Periodismo imprescindible Martes 16 de Abril 2024

El álbum: un souvenir

¿Por qué siguen sacando discos? Nicky Jam lo dijo al New York Times: ya no son necesarios para alcanzar el éxito. Hoy la gente pide inmediatez, y la receta de las bandas nuevas está en apostar todo por un sencillo
08 de Abril 2018
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POR JULIÁN VERÓN

Pasando mis Instagram Stories, me encuentro con una de J Balvin en la que sube un capture de una entrevista a Nicky Jam en The New York Times. El primer párrafo del texto decía: “Nicky Jam dice que no hay necesidad de grabar más discos (LP) para lograrlo en la industria musical”. El texto seguía: “Según Nicky Jam el álbum como recopilación de una obra artística ya no se necesita para hacerte un nombre entre los millones de seres humanos que quieren vivir de componer canciones”.

Compartí la imagen con algunos de mis amigos y con músicos con quienes discuto sanamente sobre cualquier situación cultural que suceda en el planeta, y lo primero que me respondió uno fue: “El álbum ya a estas alturas del partido es un souvenir, y en géneros como el rock (y más aún el independiente) probablemente sea un desperdicio de tiempo y dinero”. Ya sé que estas no son opiniones talladas en piedra santa, pero es lo que se respira en el aire cada vez que se habla de este tema. Ya no es transgresor decir que el álbum largo como obligado musical para “hacerte un nombre” está muerto. La gran pregunta es ¿por qué hay artistas que siguen sacando discos y, mas curioso aún, les funciona?

Al hablar con Sergio Acosta y León Larregui, integrantes de Zoé, me comentaban que, por ejemplo, en su sello Discos Panoram, cuando les toca lanzar a un artista nuevo, ni se plantean la posibilidad de sacar un disco ya que, “en un mercado como este sería una pérdida de recursos económicos innecesaria”. Pero, cuando se habla de Zoé, sí admite que tienen “la suerte de contar con mucha gente que está sentada en sus casas esperando ansiosas a consumir el producto que lancen, y eso es un lujo”. La verdad no podría estar más de acuerdo con ellos. Incluso, la conversación terminó con la anécdota de que, mientras estuvieron años sin lanzar un material nuevo, según sus datos, la banda aumentó fanáticos en países como Argentina y Chile, lo cual es maravilloso.

Aumentar el número de fans sin sacar música nueva por cinco años es una utopía para la gran mayoría de los artistas. El mundo de hoy olvida en días y hasta en horas. Lo efímero de la viralidad y la cantidad gigante de oferta superan con creces a la demanda, y esto es muy perjudicial para cualquiera que ande con una guitarra colgada en alguna estación de Metro poco limpia y segura.

The Weeknd lanzó esta semana My Dear Melancholy, un oscuro EP con apellido Gómez y nombre de pila Selena que debutó en el top 12 de la Global Spotify Top 50 Chart. El EP logró 24.8 millones de streams en su primer día. Una puta locura. Twitter se llenó de memes y comentarios acerca del daño que le hizo Selena a Abel, lo cual provocó que mucha más gente fuese y le diera play obsesivamente a todas las rolas con la finalidad de escuchar las letras y así formar parte de la conversación virtual.

Artistas como Zoé y The Weeknd pueden darse el lujo de sacar discos porque tienen gente dispuesta a escucharlos. Y esto es el equivalente a cocinar cien platos de comida porque tienes gente en un pozo deseando tener platos de comida caliente de nuevo en sus barrigas. La cuestión se pone bien negra cuando una banda nueva o que no tiene muchos fans decide invertir todo su dinero en un disco porque pues, obvio, es el sueño de todos grabarlo, ser nominados a un Grammy, salir en MTV y lograr un record deal, ¿no?

¡Pues ya no estamos en los pinches noventas! Oasis se separó, The Smashing Pumpkins es una banda de mierda actualmente y Billy Joe Armstrong es un punketo de 46 años! Sí, sé que aquí te sentiste viejo y te dolió un montón en lo más profundo de tu corazón rebelde treintón.

La única manera de ser relevantes o tener un pequeño momento de atención hoy en día es trabajando sencillo a sencillo. Dedicar meses de promoción a una sola canción, un solo video, todos los huevos en una sola canasta. Que cuando nombren a tu banda la asocien con un canción, y así poder tener tiempo para conocer la obra que vendrá después o ya existe. Es una manera arriesgada de codificar al arte, pero es quizá la manera más segura de conseguir un ligero éxito o al menos la atención de la gente. Lo más gracioso es que los reguetoneros y raperos entendieron el business del single más que ningún Dave Grohl vivo.

Odio cerrar con una frase tan genérica, pero en esta ocasión es muy necesaria: la historia se repite y normalmente vuelve a su génesis. Los Beatles revolucionaron la industria musical mediante singles y singles, luego la humanidad empezó a vivir una etapa de experimentación (era de la revolución sexual, LSD) y necesitaba discos largos, gruesos y densos –léase Pink Floyd y compañía–. Hoy la sociedad pide otra cosa, pide a gritos inmediatez en momentos donde no tenemos tiempo para casi nada. Y esto no es una tragedia, sólo es, como diría Bob James, “Sign of the times”. En algún momento el álbum volverá a ser necesario, pero hoy en día ya no lo es. Aunque sería muy bueno que regresara la época de las revoluciones sexuales y el LSD de buena calidad.

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