Periodismo imprescindible Jueves 28 de Marzo 2024

Se llama Sebastián y le canta a la humanidad

El pop-rock de este joven chileno se caracteriza por la crudeza 
y el humor en sus letras y videoclips, al narrar pasajes cotidianos 
de sus propias luchas y reflexiones para “ser una luz” en la vida 
de quien sueñe con alcanzar la libertad
10 de Junio 2018
26-28
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POR TANIA PÉREZ / DISONANTES.MX*

El 12 de junio del 2016, en Orlando, corrió la sangre de 103 personas tras un tiroteo. 50 de ellas murieron por salir a divertirse un sábado en la noche y elegir un lugar donde se sentían identificados y en confianza, la discoteca gay Pulse.

La noticia se esparció por el mundo, y a miles de kilómetros de distancia, en Santiago de Chile, Sebastián Andrés Sotomayor Sepúlveda, conmovido, decidió cantarles “Hijos del peligro”.

Seremos las balas.

Seremos los muertos.

Seremos por siempre.

Seremos allá en lo alto

donde no se juzga lo bueno,

lo malo, ni la libertad.

Esta no fue la primera vez que (me llamo) Sebastián dedicó una de sus composiciones a las comunidades que viven señaladas o adjetivadas. Su pop-rock es caracterizado por la crudeza y el humor en sus letras y videoclips, al narrar pasajes cotidianos de sus luchas y reflexiones a fin de “ser una luz” en la vida de alguien que sueñe con alcanzar la libertad.

En sus propias palabras: “La canción (‘Nuevo sistema’) habla de hacer un nuevo sistema de amor puro, de lanzarse a una nueva idea”.

Y si vamos a habitar un nuevo sistema

donde el amor no sea una posesión.

Date un beso y compartamos la ración,

que nuestro afecto sea un cañón.

Para él, la canción “Que nadie nos cambie” no habla de la diversidad o de la libertad, sino de ser fiel a uno mismo: “Creo que las familias y el amor, la construcción de un vínculo con otro humano tiene tanto que ver con cuando uno es niño y quiere relacionarse con otros […] Me gustaría decirle a alguien, si es que le interesa escuchar lo que yo digo, que la familias diversas tienen que ser eso, encontrar el amor escondido en las relaciones y sin tener que cambiarnos porque la sociedad nos lo pide, el amor igual y es honestidad, quizá”.

Nos sueltan las bombas aquí en nuestras calles,

nos pican los ojos, lloramos,

y a ellos les damos lo mismo.

Están implorando… que eso te cambie,

que eso me cambie. Que nada nos cambie.

Además de romper estereotipos y enfrentar los miedos, (me llamo) Sebastián sabe que hay factores externos que pueden encaminar las miradas juzgadoras hacia ciertas tribus:

“Yo creo que hay un error en las personas al pensar que ellos tienen que vivir siguiendo el camino que la ley marca, cuando realmente la ley debería marcar el camino para que todos estuviésemos seguros haciendo lo que libremente queremos, ¿se entiende?”.

“Una familia puede ser cualquier configuración humana que esté hilada por el amor […] yo no creo en la estructura de hijos y papás solamente, yo creo mucho en la comunidad. Lo común que deben tener las familias es el amor que las una”.

Con el objetivo de difundir esta forma de ver la vida y el mundo, el joven cantautor chileno apuesta por la libertad individual, y que esta escale a nivel social:

“Una persona libre es alguien que no tiene vergüenza, no, perdón, ¡ja,ja!, es alguien que no importa que tenga vergüenza, lo que importa es que sea valiente para que se lance a hacer lo que quiere de todas formas. Una persona libre es una persona que no le teme a las preguntas, que no teme cuestionarse a sí mismo”.

“Lo importante es que cada uno tenga su propia lucha y su propia bandera y que la levante honestamente y coherentemente” (tal como él mismo lo hace).

Después de intentar alcanzar la fama mediante programas de televisión presentándose con su apellido, Sotomayor, y de haber sido etiquetado como el guatón [barrigón] que canta bonito, hoy simplifica ese trámite de reconocimiento y firma sus canciones como (me llamo) Sebastián.

No le tomó mucho tiempo darse cuenta de que alguien que no representa los estereotipos de la industria, no tiene espacio en las grandes casas disqueras, pero eso no detuvo su carrera, al contrario, le dio mucho material con qué escribir.

“Nunca nadie invirtió plata en mí como para poner mi música en la radio, entonces siempre fue como de boca en boca que me fui haciendo conocido”.

Con cinco álbumes de estudio –Salvador (2010), Adiós, vesícula mía (2011), El hambre (2013), La belleza (2015), La sombra (2017)–, (me llamo) Sebastián se presentó en Lollapalooza Chile 2017, un escenario nada despreciable; ha realizado duetos con artistas como Mon Laferte, Torreblanca y Francisca Valenzuela; ha llevado a cabo giras europeas, y este julio llegará por tercera ocasión a México, y tal vez sea la definitiva.

Además de la mudanza de país que comenzará en próximo días, realizará un tour de conciertos en formato íntimo con la finalidad de promover su música, conocer y saludar personalmente a sus fans y hacerlos parte esencial de sus presentaciones.

“Mi ambición mayor es encontrarnos y vivir ese momento de un concierto, de una tocada, conectarnos y volver a vernos humanos”.

Aunque su llegada a México no coincide con el Día Internacional del Orgullo LGBT (28 de junio) le encantaría conectarse con la comunidad mexicana que promueve los cambios sociales y legales en pro del respeto humano.

“Me encantaría participar de muchas maneras, estamos muy abiertos a que nos inviten a tocar a cualquier evento que sea para defender el derecho a ser lo que uno es, la libertad personal y el derecho a no sentirse avergonzado por cómo uno siente”.

 

*Tania Pérez forma parte del colectivo Disonantes.mx, personalidades discrepantes e inconformes unidas por el gusto a la buena música. En 2015 crearon un portal con el propósito de dar a conocer sucesos musicales en la región Bajío, pero sobre todo para documentar y describir cambios 
silenciosos que forman y deforman 
la escena musical.

@tania_peti

@disonantes.mx

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