Periodismo imprescindible Viernes 29 de Marzo 2024

Una carta de amor a la CDMX

Ana Claudia Talancón y Jordan Belfi protagonizan la película American Curious, dirigida por Gabylu Lara, con la que te puedes reenamorar, rencontrar y redescubrir 
la Ciudad de México
13 de Abril 2018
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Por Javier Pérez

American Curious, ópera prima de Gabylu Lara, es una carta de amor a la Ciudad de México, pero también el resultado del proceso de reconciliación que la cineasta tuvo con su propia madre, fallecida hace algunos años. La historia es la de David (Jordan Belfi), un estadounidense que se entera de que su madre biológica era mexicana, que lo abandonó de pequeño y que le ha legado una herencia. Viaja a México, donde descubrirá sus raíces y su identidad, en un cambio de 180 grados en relación con lo que era su vida hasta entonces.

“Yo quería que viniera de Estados Unidos a romper barreras. Hay muchas historias que vienen de allá para acá y no tantas que van de aquí para allá. Es para darnos cuenta que acá son bien recibidos, acogidos, y por eso la metáfora de las sopas. Luego está el tema de la adopción y de buscar una reconciliación de alguien que fue abandonado por su madre y fue adoptado en Estados Unidos. Obviamente hicimos la investigación de qué pasa con los niños abandonados y el proceso de adopción, es algo que ocurría mucho y que seguramente todavía pasa clandestinamente con estos niños que son comprados y adoptados allá”.

David se entera de que su madre tenía un restaurante; decide venderlo por los problemas financieros por los que atraviesa. Ahí conoce a Sol (Ana Claudia Talancón), la chef del local, quien le ayuda en su proceso de descubrimiento.

“Me atrajo mucho la posibilidad de mostrar un lado de México que me encanta –dice Ana Claudia–: el lado gastronómico, y a través de una historia de un personaje que trata de conectar con sus raíces y su origen y que rompe la barrera del idioma y la nacionalidad. Mi papá es chef, a mí me encanta cocinar, me encanta comer y me gustó mucho que mi personaje tuviera que ver con estas cosas”.

Descubrir su origen lleva a David a recorrer varios lugares de la ciudad. Así, vemos el mercado de La Merced, el Metro y un cuarto de azotea abandonado en una vecindad del Centro Histórico.

“Siempre he dicho que he querido hacer una carta de amor y mostrar la ciudad tal como es –dice Gabylu–, sin mostrar sólo lo típico negativo o lo típico bonito, sino la vida cotidiana tal como es. Ir al Metro, a La Merced y pasar por las calles de la ciudad como son, sin pretender mostrarlas diferente. Filmar ahí fue muy divertido”.

En el Metro, por ejemplo, tuvieron un permiso de dos horas limitado a unas pocas estaciones. No estaba cerrado para ellos, que operaba con normalidad, por lo que la producción (conformada por unas 70 personas entre crew, actores y extras) tenía que cruzar corriendo hacia la dirección contraria cuando llegaban a la última estación que tenían permitida. Y volvían a filmar y de nuevo el recorrido.

Para Jordan, la experiencia en La Merced fue abrumadora. Su personaje y el de Ana Claudia caminan entre puestos y pasillos atiborrados. “Hay tanta gente, tantas cosas pasando al mismo tiempo –dice Ana–. De repente ves las cabezas de puercos, la parte de la comida, las gorditas de chicharrón, frutas, verduras, animales vivos, animales muertos. En general me gusta mucho filmar en locaciones, más que en sets donde está todo cerrado. Además, no cerraron los sets. Todo el tiempo estaba pasando la vida cotidiana y poder echarte un clavado a esto, está increíble. Yo no crecí en la Ciudad de México, sí he vivido aquí mucho tiempo, pero poder reenamorarme de esta ciudad, rencontrarla y redescubrirla a través de sitios a los que ni siquiera había ido, como La Merced porque al Metro me he subido muchas veces, me gustó muchísimo”.

“Quería –dice Gabylu– mostrar la ciudad con su grisesito, con los colores bonitos que tiene y los que no lo son, y esta cosa como de viejito, pintoresco pero medio cutre y no que tiene la ciudad. No quise mostrar mentiras y así es como David la va rencontrando. Y la fotógrafa [la rumana Taina Galis, que el año pasado trabajó con la británica Andrea Luka Zimmerman en el documental Erase and Forget, sobre los años de militarismo que han desencadenado la era Trump] me ayudó con su ojo de extranjera a encontrar los lugares que estaba bueno mostrar de México, más allá de los que como mexicana ya conozco”.

Juntas trabajaron la paleta de colores para que fuera un conjunto congruente. “Los colores del restaurante y los que tienen que ver con Sol son más cálidos, y las cosas que tienen que ver con David son más frías. Eso se me hace que visualmente sí se siente. No sé si pueda decir que se nota, pero sí se siente cuando hay un trabajo de imagen detrás. Me parece muy importante porque hace una congruencia en todo”.

La idea de Gabylu con esta película que tardó ocho años en levantar, es crear un cine comercial distinto. Su intención es que abra otros caminos y otras audiencias. Y aunque parte de temas complejos, como los niños abandonados por madres adolescentes dejadas a su suerte sin el apoyo de sus familias ni parejas, trata de hacerlo desde una óptica distinta.

“Siento que ya estamos cansados de ver la vida de esa manera. Sí pasan todas esas cosas en la vida, pero también la vida misma tiene otras cosas: amor, colores y estos sabores ricos de la comida mexicana. Es un momento en el mundo en general en el que hay que abordar la vida desde ahí. Y no lo digo desde un lugar positivista o idealista, sino que hay otros lados que también está bueno voltear a ver. Y está esta cosa de las mujeres que está sonando de verdad, no lo digo por ser mujer, pero es momento de alzar la ternura, la calidez, estas cualidades de lo femenino que de repente han estado aplastadas por un ratote”. Como dice Jordan, “a veces debes tener la habilidad de ser un resplandor en la oscuridad”.

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