Periodismo imprescindible Viernes 19 de Abril 2024

Historias de injusticia

La escritora Dacia Maraini estuvo recluida por dos años en un campo de concentración, en Japón, de ahí que toda su obra surja de la indignación por todo tipo de injusticias, así, su último libro, Pasos apresurados, nos narra la historia de ocho mujeres víctimas de violencia
09 de Diciembre 2018
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POR JAVIER PÉREZ

“El instinto de rebelarse contra las injusticias es natural, humano –dice la escritora italiana Dacia Maraini (Fiesole, 1936)–. Algunos lo desarrollan y otros no. Me llegó espontáneamente. Cuando era niña tuve este instinto de reacción a la injusticia”. Y cómo no habría de tenerlo si desde 1943 estuvo recluida junto con sus padres en un campo de concentración en Nagoya, Japón, durante dos años. Así pues, su escritura (es autora de un gran número de novelas, libros de ensayo, cuento y poesía, obras de teatro y libros para niños) surge de su indignación contra todo tipo de injusticias.

Aunque ha dedicado buena parte de su obra a hablar de las injusticias contra las mujeres, como es el caso de Pasos apresurados (Abismos, 2018), primer libro en español de la autora publicado en México gracias al trabajo del laboratorio de traducción literaria colectiva Trādūxit, del Instituto Italiano de Cultura de la Ciudad de México, que coordina Barbara Bertoni.

El libro está integrado, se lee en el dossier de prensa, por ocho historias de mujeres de diferentes países, con diferentes religiones y estilos de vida, que sin embargo comparten la realidad de ser víctimas de la violencia, por una tradición, un matrimonio no deseado, una familia violenta, un explotador o la discriminación, y cuya ubicación lo mismo es China que Jordania, Nigeria, California o Italia. “El hilo conductor es la violencia, la opresión y el dolor de mujeres ultrajadas en su persona, dignidad y libertad”.

Pasos apresurados está escrito bajo el formato de breves monólogos teatrales porque, dice Dacia Maraini durante su visita a México con motivo de la FIL Guadalajara, para ella “el teatro es el arte más social que existe. Cuando se quiere decir algo social, el teatro es mejor que la novela. Quise con este texto dar una idea universal de la violencia en contra de las mujeres; de hecho hay historias que están situadas en Europa, Medio Oriente, todo el mundo. Son historias verdaderas que me ofreció Amnistía Internacional”.

Las historias son brutales, como la de la joven embarazada que es quemada por su familia, o la de la mujer asesinada por su esposo por querer trabajar, o la de la niña vendida por su padre en Europa. “Amnistía recogió los testimonios en todo el mundo; garantiza que son historias verdaderas, hay nombres y apellidos. No invento nada”.

Para la autora que ha ganado el Premio Strega y el Campiello, la violencia actual contra las mujeres “surge de la emancipación, es una reacción contra la emancipación de las mujeres. Las mujeres quieren hoy estudiar, trabajar, ser autónomas, y eso crea dificultades en los hombres que quieren dominar a las mujeres, que no son todos, por supuesto. Crea dificultades sobre todo en los más frágiles, en los más débiles, que necesitan dominar”.

El problema sobre el aumento de las diferencias sociales, sostiene, “deriva de la muerte de las ideologías, del comunismo, el anarquismo, el socialismo. Estas eran fuerzas unificadoras que daban posibilidad de hacer proyectos en común. Pero ahora, sin esas fuerzas, se cae en el individualismo, que es el mal de nuestra época”.

La única posibilidad de contrarrestarlo sería con la cultura porque “crea conciencia, para cualquier proyecto social se necesita conciencia. Quien está fuera de la cultura es esclavo de los poderosos. La cultura no sólo es un libro en un estante, es organización, proyectos para el futuro, es una manera de estar en el mundo, de interactuar, de crear vínculos”.

— ¿Cual es la importancia de ser feminista hoy?

— La palabra feminista no vale más hoy, porque estaba relacionada a una ideología y a un proyecto para el futuro. Como he dicho antes, las ideologías no existen, aunque el feminismo sí existe en la práctica. Sí hay campañas contra las injusticias y la violencia contra las mujeres. Voy a menudo a las escuelas y las chicas de hoy en día son conscientes y están orgullosas de sus derechos y todo, pero odian la palabra feminista. Para mí, ser feminista es estar del lado de las mujeres. Es una etiqueta históricamente válida, pero probablemente hoy ya no lo sea más. Existen las batallas, como he dicho, en la práctica, pero la ideología no existe más.

— Actualmente la sociedad es muy violenta, lo muestra en las historias que recoge en su libro, por ejemplo; ¿a qué atribuye este incremento de la violencia?

— Tal vez se debe a la falta de las ideologías. La ideología es unión, un objetivo en común; cuando los pueblos tienen un objetivo en común, llegan a ser mejores; si no, caen en el individualismo y en la competencia exacerbada, lo que lleva al racismo y al odio. Hoy en día las redes están llenas de odio, de personas que se insultan. El individualismo desenfrenado es como una enfermedad de los seres humanos y la medicina en mi opinión es tener un objetivo en común, que mejora a las personas.

— Por el contrario, en vez de tener un objetivo en común parece que vamos en retroceso.

— El individualismo lleva al rechazo del otro y hace que emerjan a la superficie los instintos salvajes, como por ejemplo el egoísmo, querer destruir al otro, querer agarrar todo para sí sin dejar nada para los demás. El egoísmo ahora se ha vuelto político. Por ejemplo, con la situación italiana de ahora, algunos políticos creen que sólo los italianos tienen derechos y que los demás no y pueden morir ahogados. Esta es una actitud anticristiana, antipolítica y antihumanista. Con Trump, sólo los estadounidenses importan, los mexicanos y el resto no. Es la falta de ideologías.

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