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Elegir el amor libre… y no morir en el intento

En la Argentina, hay dos organizaciones que impulsan el debate sobre esta forma de vincularse; los prejuicios, los celos y la ‘salida del clóset’ que implica abandonar la monogamia
11 de Febrero 2018
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POR DIEGO JEMIO / BUENOS AIRES, ARGENTINA

La respuesta de Juan Pablo D’Orto a las quejas de su madre fue ingeniosa. No se enojó. No hizo ningún berrinche. No se sintió una persona incomprendida. Decidió hacer humor con las cosas que le decía. Se disfrazó de su madre, creó una cuenta en Facebook (Politóxicos) y comenzó a grabar videos. “Si es el fin del mundo, hay lava por todos lados y podés salvar sólo a una de tus novias, ¿a cuál elegís?” “¿Cómo que todo el mundo sabe? Es un escándalo que se sepa que tenés dos parejas. Mejor hacé como la gente de bien: mentí y ocultá todo”. “Cuando te enamores de verdad vas a elegir una sola persona, como hace la gente adulta”.

Algunos hablan de poliamor; otros, de relaciones abiertas. Están los que se sienten más identificados con el término amor libre. “Es decir lo mismo con diferentes palabras. Son formas distintas de relacionarse”, dice Juan Pablo.

El especialista en sistemas computacionales está en pareja con Cecilia, con quien, dice, es muy feliz. Un día, decidieron abrir su pareja “para seguir siendo felices y conocer a otras personas”. ¿Cuál es el estatus amoroso del joven? Él lo explica fácil. “Cecilia y yo tenemos relación con varias personas. Yo también salgo con Silvina. Cecilia también sale con Sebastián. Todos tenemos la mayor libertad del mundo y no nos consultamos nada. No recuerdo ni una escena de celos en estos cuatro años”, dice.

Por supuesto que nadie es una isla, y que no resulta fácil poner en el campo las ideas –y los deseos– que uno tiene en la cabeza. La mayoría de la gente sale corriendo y piensa que así le ganará al deseo. Hay que vencer muchos prejuicios. La agrupación Amor Libre Argentina (ALA) existe desde 2014. Su grupo de Facebook tiene alrededor de 17 000 usuarios, que comparten sus experiencias en foros y participan en los encuentros SocializALA en distintos bares. Aunque claro que algunos confunden las ideas. No faltó quien se acercó interesado en organizar orgías o confundió al grupo con un club de citas. El mes próximo, Juan Pablo D’Orto y otras personas abrirán –por ahora de manera virtual– el espacio Más de Dos, con una idea similar.

El contexto para comenzar a discutir estas ideas comenzó a ser favorable en la Argentina de los últimos años. Desde 2010 está vigente la Ley de Matrimonio Igualitario, que garantiza a los homosexuales los mismos derechos conyugales que a los heterosexuales, como el derecho a la adopción y el reconocimiento sin distinción de la familia homoparental. Al año siguiente ocurrió lo mismo con la Ley de Identidad de Género de Argentina, que permite a las personas trans (travestis, transexuales, transgéneros) ser inscritas en sus documentos personales con el nombre y el género de elección.

¿Qué relación tienen estas leyes con el amor libre? De acuerdo con Bárbara Mariscotti, psicóloga, sexóloga y educadora en sexualidad, hay que remontarse al siglo XIX para entender el final de algunas ideas: “Se trata de ir soltando la idea del amor romántico, que viene de esa época. Esas ideas afirman que la persona indicada es sólo una y que te completa la vida. La idea del amor libre rompe con eso porque implica mucho sacrificio y, a veces, violencia, a raíz de los celos y el control. Esta nueva forma de relacionarse no presupone la propiedad de la gente con la que nos vinculamos”.

Algunas preguntas se repiten en la intimidad de su consulta, en el marco de una sociedad armada a fin de que uno tenga una pareja monogámica. ¿Cómo empiezo? ¿Cómo se lo planteo a mi pareja y a mi familia? ¿De qué manera cuento esta forma de vincularme sin que piensen que soy un monstruo? “Algunos lo viven como una salida del clóset. Claro que nos encontramos con muchos casos. Como en cualquier relación, hay gente que puede mentirte y engañarte. Los conflictos personales surgen con las propias inseguridades y forman parte de esta desconstrucción”.

La mayoría de las personas que se acercan al consultorio de Mariscotti son jóvenes de entre 20 y 30 años. Sin embargo, también aparece una generación de entre 40 y 60 años, que llega después de una ruptura y quiere construir sus vínculos de una forma diferente. “Las nuevas generaciones tienen acceso a otras lecturas y prácticas. Pero también llega gente grande que está decepcionada con la monogamia. Quizá a ellos les cuesta más lo social, la cuestión de explicarle a los amigos y a los hijos esta forma de vincularse sexual y afectivamente”.

¿Qué hacer con los celos?

Los celos suelen ser un tema de consulta frecuente entre los foros de ALA. De hecho, la organización realizó un taller sobre el tema, en el que sus integrantes compartieron experiencias. “Siempre tuve un montón de miedos porque venimos con un chip que naturaliza muchas cosas. A veces lo pude hacer sin culpa; y otras no lo lograba y venían los celos”, cuenta Silvana González, empleada administrativa y actriz.

Después de su última relación monogámica, hace cinco años, ella dijo “basta”. Comenzó a investigar sobre el amor libre y otras formas de relacionarse. “Tengo una relación sexo afectiva con Natalia desde hace varios meses y también me vinculo afectivamente con Pablo y Cecilia. Esa es la configuración que tengo ahora. Cada uno puede estar con las personas que quiera por separado”, asegura.

Cuando se lo contaba a sus amigos, recibía respuestas similares a las de la madre de Juan Pablo D’Orto. Le decían que no quería comprometerse, que nunca se había enamorado o que quería tener sexo con cualquier persona que se le cruzara en el camino. “Ese es el gran estigma. Es difícil porque ante esas ideas tan generalizadas uno siempre queda muy apartado y discriminado. Nadie puede decir que está exento de la presión social. Por ejemplo, también te dicen: ‘Estás con hombres o con mujeres’”.

El ámbito de la discusión todavía está dado en las esferas privadas. Así como otros colectivos lograron hacer valer sus derechos, Natalia cree que hay mucho terreno por ganar en el poliamor; por ejemplo, el concubinato de más de dos personas y la crianza de los hijos.

Nadie dijo que sería fácil. Cualquier sistema social diferente –y el poliamor lo plantea– viene a romper con el statu quo. Quizá, en un futuro, las frases de la mamá de Juan Pablo D’Orto sean sólo un recuerdo en blanco y negro de una mente cerrada. Las prácticas comenzarán a ser más extendidas y menos cargadas de estigmas, y no sólo algo reservado para almas como Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre. En definitiva, con un formato de monogamia o de relación abierta, la idea seguirá siendo cuidar a las personas que queremos, y causarles el menor daño posible.

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