Periodismo imprescindible Jueves 28 de Marzo 2024

Sin Amor

El director Andrey Zvyagintsev entrega en este, su quinto largometraje, un retrato totalmente desgarrador sobre cómo la ausencia de amor, la incapacidad de sentir y la falta absoluta de empatía crean infiernos que destruyen familias, individuos y naciones
15 de Abril 2018
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Rusia, época actual. Un matrimonio en pleno proceso de divorcio mantiene una pelea persistente y descarnada. En medio de la batalla, su pequeño de 12 años, completamente afectado por los gritos, los regaños y la humillación constantes, decide huir de casa. La pelea y el odio ciegan de tal forma a estos “padres” que no se percatan de la ausencia de su hijo sino hasta que pasan tres días, cuando de la escuela los contactan para notificarles las faltas del niño.

Si esto fuera una cinta convencional, la ausencia del infante y la búsqueda desesperada por conocer su paradero provocarían que esta pareja bajara la guardia, suspendiera la guerra y comenzara un proceso de reconciliación. Nada de ello, lo sentimos, esto no es Hollywood, y el realizador Andrey Zvyagintsev dista mucho de ser un hombre complaciente. Así, lo que en otro tipo de películas daría pie a la reflexión y la búsqueda por resolver el conflicto, aquí solo provoca que este infierno se vuelva aún más inhabitable.

Sin amor (Nelyubov) consta de tres cintas en una. La primera, un drama familiar absolutamente aterrador que nos llevará por el implacable abismo de estos seres aborrecibles y desalmados, que en la búsqueda de su hijo incrementan su odio y quedan inmersos en el patetismo que los define.

Ella es Zhenya (Maryana Spivak, una de las grandes actuaciones del año), joven y guapa mujer que es dueña de un salón de belleza. Él es Boris (Aleksey Rozin), un vendedor en un gran corporativo. Alguna vez se amaron, pero hoy le dan una nueva definición a la palabra odio. A él ya le urge divorciarse, ya tiene una nueva novia y está embarazada. Ella lamenta haberse casado con un mediocre y tiene citas con hombres maduros, ricos e interesantes. Ambos son padres ausentes para su hijo, quien para ellos no es una bendición sino una auténtica molestia.

La segunda cinta es la clásica película procesal. Boris y Zhenya van con las autoridades con el propósito de reportar a su hijo como perdido. La burocracia rusa, con todo y todo, se mueve, y comienza el largo proceso de búsqueda. En una escena enigmática, la policía y la pareja entran a un viejo edificio abandonado, a punto de derrumbarse, para ver si su hijo no se ha refugiado ahí. La metáfora no podía ser más exacta, más perfecta. Aquel lugar, construido con el objetivo de albergar vida, hoy es un espacio lúgubre, corroído y sin luz; al igual que el matrimonio de Boris y Zhenya.

Y la tercera, una crítica feroz aunque vedada, al sistema social y político. De acuerdo con Zvyagintsev, la nación Rusa es el reflejo de esta pareja: resquebrajada, emocionalmente árida, triste y patética, hundida en el profundo desamor y la total ausencia de empatía.

Todo en Sin amor está calculado para reforzar este desierto de sentimientos. La efectiva fotografía de Mikhail Krichman retrata una Rusia fría, de colores neutros, en una sociedad que cada vez se parece más a la occidental. Las actuaciones, brutales, de Maryana Spivak y Aleksey Rozin son el pilar que hace de este drama una experiencia dolorosa e impecable. Ella en particular tiene un reto mayor: contravenir las convenciones clásicas sobre la maternidad. Pocos seres tan repudiados como una madre que odia a su hijo.

Loveless (por su nombre en inglés) no es una película fácil, no tiende brazos, ni reconforta de forma alguna. Es un incómodo viaje al infierno. Todo un logro de Andrey Zvyagintsev, un cineasta para quien el cine sólo se puede entender como una experiencia indeleble y devastadora.

 

Dirección y guion: Andrey Zvyagintsev.

Producción: Gleb Fetisov, Sergey Melkumov. Rusia, 2017.

Fotografía: Mikhail Krichman.

Edición: Ana Mass.

Diseño de producción: Andrey Ponkratov.

Con: Maryana Spivak y Aleksey Rozin, entre otros.

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