Periodismo imprescindible Sábado 20 de Abril 2024

El estilo libre de Chéjov

El español Paul Viejo pasó más de cuatro años leyendo minuciosamente los cuentos de Antón P. Chéjov, las distintas versiones que encontraba, y todo lo que se cruzaba en su paso sobre el ruso para compilar en cuatro tomos los cuentos completos del dramaturgo
12 de Agosto 2018
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POR JAVIER PÉREZ

En cuatro volúmenes ordenados cronológicamente, es posible conocer la obra cuentística completa que hizo del también dramaturgo ruso Antón P. Chéjov, uno de los escritores más importantes en la historia de la literatura con todo y que combinó el ejercicio de la medicina con el de la creación y que falleció a los escasos 44 años de edad a causa de tuberculosis. Pero estos Cuentos completos (Páginas de Espuma) no son cualquier cosa, sino un minucioso ejercicio antológico de lujo a cargo del escritor español Paul Viejo, quien se puso a revisar versiones, traducciones y demás con el objetivo de poner cada cosa en su lugar para leer, por fin, como escribió en la introducción del primer volumen aparecido hace ya cinco años, a Chéjov de arriba a abajo y de cerca.

Cada uno de los cuatro volúmenes, con más de mil páginas y en pasta dura, “incluye la historia de cada cuento, todos los datos, todas las fechas, casi todas las anécdotas, y pequeñas introducciones que explican cuándo se publicaron los cuentos, qué pasó con sus libros, cuáles las revistas, dónde los éxitos, hasta qué punto los fracasos”. En un apéndice se recogen algunos relatos inéditos o incompletos atribuidos a Chéjov. Cuatro volúmenes que aparecieron a lo largo de cuatro años y que ahora han llegado a su fin.

Paul Viejo, el editor de esta colección, ha quedado desamparado después de dedicarse en cuerpo y alma a este quehacer monumental, incluso a costa de su propio trabajo creativo. No obstante, está muy satisfecho con el resultado que nació de su gusto personal como lector de Chéjov. “Se convirtió no sólo en mi autor de cabecera, sino casi hasta en mi afición. Porque me gustaba leer sobre su vida, sobre su obra, ir anotando todo lo que podía, ir leyendo todos sus cuentos que no había leído antes, y se va convirtiendo en un trabajo alegre, feliz, hasta que llega el momento de la propuesta editorial. Teníamos muchos libros de Chéjov, muchos cuentos de Chéjov, pero no lo podíamos leer completo ni de manera continuada y ordenada”, dice en entrevista.

Paul se propuso reunir todos los cuentos, así que tuvo que investigar cuáles ya habían sido publicados en español y cuáles había que traducir por primera vez; además, buscó los cuentos inconclusos y los dispersos; aunque eso no le parecía suficiente, pues en ninguna antología publicada, por lo menos en español, se contextualizaba la labor de Chéjov. Por eso quiso, al mismo tiempo, dar toda la información posible reuniendo anécdotas, formas de escritura y publicación, entre otros elementos que ayudaban a “tener una imagen clara, por primera vez en nuestra lengua, de cómo había sido la carrera de un genio de las letras. No todos empiezan siendo genios”.

A Paul le sorprendió que los temas chejovianos por excelencia (que se ocupan de asuntos pequeños, de la intimidad), que son verdad, finalmente acaban por no hacerle justicia al autor de cuentos tan brillantes como “El violín de Rotschild”, “El monje negro” o “La novia”, pues Chéjov, dice, es mucho más que eso. Es un autor que exploró en diferentes estilos, que hizo cuentos largos y no solo minimalistas e historias “que no son únicamente para destrozarle a uno el corazón, sino al contrario, también para levantarle. A Chéjov se le acusaba de no ser político, de no involucrarse tanto como lo pudo hacer Gorki, o Dostoievski, pero descubrimos que Chéjov sí miraba la realidad social, sí miraba los problemas de los campesinos, sí salía más allá de su entorno. Sin embargo, lo hacía a su manera, sin juzgarlas ni haciendo doctrinas”.

De lo que pudo darse cuenta Paul tras esta investigación, es que Chéjov fue un escritor completamente libre, una palabra que para él es muy importante en literatura. “Se permitió hacer cualquier cosa, no tenía que seguir un estilo fijo ni unas propuestas determinadas. Él fue probando todas y cada una de las posibilidades que el cuento le permitía, y eso es lo que ha trascendido, lo que ha permitido que a lo largo del siglo XX y lo que llevamos de este el cuento sea un género para experimentar cosas, para contar las cosas de manera diferente. Y eso a mí me ha enriquecido como lector suyo”.

Para su fortuna, dice Paul, la mayor dificultad no estuvo en conseguir los documentos que le permitieron reunir estos Cuentos completos, pues “por suerte en Rusia cuidan mucho a sus clásicos y está todo bien documentado”, sino en cerrar un canon de Chéjov. “Ni siquiera en las ediciones rusas se ha podido hacer del todo. Los relatos de Chéjov, motivados por esa forma en que trabajaba, publicando en periódicos, pequeñas notas, con seudónimos, como chistes para rellenar espacios, hacía difícil saber qué cosas era un cuento y qué no. Esa dificultad fue ir tomando decisiones”.

Paul Viejo, aunque le gusta el teatro chejoviano, no se animaría a hacer un trabajo similar con el fin de reunir la obra de ese género del ruso. Como traductor, sabe que ningún director escénico respetaría el texto y eso, dice con sarcasmo, sería un suicidio. Por el momento le gustaría elaborar cosas más discretas. No descarta redactar una biografía sobre Antón Chéjov, quizá algo sobre la vida y la obra relacionadas. Ahora está dedicado a escribir un nuevo volumen de cuentos de su autoría, pues el anterior, Los ensimismados, ya tiene siete años.

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