Periodismo imprescindible Viernes 19 de Abril 2024

Lo que los Grammys no quisieron ver

Bruno Mars fue una apuesta segura para la academia. Él podrá cantar tranquilamente en cualquier Super Bowl aunque los jugadores de la NFL escuchen hip hop y bailen al ritmo de ‘Despacito’. Parece que algunos insisten en mantener los ojos cerrados ante la realidad
03 de Febrero 2018
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POR JULIÁN VERÓN

Fuimos engañados totalmente. La ceremonia que podría haber sido un gran antes y después en la historia de los Grammys –y por consecuencia, en la música– terminó en más de lo mismo. En las categorías más importantes (Record Of The Year, Album Of The Year, Song Of The Year) estaban nominados artistas y canciones clave que podrían cambiar el curso de la historia: “Despacito”, “4:44”, “Redbone”; Kendrick Lamar, Luis Fonsi, Daddy Yankee, Childish Gambino. Nunca antes una canción o álbum de rap ha ganado alguno de esos premios, y mucho menos una canción con su mayoría de letra cantada en español (como es el caso de “Despacito”). Al final de la ceremonia se cumplió lo que temíamos: ganaron las opciones más establecidas y “seguras” para la gente de los Grammys. Lo que por un momento prometía mucho, decepcionó a gran escala.

El desastre no terminó ahí. Me explico: ¿Acaso Foo Fighters ganan cada vez que son nominados? Y hablando de bandas de rock, ¿en qué tipo de mundo extraño vivimos cuando Leonard Cohen gana la Best Rock Perfomance? Pero el mayor crimen de todos –por el cual la condena que van a cumplir será de 666 años en el infierno– fue la victoria de Bruno Mars para Album Of The Year.

24k Magic es pop sin alma, sin sentido; no tiene en lo absoluto lo que debería tener un buen álbum pop. George Michael estaría apenado. El disco no es ni de cerca un desafío musical, no es de vanguardia, no es tan bueno como lo que vino antes, pero es lo suficientemente seguro como para que todos queden contentos y Bruno Mars pueda volver a cantar tranquilamente en el Super Bowl. Y lo más triste de esto, es que si hablas con los jugadores de la NFL, todos escuchan hip hop. Hubo un segmento dedicado a la campaña #metoo, para terminar premiando a los mismos de siempre. No tiene sentido.

Los miembros de la Academia tienen que odiar el hip hop. No encuentro alguna otra razón con una pizca de seriedad para poder encontrar otra respuesta a por qué no fue la noche en la que el hip hop terminó de triunfar contra el establishment.

En un año en el que el hip hop dominó de una manera absurda a los demás géneros, como ninguna otra música lo ha hecho en décadas, faltarle al respeto de esta manera es una farsa gigante. Entendería si nada más los afroamericanos lo escucharan, pero… ¡Nunca jamás tantos blanquitos en el mundo habían escuchado tanto rap y se habían gastado todos sus ahorros queriéndose vestir como Kendrick Lamar y sus amigos!

Sin embargo, a diferencia del rock, el hip hop triunfará de alguna manera. El movimiento es tan grande, tan indetenible, que pasará por encima de todas esas cabezas blancas sin cabello que aún piensan que el hip hop es una moda, o que la música latina sólo se oye en las discotecas de alguna zona de habla hispana en Miami. No hay manera real o posible de detener esta marea.

El hip hop está haciendo lo que el rock and roll hizo en su momento. Le gritan al establishment, generan un movimiento y representan a la gente de a pie. Es tan grande, que si el año que viene todos los raperos se unen y deciden no asistir a la ceremonia, los Grammys dejan de tener relevancia. Imagina una ceremonia sin Jay Z, Kendrick o Childish Gambino, ¿quién diablos ganaría premios? ¿Darían el álbum del año a Foo Fighters de nuevo? ¿Revivirían a Kurt Cobain? ¿Usarían hologramas de Jimi Hendrix? Sólo imagina.

La razón por la que más extraño al bueno de Kanye West es por este tipo de cosas. Estoy seguro de que si le hubiese tocado a él estar nominado, y al final perdía contra el terrible álbum de Bruno Mars, el despelote que hubiese ocurrido en esa ceremonia sería de proporciones bíblicas. Internet hablaría de eso por más de dos meses; artistas contemporáneos tatuarían en las paredes de las avenidas de New York su discurso, y Obama tuitearía al respecto. Por favor, ya basta de premiar obras que no tienen la relevancia que están teniendo todos los representantes del hip hop. Ya basta.

Había una tremenda oportunidad para demostrar seriedad y relevancia este año, dedos y manos de personas desconocidas tenían en su poder coronar a “Despacito” o darle el álbum del año a DAMN de Kendrick, pero prefirieron seguir premiando a Foo Fighters y otorgarle a Bruno Mars otro Super Bowl. ¿En serio piensan que 24k Magic es más relevante que DAMN? Es que incluso formular esta pregunta ocasiona que los huesos de mis dedos y la carne muerta que está dentro de mis uñas ardan de pena y vergüenza. Es hasta dañino para el mismo Bruno Mars, ya que no sé cómo debe sentirse luego de hacer “Uptown funk” y tener por esa rola menos premios que mostrar que por 24K Magic.

El hip hop domina al mundo de una manera sobrenatural, brutal;  hasta en las formas en las que se viste la gente de a pie (y de no tan a pie) se nota a leguas esta verdad. Es más que música, es un movimiento que le está quedando pequeño al planeta. Incluso el más blanquito de los más blanquitos pecosos tiene en sus audífonos “Be Humble”, y no “Everlong” de Foo Fighters. El futuro es ahora, queridos amigos de los Grammys, móntense en él. 

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