja de mencionar a David Cronenberg o Roman Polanski. Además de que “me imagino la película por donde conozco muy bien, como ese bosque que aparece. También quería filmar en la ciudad de Guanajuato, en los callejones y en el misterio de la oscuridad que hay en sus túneles”.

La historia se centra en el matrimonio en crisis conformado por Alejandra (Ruth Ramos) y Ángel (Jesús Meza), quienes tienen dos hijos pequeños. Sin embargo, él vive una aventura con su cuñado, Fabián (Eden Villavicencio), un enfermero que conoce a Verónica (Simone Bucio), una chica misteriosa que al principio interactua sexualmente con un monstruo.

A lo largo de la trama, Alejandra se transforma y se libera de su situación de sumisión, al menos en teoría, dice Amat. “Todo es un poco contradictorio siempre, porque la liberación, ¿qué costo tuvo?, ¿y qué fue lo necesario para que se liberara? Una cosa que ni siquiera existe en nuestro mundo, entonces eso complica un poco la idea”.

Y es que Amat, a pesar de que considera que ha habido avances, todavía ve lejano el empoderamiento de la mujer en México. “Todas las industrias cerrarían si realmente empezara a haber justicia ante el acoso sexual, el maltrato y la injusticia económica. En México no estamos ni siquiera cerca. Es bonito verlo en las redes sociales, es emocionante, pero no hay que hacernos tontos, estamos muy atrás… Esta idea, esta situación me inspiró antes de que hubiera esta cosa del #MeToo”.

Más que plantear una solución, dice Escalante, su película propone ver el problema. “Y además hay entretenimiento, emoción, género y cine, que es lo que más me interesa, más que los temas sociales y la injusticia. Eso me inspira, pero la forma como me comunico es con el cine, las imágenes, el sonido y la edición. Y si puedo además satisfacer un poco de mi necesidad o anhelo por abordar los temas que me conflictúan y que veo que nos afectan a todos, mejor”.

De hecho, dice que él buscaba encontrar las raíces de las situaciones por las que atraviesan sus personajes, como “por qué Jesús, el esposo, está con una mujer y dos niños cuando en realidad tendría que estar con un hombre y no haber tenido niños, y qué consecuencias tiene eso porque está ligado a la sociedad, a la religión, a todo. Era algo consciente desde que escribía”.

Además, al final, Amat quería hablar de la importancia de los niños. “No que tener hijos sea la salvación, para nada, pero sí lo que puede simbolizar la fuerza que tiene poder crear más humanos cuando se aprecia finalmente. Y eso es parte para mí de la liberación de alguien: la concientización. Liberación no quiere decir olvidar, sino apreciar y envolver lo que uno tiene”.

Según Amat, crear cine representa una infinidad de posibilidades. “Hay tanto y puede ser tantas cosas diferentes que eso inspira, y también da nervio de cuántos caminos puede uno tomar. Me interesa seguir haciendo saltar al público un poco, eso siempre me ha motivado y creo que es válido querer hacerlo. No todas las películas tienen que hacerse para reír, aunque en la mía me gusta la idea de que se rían y siempre trato de poner cosas cómicas. Pero hay lugar para todo”.

Actualmente, sostiene, pese a que suena muy bien que se produzcan 160 películas al año en México, hay un problema: “En la mayoría de ellas el que está decidiendo qué se financia o no ya no son ni productores de cine ni directores, sino empresas y corporaciones. Ellos son los nuevos productores del cine mexicano, y eso va a empezar a afectar la calidad de lo que se está haciendo y la libertad”.    

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