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Hay que echarle hue… ganas para votar desde el extranjero

El voto desde un país foráneo parece fácil, sin embargo, la realidad es que se trata de un largo camino para mantener los derechos políticos de las y los mexicanos que están lejos
24 de Junio 2018
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POR PATRICIA MERCADO SÁNCHEZ

Las personas mexicanas que viven en el extranjero tienen que “echarle muchas ganas” con el fin de votar en las elecciones que se avecinan, pues pareciera un viacrucis intentarlo.

“Toda la maquinaria electoral mexicana está hecha a partir de un principio: la desconfianza. El voto en el exterior se ha cuidado excesivamente en ese sentido, en lugar de que se vea como la promoción de la ciudadanía”, afirma Leticia Calderón Chelius, investigadora del Instituto Mora y quien ha participado durante más de 20 años en los grupos de expertos sobre el voto de mexicanos en el exterior.

“Para votar en el extranjero tienes que ser casi superhéroe y aguantar vara”. Esto debido a que la cantidad de obstáculos que tienen que vencer en términos administrativos es superior a la que se le exige a cualquier ciudadano.

“Ha sido una gran lucha, histórica, viva, intensa en los últimos 30 años, y muchas cosas han cambiado”, agrega Calderón Chelius.

Primero, cambió la idea de la migración como un fenómeno unilateral por uno más flexible y dinámico. Luego se modificó el imaginario nacional que consideraba que quien no vivía en México no tenía derechos políticos.

De acuerdo con la investigadora, “pelear por el derecho a votar más allá de la geografía es dar la batalla por tus propios derechos”. Es un avance de la democracia a nivel mundial, pues ya en más de 125 países existe la posibilidad de mantener la situación de ciudadano, aunque estés fuera de tu país.

“Es la extensión de tus derechos políticos más allá de tu lugar de residencia”, comenta la autora del libro Los superhéroes no existen. Los migrantes mexicanos ante las primeras elecciones en el exterior.

“[A los votantes desde el extranjero] deberíamos aplaudirles porque sobreviven a un trámite porque su convicción democrática está por encima de lo administrativo, algo que mucha gente aquí en México no estaría dispuesta a enfrentar”, agrega Calderón Chelius.

LUCHA HISTÓRICA

Las primeras discusiones sobre el voto en el extranjero se dieron en los 80, cuando diversos grupos de mexicanos en Estados Unidos empezaron a impulsar la idea de no perder su condición de ciudadanos, aunque vivieran fuera de México.

Había un supuesto en ese momento, sobre todo del PRI, de que quien se había ido del país era opositor al sistema y votaría contra ellos.

Sin embargo, en los más de 20 años que han pasado de esta discusión, México consolidó su sistema democrático, y sólo quedaba como pendiente electoral el voto en el extranjero, pues la sola idea de pensarlo rompía con la creencia corporativista de buena parte de la política mexicana.

Lo interesante es que mediante el voto cualquiera tiene el derecho a opinar, sin necesidad de pertenecer a un grupo, ser amigo de algún político o mandar dinero.

El camino ha sido largo y los primeros cambios se vieron en 1996, cuando se aprobó la instalación de casillas especiales con el propósito de que los ciudadanos pudieran ejercer su voto, aunque no estuvieran en su lugar de residencia.

Luego de nueve años, en el 2005, se logró la primera reforma que incluyó el voto de los mexicanos en el extranjero, y que era mucho más complicado que el actual sistema, avalado en el 2014.

Los cambios fundamentales que se aprobaron hace cuatro años y que se aplicarán en esta elección son: se puede emitir una credencial para votar en el extranjero, y es posible elegir no sólo al presidente de México, sino las senadurías y las gubernaturas de Chiapas, Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla y Yucatán.

CUÁNTOS Y CÓMO

En este proceso electoral, más de 181 000 mexicanos que viven el extranjero están ya ejerciendo su derecho a votar, y si bien el número puede ser considerado bajo, se están rompiendo récords de participación política.

