Periodismo imprescindible Viernes 29 de Marzo 2024

Clavarnos para cumplir sueños

Para ser una de las más destacadas deportistas de México, Paola Espinosa ha necesitado disciplina, pasión, determinación y talento. Se define como una mujer terca y soñadora. Es mamá y es deportista, y quiere lograr ser la mejor en ambos retos a la vez
27 de Mayo 2018
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POR KATTYA GUTHER

Con los años no ha disminuido esa sensación de mariposas en su estómago, una mezcla de miedo y emoción avanzan con ella hacia la alberca; al principio fue el miedo a la altura, después fue consciente de que algo podría salir mal y que podría lastimarse. Entonces decidió tomar el control y convirtió ese miedo en un aliado que la acompaña en cada recorrido; observa todo y se concentra en cada movimiento de su cuerpo, en su respiración y en el aire que la rodea, porque cuando piensa en todo, cuando domina lo controlable, se reduce lo que puede salir mal, y también maneja el miedo.

En su voz se escucha la emoción de una mujer entregada a lo que le apasiona, se ríe al pensar en las similitudes que hay entre las mariposas imaginarias que revolotean en su interior al hacer un clavado de 10 metros y esas mariposas que se sienten si estas enamorada. Cada paso hacía la plataforma es racionalizado, en su mente no deja de repasar cuestiones técnicas, imagina el clavado una y otra vez previo a ejecutarlo, no se permite distracción emocional antes, durante y después de ejecutar un clavado, y es muy evidente que Paola Espinosa ama profundamente su profesión.

Viene de familia de deportistas, su padre le inculcó el amor a la natación y el deporte como una actividad de la vida diaria. Fue una niña inquieta que practicaba varias disciplinas deportivas hasta el día que una entrenadora vio en ella el potencial para ser clavadista. Sabemos qué pasó después: ahora es campeona centroamericana, mundial universitaria y doble medallista olímpica.

La clavadista tuvo el privilegio de nacer en una familia que le inculcó el deporte y que la ha apoyado en toda su carrera, desgraciadamente los números no mienten y su caso no es lo común, pues en México ocupamos uno de los primeros lugares a nivel mundial en obesidad infantil.

Con la queja y la inconformidad no cambiaremos esta realidad; si bien Paola cree que debería de existir más apoyo de instancias gubernamentales, considera que esto no es suficiente si de manera individual no atesoramos y procuramos una salud física, emocional y mental; defiende que el verdadero llamado a la acción empieza en uno mismo.

Bajo esta premisa surge la Fundación Paola Espinosa, con la que busca emprender una campaña nacional que promueva la actividad física, el deporte y la buena alimentación como parte de un estilo de vida saludable; previniendo la obesidad, el sobrepeso y el bullying en la infancia de niñas y niños en México.

Su hiperactividad la mantienen en movimiento, entrenando rigurosamente y emprendiendo iniciativas que buscan mejorar su entorno, con la ilusión de contagiar a los que la rodean y contribuir a mejorar el país.

 

CONSTANCIA Y DISCIPLINA

Cuando era muy pequeña, Paola viajó fuera de su natal Baja California Sur para su primera competencia; a su regreso, su familia la esperaba en el aeropuerto; la recibieron con felicidad y orgullo. Recuerda que no entendía por qué la esperaban con tanta emoción si sólo había ganado la medalla de plata. Esa aspiración por la medalla amarilla  la llevó a entrenar con más disciplina, más entrega y rigor, así logró ser deportista de alto rendimiento a los 11 años de edad.

La mayor exigencia de Paola Espinosa viene de Paola Espinosa, es una deportista terca y soñadora, que cuando tiene un objetivo lo consigue. Así se propuso ser la primera deportista mexicana en ganar una medalla olímpica en el rubro de clavados, y lo consiguió. En su segunda experiencia en Juegos Olímpicos, en Pekín 2008, ella y Tatiana Ortíz consiguieron las primeras medallas para México en clavado femenino. Después de esa medalla de bronce, en los siguientes juegos olímpicos (Londres 2012), ganó la medalla de plata junto a Alejandra Orozco. Aún no llega la presea dorada en olimpiadas, aunque la consiguió en el Campeonato Mundial de Natación en Roma 2009.

 

FUENTE DE INSPIRACIÓN

De los muchos reconocimientos conquistados, lleva uno en el corazón que le causa mucha alegría, el saberse fuente de inspiración para niñas y jóvenes que quieren dedicarse al deporte. Reconoce que con el tiempo ha visto más representación femenina en las competencias deportivas, y esto lo ve como una buena señal si se desea alcanzar una mayor equidad. Se siente feliz y orgullosa de poder abrir brecha para las nuevas generaciones que llegan a un camino equitativamente mejor trazado, pero aún sin terminar.

El clavado sincronizado puede ser una metáfora de la sororidad: en una competencia necesitamos estar en igualdad de circunstancias y movimientos, concentradas en nosotras mismas y también atentas a la otra, y aunque normalmente alguna de las dos clavadistas toma el rol de líder, el objetivo es impulsar a la mejora de la otra, y con ello la mejora del equipo, porque al ganar una, ganan las dos. “Al ganar una mujer ganamos todas, por eso hay que apoyarnos entre nosotras”, reflexiona Paola Espinosa.

Hace poco rompió un estereotipo más al convertirse en madre y mantener su sueño profesional. Y si bien muchas cosas cambiaron, está convencida de que puede ser la mejor mamá y la mejor deportista a la vez.

Su cuerpo, acostumbrado al ejercicio diario, manifestó cambios, unas cosas se acomodaron y otras se desacomodaron en su cuerpo, confiesa entre risas. Las prioridades en su vida también se reorganizaron; uno de los objetivos que ahora tiene es ver crecer a su niña sana y feliz. Continuará su entrenamiento deportivo, su sueño profesional se ha reforzado, porque ahora también lo hace por su hija, a fin de inculcarle con el ejemplo valores de disciplina y valentía.

“Ser madre no significa renunciar a tus sueños, se vuelve una motivación más para cumplirlos”, dice Paola, una mujer físicamente empoderada y que con la experiencia de ser madre ahora se siente mental y emocionalmente más fuerte. Ivana, su hija, se ha convertido en su plataforma para poder seguir saltando. Ser mamá primeriza, al igual que un salto, le ha implicado miedos y nuevas responsabilidades, pero como todo reto en su vida, Paola lo ha canalizado con el objetivo de aprender de la experiencia y desarrollarse en esta nueva faceta que la hacen sentir plena y feliz.

Con la misma emoción que Paola me contó de sus medallas y reconocimientos, me platica que a Ivana le encanta el agua, que cuando la acompaña al entrenamiento lo primero que quiere es meterse a la alberca; y no es para menos, ya que sus padres son dos grandes profesionales de la natación.

Al escuchar a Paola me queda claro que es una madre orgullosa y feliz, como también es una deportista orgullosa y plena; y que un rol no cancela al otro.

Estamos a punto de despedirnos, sin embargo, antes le pido que nos dé unos consejos para las mujeres mexicanas que se quieren dedicar al deporte: “Yo no quité el dedo del renglón hasta que lo cumplí. Que se atrevan porque nosotras somos capaces de lograr lo que nos propongamos; con amor, determinación y disciplina todo sueño se puede lograr”, dice la clavadista que ya se prepara a fin de seguir compitiendo con el sueño de que Ivana le eche porras desde las gradas en Tokio 2020.   

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