Periodismo imprescindible Miércoles 17 de Abril 2024

Liniers: humor sin estereotipos

Ricardo Siri no deja de bromear, lo suyo es el humor ácido e irreverente, plasmado libremente en Macanudo, una historieta que ha cautivado a miles y cuyos trazos ahora dibuja desde la unión americana
14 de Enero 2018
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POR MIRIAM CANALES

No sólo es el autor de la historieta Macanudo, que ha cautivado a adultos, niños y niñas con personajes entrañables como “Olga”, “Enriqueta” o “Fellini”, sus trazos han trascendido hasta llegar a la portada de la prestigiosa revista The New Yorker y obtener la credibilidad del público norteamericano. Liniers, segundo nombre de Ricardo Siri (Buenos Aires, 1973) emprende una nueva faceta profesional al incursionar en The Center For Cartoon Studies de la ciudad de Vermont, que en 2016 lo invitó a colaborar de manera provisional como miembro (fellow). Esta es su experiencia, llena de vaivenes como un argentino residente de la unión americana.

No puede dejar de sonreír… ni de bromear. Es evidente que lo suyo es el humor, pero no el que lo estereotipa como autor infantil, sino del más ácido e irreverente que también disfruta y plasma en essaysdigital.com su trabajo: “Mis tres hijas tienen una edad en que es fácil moverlas, todavía no son adolescentes. Es la experiencia de vivir afuera un tiempo porque si vivís toda tu vida en tu país también es muy difícil; es bueno salir de cultura, de tu idioma”.

Respecto a su proceso de adaptación a Estados Unidos, Ricardo ironiza en que también se ha esmerado en sus festividades, como el Halloween: “Me disfracé de Tin Tin”, Ríe de nuevo mientras me muestra como testimonio la fotografía en su teléfono celular. “El primer idioma de mi esposa Angie es el inglés, siempre se habló en casa y mis hijas lo tenían en el cerebro en algún lado, y a los tres meses ya todas lo hablaban”.

Sin embargo, las discrepancias entre su país natal y el nuevo son notables en su modus vivendi: “El cambio más violento es que yo vivo en Buenos Aires en medio del obelisco y aquí vivo en una casa en medio del bosque, con ciervos, ardillas, zorros. Salgo a palear nieve, cosa que no hacia allá”. Define detrás de sus lentes de pasta dura cuya imagen pueden referirlo como un nerd, hipster o simple excéntrico.

Como novel residente, Liniers y su familia se establecieron en Vermont todavía durante la administración de Barack Obama. Hoy repele la de Donald Trump cuya crueldad considera equivalente a la de Dios en la primera parte de la Biblia. “Para mí, el dios del viejo testamento, el que mata niños, manda genocidios, que dice que los homosexuales y los zurdos son una aberración de la naturaleza ¡es claramente un psicópata! (ríe). ¡Donald Trump también!”, lo define con escarnio.

“Ahora, lo que a mí me sorprende, es cómo Estados Unidos iba a permitir que eligieran a la peor persona de todo el país, estéticamente, éticamente, moralmente, lógicamente, personalmente. Todo en él es repugnante y da escozor. No sé si con esto quisieron hacer un experimento, o si después de 15 años de ver a las Kardashian en televisión se les quemó el cerebro y piensan que es divertido tener una persona así en el gobierno. Espero que no dure mucho más”.

Sus deseos a largo plazo tampoco resultan esperanzadores: “Ojalá se pongan las pilas y encuentren cosas para un impeachment; que se apuren. En cualquier momento este tira una bomba. Nixon renunció para evitar el impeachment y para no arruinar las instituciones. Este pibe no se va a ir así, no va a ir diciendo: ‘renuncio por el bien del país’, va a decir que es un golpe de Estado, va a ir a los canales de televisión a tirar mierda al próximo presidente”.

DE MEXICANOS Y LA MUERTE

El periplo que ha emprendido el dibujante durante años por México ha sido extenso, no sólo al promocionar sus dibujos por su cuenta, sino al acompañar al cantante Kevin Johansen y su grupo The Nada en sus giras artísticas ilustrando sus conciertos en vivo, pero fue en su primer viaje donde obtuvo una revelación: “Vine a México la primera vez cuando tenía 18 años y no volví hasta después. Fui a Aguascalientes y vi el trabajo de José Guadalupe Posada, y que las calaveras son tan bonitas de dibujar. Ahí te dabas cuenta de que la percepción del mexicano y la muerte es diferente a la de los argentinos, eso me generaba una admiración. Como anécdota, una vez unos tipos que habían tomado un avión que venía de Estados Unidos se empezó a caer. Los americanos se pusieron en la posición según las instrucciones, calladitos, y los mexicanos gritaron: ‘¡manden alcohol!’”.

Liniers considera que para que un argentino triunfe debe establecerse en el extranjero, con el propósito de garantizar su éxito a largo plazo, tal cual lo vive ahora: “Al argentino le va bien cuando se va del país: Messi, Cortázar, el Che Guevara, Borges, el Papa, la reina de Holanda. Adentro todo mundo es muy ninguneado. Quino vivió entre París, Milán y Argentina. Todos los argentinos en algún momento tienen que vivir afuera, y ya cuando los ves lejos dices ‘me cae bien, que vuelva’. Ojalá que me pase eso. Cuando empecé a dibujar historietas mi fantasía era publicar en un diario nacional, cobrar un cheque todos los meses, poder llegar a que me publicaran en Uruguay y decirle a mi viejo (papá): ‘¡es un éxito internacional!’”

—¿No cuentan Uruguay o Chile como “nivel internacional”?

—Si vamos a otro país, podía decir que ya era internacional. Si decís que no cuenta Uruguay, se enojan los uruguayos. Ellos no tienen nada que ver con nosotros, sólo que toman más mate que nosotros”. 

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