Periodismo imprescindible Viernes 29 de Marzo 2024

Lejos del dolor

Argentina y Uruguay, al igual que otros países sudamericanos, aprobaron el uso del cannabis medicinal, sin embargo, aún enfrentan problemas para implementar leyes pertinentes, además de los prejuicios hacia quienes optan por las “otras vías” a fin de aliviar el sufrimiento
04 de Diciembre 2017
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POR Diego jemio / Buenos Aires, Argentina

E l tango y la milonga. El mate. El Río de la Plata. Argentina y Uruguay tienen muchos fenómenos culturales en común. Ahora, sumaron un nuevo punto que los une: los dos aprobaron una ley que reglamenta el uso medicinal y terapéutico del cannabis. A la lista de países sudamericanos se sumaron Chile, Colombia y Perú. El único país con cannabis “recreativa” es el de Mario Benedetti y Alfredo Zitarrosa.

Pese a las diferencias en la ley de uso medicinal que aprobaron Argentina y Uruguay, los dos países comparten problemáticas. Por un lado, está la letra fría de la ley, con sus buenas intenciones; por el otro, la aplicación real, la venta en farmacias, la necesidad de los pacientes y la formación de los médicos (junto a la resistencia de otros).

La uruguaya Raquel Peyraube jugó un papel importante en la legalización del uso de la mariguana con fines terapéuticos durante el gobierno de José Mujica. Doctora https://make-essay.net/essay-writing-service https://make-essay.net/essay-writing-service en Medicina y presidenta de  la Sociedad Uruguaya de Endocanabinología, fue asesora en materia de regulación del uso del cannabis en su país. Además, viaja por el mundo como consultora en reformas políticas vinculadas a diversas drogas.

Ella cree que la ley uruguaya es buena, pero su implementación resulta deficiente. Y eso trae como consecuencia un mercado clandestino de cannabis medicinal. “Las autoridades sanitarias no tuvieron el timing que requería la problemática. Eso trajo consecuencias no deseadas, como la venta clandestina. A partir de fin de año, comenzarían a producir cannabis medicinal en el país.

Ya se dieron dos licencias para hacerlo. De todas formas, no se da con el ritmo que quisiéramos ni con la variedad de productos. El gobierno comenzó con productos con cannabidiol (un compuesto orgánico que se encuentra en el cannabis) y no con THC, que precisamos para algunas patologías”, cuenta Peyraube desde Montevideo.

Cuando se habla del uso medicinal del cannabis, se utiliza con mucha frecuencia las palabras “cuidados paliativos”. La médica uruguaya enfoca esos términos y resalta que manifiestan muchos prejuicios hacia la medicina tradicional. “Muchos colegas reprochan el uso al decir: ‘Eso es paliativo y no curativo’. La medicina cura muy poca cosa. Curamos algunas infecciones, arrancamos una várice y muy poca cosa más. Acompañamos al paciente con el propósito de mejorar su calidad de vida y mejorar los síntomas de enfermedades crónicas. El cannabis hace exactamente lo mismo. No decimos que curamos. Sí decimos que mejoramos la calidad de vida y aliviamos los síntomas de determinada invalidez, esclerosis múltiple y parkinson, entre otras. Paliativo no quiere decir menor”.

Al referirse a los usos en determinadas enfermedades y a las formas de aplicación, Peyraube enumera una larga lista, que va de la esfera neurológica a la crónica, pasando por las autoinmunes.

“En el ámbito neurológico, se usa para el mal de Alzheimer o Parkinson, entre otros. Todos los dolores crónicos son posibles de ser tratados y responden bien. Lo mismo ocurre con las enfermedades autoinmunes, como la poliartritis. En los enfermos de cáncer, mejoran los síntomas adversos por la quimioterapia y radioterapia. La lista es infinita. En cuanto a las formas de administración, hay cápsulas granuladas y de aceite, gotas, tinturas, parches y cremas. El aceite se hizo masivo porque es el único que se puede importar como producto no registrado. Hay que ver cuál es el síntoma y se analiza cómo recetarlo”.

Ser fuente de cambio

Marcelo Morante, especialista en Medicina Interna, investigador del Área de Dolor y docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Plata (Buenos Aires), descubrió que el uso del cannabis era el sistema más efectivo para mitigar el dolor de su hermana enferma. Con el tiempo, se convirtió en un luchador con el objetivo de instalar el tema a nivel académico y social. Y, claro, tuvo que combatir los prejuicios.

“La ley en Argentina es un paso, un camino en el marco regulatorio, como cualquier sustancia medicinal. Por supuesto que es mejorable, pero tiene una cosa positiva: pone el peso en el programa de desarrollo. Debemos trabajar en dos frentes. Por un lado, la educación comunitaria. Recorrí el país junto a madres para contar de qué se trataba el uso del cannabis medicinal y a fin de dejar de criminalizar una situación de salud-enfermedad. Y, por el otro lado, está el ámbito científico. La Universidad de La Plata es la única que tiene un posgrado sobre la materia”.

Como una forma de militancia, Morante comenzó a capacitar a médicos de todo el país que llegan a esa ciudad de la provincia de Buenos Aires. Dicen que es clave tener una “posición activa y ser fuentes de cambio desde la participación”.

“Faltan ensayos clínicos que le pongan datos definitivos a lo que venimos comprobando. Para eso, es necesario generar investigación. Hay una crítica a la falta de evidencia. Con una ley que asegura un producto, será más fácil investigar. Debemos tener una sustancia segura y legal para que los médicos podamos trabajar. El cannabis medicinal no desplaza a la medicina tradicional, pero sí la complementa. Por ejemplo, hay una mejor tolerancia a la quimioterapia. O mejora positivamente en el apetito”.

Este año, el Senado argentino aprobó –por unanimidad y sin debate– el uso del cannabis medicinal. Uruguay lleva la delantera, con una ley de hace cuatro años. Sin embargo, Morante cree que los dos países comparten un mismo problema: la falta de un producto de calidad.

“Todos estamos atrasados en la materia. Uruguay aprobó la ley antes que la Argentina, pero aún no tiene un producto desarrollado. Por esa razón, deben importarlo al igual que nosotros a precio dólar. Es muy costoso el presupuesto para la medicación en general como para que se interesen en un producto así.

Una propuesta interesante de la Argentina es hacer una producción a través del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Eso marcaría una gran diferencia con otros países de la región. La ley plantea la gratuidad del producto, a través del Programa Nacional de Uso Medicinal del Cannabis”.

El uso del cannabis y la implementación de la ley en los países recién dan los primeros pasos. Y los debates se abren en varios frentes. Algunos especialistas aseguran que, si no se contempla el autocultivo, las leyes serán sólo declarativas. Un camino posible es el de la ONG Mamá Cultiva, que promueve el uso de resina de cannabis a partir del cultivo de cada familia. Sin embargo, ellas se enfrentan con un problema: la ley argentina castiga a quien siembre o cultive esas plantas.

En Buenos Aires y en otras provincias de la Argentina, las obras sociales comenzaron a entregar aceite de cannabis a sus pacientes. Peyraube cree que no sólo hay que lidiar las trabas burocráticas, sino también los prejuicios de los médicos.

“Debemos revisar nuestra deontología, que habla de mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes. La gente ya abrió la cabeza y vio cómo mejoran sus seres queridos con los tratamientos, con pocos efectos adversos cuando están bien tratados”.

El debate recién comienza, con la idea de una vida con cannabis, y sin dolor.

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