Periodismo imprescindible Jueves 28 de Marzo 2024

Y el reggaetón ¡se volvió pop!

Madonna baila “Aguanile”, Dua Lipa canta “La gasolina”,
y Barack Obama nombra en su lista de canciones favoritas del año a “Mi gente” de J Balvin y Willy William. Estas son fotografías de algunos momentos registrados en las redes sociales en los últimos días del año pasado, y el reflejo de lo que este fue para la música en el mundo: la coronación del sonido latino ante el hombre blanco
07 de Enero 2018
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POR JULIÁN VERÓN

El reguetón comenzó como un género mal visto, de calle, y que un nicho de artistas en Puerto Rico y República Dominicana empezó a explorar a mediados de los noventa. Cuando se habla de este hay que hacer una mención aparte a El General, aunque hoy en día este señor se haya entregado a la religión y reniegue de sus éxitos diciendo que “el diablo lo obligó”. Pues si esa información es real y gracias a Lucifer pudimos disfrutar de él, entonces tenemos una seria deuda pendiente con el cornudo. Para mala suerte de El General, hay un mar de Youtube con olas inagotables en las que podemos nadar cuando nos provoque escuchar “Mamita rica y apretaita’” cada vez que queramos. Dios bendiga a Youtube.

Luego de intentos precoces para llegar al mainstream, salió el as de ases, rey de reyes, Raymond Ayala, con una canción que haría que el mundo girara de manera distinta y no volviera para atrás nunca jamás: “La gasolina”. La canción calentó el oxígeno del planeta, hizo que personas en Japón dejaran de comer onigiris en el Seven Eleven y trataran por primera vez de mover sus cuerpos amarillos y delgados al ritmo del primer hit mundial de Daddy Yankee. Los primeros trazos de lo que podría ser la pintura general de la globalización en la música popular estaban mostrándose: “La gasolina” fue número uno en Japón.

Hablé brevemente de esto, porque siempre me gusta rendir tributo a los pioneros y saber de dónde venimos. Es condición sine qua non aludir a “La gasolina” cuando se habla del árbol genealógico del reguetón. Ahora, adelantemos el casete a enero, primerizo mes del año 2017. Luis Fonsi, un baladista bastante reconocido en Latinoamérica, se une al tren de este ritmo y lanza “Despacito” con Daddy Yankee, una pequeña canción que quizás ya para estas épocas habrás escuchado. Cuando Fonsi –o alguno de sus asalariados– subió el video de la rola a Youtube, los mares se partieron en dos y Cristóbal Colón se arrepintió de haber asesinado a tantos indígenas. Nada, absolutamente nada volvería a ser como antes; acababa de nacer el mesías esperado y todos los demás humanos estábamos a la expectativa de qué pasaría.

Meses después, esta se convirtió en la rola más escuchada, comentada, amada, odiada, y logró que güeros como Justin Bieber y Nick Carter –el de nuestros amados ídolos los Backstreet Boys– trataran de pronunciar “deus pau citou” para pertenecer al club del fenómeno mundial. Todos quisieron subirse al tren manejado por Fonsi y Daddy Yankee, y casi ninguna persona con algo de perspicacia en la cabeza pudo renegar de la canción. A menos que seas parte del equipo del bueno de Aleks Syntek y pases la mayor parte de tu tiempo pagándole a algún pobre community manager con la finalidad de que dedique horas preciadas de su jornada laboral en crear “memes antireguetón” para que Syntek los suba a sus Stories de Instagram y nos deje muy claro que él sí oye rock y a Soda Stereo. Pobre de ti, Aleks, de seguro alguien te hizo mucho daño de pequeño. Lo siento mucho y espero que alguna persona te pueda devolver todo el cariño que al parecer no te dieron de niño.

Cada vez que pasan huracanes como el de “Despacito” –se convirtió en la canción con más tiempo en el primer lugar de la lista Billboard y en el video de Youtube más reproducido de la historia—, llegan relevos para dejar la bandera en alto. Acá entra J Balvin, que decide componer quizás el reguetón más sofisticado hasta la fecha: “Mi gente” Ft. Willy William. “Mi gente” (basada en la canción original de Willy, nuestro amigo francés) lo lleva a lugares no explorados antes, con una sutileza rítmica, sonora y de producción que hasta el día que se lanzó esa canción no se había conocido. El presente y futuro del reguetón tienen que pasar por “Mi gente”, es una rola superior que seguramente es la más importante del año, y si no, pregúntenle al compa Barack.

2017 fue el año en que el reguetón se volvió pop, y por primera vez ser latino significaba tener un número uno asegurado en algún país del mundo. ¡Hasta Ed Sheeran que es más irlandés que San Patricio tuvo que componer un reguetón con el propósito de llegar al número uno! Esto de que Ed haya tenido que tirar de un ritmo latino, lleno de sangre indígena y consomés de nuestras abuelas para lograr el éxito más dorado, es una paradoja bien arjoniana. Aunque Ed no es el único: Demi Lovato y Justin Bieber también tuvieron que emigrar a América Latina con la finalidad de llegar al tope de las listas.

El pop mundial del presente y futuro va a sonar a Venezuela, Colombia, Argentina, Perú, Ecuador, Puerto Rico, y cualquier país de la comunidad latina en el globo. Estamos siendo parte de una revolución de la música popular que no se había experimentado antes. “El manicero” lo empezó, “La macarena” lo cimentó, pero “Despacito” y “Mi gente” lo sepultaron en letras de oro de 24 kilates.

El arte siempre termina como una polaroid precisa de lo que sucede en la sociedad en la que florece, es utópico pensar que la música que resuena en todos los callejones, bares, recámaras de moteles baratos o baños de algún KFC no tenga nada que ver con el inconsciente colectivo del contexto en el que nace. Los países tienen a los presidentes que se merecen, y la sociedad tiene a la música que necesita y pide.

Es el año 2018, y hasta el día de hoy no he asistido a alguna fiesta en donde la gente esté sonando a Foo Fighters a las dos de la madrugada y esté bailando. Vivimos la latinización más grande de los últimos treinta años de la música pop, y todo esto gracias al género que tanto tiempo fue renegado por pseudointelectuales y elitistas. El reguetón vivió lo mismo que el rock n’ roll con Frank Sinatra y el hip hop con los rockeros. Cuando se rompe un patrón siempre saldrán moscas a molestar.

El éxito actual de este ritmo es un resultado coyuntural, sí, pero uno que se viene cimentando desde que en alguna estación de radio se atrevieron a sonar alguna canción del Barrio fino de Daddy Yankee. Pedirle más a este hombre sería una grosería, un absurdismo monstruoso.

¿Cuánto tiempo durará el éxito masivo del reguetón? Pues ni Paul McCartney lo sabe, pero lo que sí podemos asegurar y decir con números en mano es que, hoy por hoy, es el género más sonado e importante del mundo.

Adiós al 2017, 365 días que serán recordados por ser los de “Despacito”; ya queda de los J Balvin, Bad Bunny, y Ozunas de turno recoger el legado y llevar la antorcha bien en alto.

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