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Terminal

Vaughn Stein se estrena como director en una película que termina con un giro de tuerca interesante y una brutal escena final que envía todo el numerito a los terrenos del cine gore
01 de Julio 2018
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Terminal, la ópera prima del antes operador de segunda unidad y ahora director, Vaughn Stein, es ese tipo de trabajos que, de haber estrenado hace una década, hubiera pasado por revolucionario, pero hoy en día no es más que un pastiche de muchas cintas ya antes vistas.

Se trata de un thriller noir donde Margot Robbie interpreta varios personajes dentro de un mundo revestido de colores neón en una trama profusamente rebuscada. Robbie interpreta, en primera instancia, a Annie, una sexy mesera de un clásico dinner en una terminal de trenes que sostiene un largo periplo con Bill (Simon Pegg), un viejo profesor que considera la opción del suicidio.

Al siguiente instante, Robbie es una estríper sin nombre, que recibe a dos matones, Vince (Dexter Fletcher) y Alfred (Max Irons), quienes tratan de contactar a su nuevo jefe para conocer la naturaleza de su siguiente misión. Como buena femme fatale, Margot inyectará intriga en la vida de estos tres hombres con el propósito de jugar con ellos e interponerse en sus planes, aunque los motivos de la sexy mujer no son claros, como muchas situaciones de este enredado guion escrito por el mismo Stein.

Lo cierto es que sin el músculo de estrellas con los que cuenta Terminal, la película pasaría de noche. Simon Pegg da cátedra como experimentado actor, Margott Robbie intenta por todos los medios levantar este desastre, y lo hace no sólo de manera sexy, sino modificando su rango a cada cambio de vestuario que porta. El veterano Dexter Fletcher es convincente como un matón a sueldo que ha visto ya demasiadas cosas y, por último, la sorpresa del menú. Mike Myers regresa, luego de siete años de ausencia, en un papel extravagante como un enigmático conserje de una estación de trenes.

Invariablemente, el caos se apodera de todo, desde los escenarios llenos de luces neón, pasando por el diseño de producción (no oculta que todo está filmado en estudio), así como los diálogos que aluden a fragmentos de Alicia en el país de las maravillas y una cinematografía que roba de medio mundo, desde Pulp Fiction (Tarantino, 1994) y Cool World (Bakshi, 1992), Sin City (Rodríguez, 2005), The Spirit (Miller, 2008) y, siendo muy condescendientes, hasta con algo de Holy Motors (Carax, 2012).

La gran pregunta en todo caso es ¿cómo convenció el director y guionista Vaughn Stein a todos estos actores para que fueran parte de tal dislate?, ¿de qué clase de poderes de persuasión cuenta el señor Stein para que Margot Robbie se enamorara de este proyecto al grado de fungir como productora?, o mejor aún, ¿bajo qué proceso mental pensó Mike Myers que esta sería la mejor opción para regresar al cine luego de siete años?

Un desastre, por los diálogos, por la trama rebuscada, por la ambientación oscura y edulcorada –noir pero neón–, por una historia que en realidad no lleva a nada aunque cierra con un giro de tuerca interesante y una brutal escena final que envía todo el numerito a los terrenos del cine gore.

Un caos que, con todo, se vuelve interesante únicamente por el compromiso de una espectacular Margot Robbie (extiende a esta cinta la locura de su personaje, Harley Quinn, en Suicide Squad), por la siempre agradecible presencia de Simon Pegg y por el regreso (no en los mejores términos) de aquel camaleón llamado Mike Myers.  

 

Terminal

Dirección y guion: Vaughn Stein.

Producción: Margot Robbie, Molly Hassell, Teun Hilte. EU, 2018.

Fotografía: Christopher Ross.

Edición: Alex Márquez.

Música: Anthony Clarke.

Con: Margot Robbie, Simon Pegg, Mike Myers, entre otros.

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