Al corte del 14 de junio, habían llegado 63 213 votos provenientes de 100 países, lo que representa una tercera parte del total de personas registradas. En los últimos días la llegada de votos del extranjero mantiene un promedio de 5 000 diarios.

En Estados Unidos se concentra el 84 % de los mexicanos que podrán votar, y de ese país se ha recibido apenas el 33 % de los votos posibles. ¿La razón?: votar desde el extranjero es un viacrucis.

El Observatorio Binacional de Iniciativa Ciudadana considera que el proceso para emitir el voto desde el exterior todavía es complicado porque se deben completar varios pasos a fin de quedar inscritos en la lista nominal. Además de tramitar la credencial de elector, es necesario activarla y manifestar su intención de votar. Esta es una de las razones que limita la participación política de dicha población, considera la organización.

Un ejemplo claro es que, de acuerdo con datos del Instituto Nacional Electoral (INE), hasta el 31 de marzo de 2018 se tramitaron 672 855 credenciales de elector, de las cuales 521 735 fueron entregadas, 234 906 se activaron y 181 256 se registraron con el objetivo de votar desde su lugar de residencia.

Desde mediados de mayo, los mexicanos fuera del país empezaron a recibir un sobre con las boletas electorales, instructivo para votar y enviar, sobre para regresar el paquete, sobres para cada boleta y la información respecto a las plataformas de partidos y coaliciones.

Luego de emitir su voto, la persona debe ponerlo en el sobre prepagado de la empresa UPS y enviarlo a la Ciudad de México, a una bodega del INE instalada con ese propósito y resguardada por el Ejército.

A partir de esta semana se abrirán los paquetes para sacar los sobres-voto, que se irán acumulando hasta el día de la jornada electoral, cuando serán llevados al Tecnológico de Monterrey campus Ciudad de México, donde estarán las mesas de escrutinio y cómputo de voto en el extranjero.

Leticia Calderón Chelius insiste en que el actual modelo, aunque es un avance, limita la participación política.

OTRO PERFIL DE MIGRANTES

En esta elección el voto en el extranjero tiene un perfil diferente al que históricamente se ha visto. Hasta finales del siglo XX la mayor expulsión de personas ocurrió en la zona del Bajío; no obstante, con la llegada del nuevo siglo, el fenómeno se generalizó a todo el país. Entonces, se empezaron a registrar migraciones desde la Ciudad de México, Oaxaca, Puebla, Morelos y otros estados, principalmente a Estados Unidos.

De acuerdo con el Anuario de migración y remesas 2016 elaborado por BBV-Bancomer y el Consejo Nacional de Población, México es el segundo país en el mundo con mayor expulsión de personas, luego de India.

El destino principal es Estados Unidos, donde viven más de 12 millones de mexicanos. Sin embargo, en 2015 más de 289 000 migraron a países como Canadá, España, Francia, el Reino Unido y Alemania.

Entre 1995 y 2015, la emigración internacional mexicana casi se duplicó, al pasar de 6.7 millones a 12.3 millones de personas que salieron del país.

El mayor flujo migratorio se registró entre 2005 y 2007, explica Calderón Chelius, por lo que se está cumpliendo una década de ese pico que modificó el perfil del migrante mexicano.

Se fueron del país muchas personas de clase media, jóvenes y trabajadores más calificados. “Son mexicanos con mayor participación política”. Gracias a ello, ahora es hasta políticamente incorrecta esa discusión histórica de si quienes se van de México tienen derecho a votar o no.

Lo que hay que dejar claro es que no es un voto masivo, pues el promedio internacional de personas que votan fuera de su país apenas llega al 10 % del total. Sin embargo, el siguiente paso será lograr la implementación del voto electrónico, pues, aunque ya está aprobado en la ley, no se aplicó en esta elección por dificultades técnicas y logísticas.

La gran magia del debate sobre el voto en el extranjero es que se convierte en un laboratorio del futuro, de cómo se deberá ejercer la democracia mexicana en los próximos años.

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