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Mujeres libres

Susan Abulhawa dirige la organización Playgrounds for Palestine, y también es autora de novelas de ficción donde las mujeres y su fuerza son protagonistas
24 de Octubre 2016
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Susan Abulhawa (1967) tiene un timbre de voz suave y acompasado que es una delicia escuchar. Además de activista por los derechos humanos y comentarista política, es escritora de ficción con dos novelas publicadas. Es de origen palestino, pero de nacionalidad estadounidense. Las mujeres ocupan el lugar protagónico en sus relatos. La mueve desvelar la imagen femenina a la cual se le ha quitado su complejidad.

“Cada sociedad en el mundo controla los cuerpos de las mujeres, sin excepción: cómo nos vestimos, cómo se supone que debemos vernos, qué constituye la feminidad y qué no, cuáles son la belleza y el tipo de cuerpo aceptables. Estas cuestiones son centrales en todos lados, así que es natural que eso ocupe la imaginación de un escritor”. Una imaginación como la suya.

Susan proviene de una familia de refugiados por la guerra de 1967 y dirige la fundación Playgrounds for Palestine. Sus dos novelas se ubican en Palestina y ambas hablan de mujeres de aquella región: Amaneceres en Jenin –un Best Seller– y El azul entre el cielo y el agua (Planeta).

Esta última es una historia que se cuenta en dos partes. Por un lado, se sitúa en 1947, en el momento previo y durante la invasión sionista a Palestina, donde se cuentan las vicisitudes de la familia de Um Mamdouh. Por otro, en 2007, cuando la estadounidense de origen palestino Nur se ha enamorado de un médico y viaja a buscarlo a Gaza, donde conoce a los descendientes de Um Mamdouh.

“Quería que esta historia en particular se ubicara en Gaza –región que lleva años aislada y ocupada militarmente por Israel–, y la idea de las mujeres proviene de mi propia historia, de mi propia niñez. Vengo de una familia de mujeres, así que quería hacer retratos del mundo femenino y sus relaciones, en especial en sociedades conservadoras musulmanas. Como escritora, quería explorar estas relaciones y celebrarlas en el contexto de Gaza, donde enfrentan demasiadas presiones externas tanto de los violentos militares ocupacionistas como del patriarcado y el régimen islámico. Y además, están las depravaciones generadas por el asedio económico que ha provocado esta tremenda pobreza”.

 

Lo humano y lo femenino

Susan se sienta tranquilamente con un té en la mesa. Durante la charla evita ver el celular, que vibra una y otra vez. Mira la pantalla y decide guardarlo en su bolso. Más adelante me explicará que su hija le envía mensajes. Susan usa unos curiosos aretes de cobre con la forma del continente africano. “Los compré en Durban, Sudáfrica”, dice. Le pregunto si es una forma de demostrar su activismo. “No, se trata de mostrar mi sentido de pertenencia, mi solidaridad”.

A ella, como escritora de no ficción, comentarista y periodista, le gusta hablar de las conexiones que hay entre las diferentes luchas de nativos e indígenas y las luchas de la gente de color. “La mayoría de mis héroes personales han sido revolucionarios afroamericanos, como Malcolm X o Howard Fuller,  así que tengo un verdadero fanatismo por las luchas afroamericanas, pero en general por las luchas en África y América Latina, igual que la tengo por Palestina, hacer estas conexiones es muy importante para que entienda la gente joven”.

A Susan, quien prepara una nueva novela con una prostituta palestina como personaje central, no le parece valiente escribir una novela, con voces femeninas muy fuertes a la vez que ricas y entrañables, situada en Gaza y que toca el tema de la invasión de Palestina en términos históricos y actuales. “Simplemente escribo, lo cual es muy fácil. Quienes sí son valientes son las personas que exponen su vida en la línea y que continúan viviendo allí, bajo las circunstancias a las que las están forzando. Como escritora, éstos son los temas y situaciones que me interesan. Estoy interesada en hablar de lo humano y lo femenino”.

El tema de El azul entre el cielo y el agua es la condición femenina en una sociedad musulmana muy conservadora. Y lo explora a partir de mujeres de diferentes edades, bagajes y épocas. La condición de cerrazón con la que se ve en occidente a estas sociedades, sostiene, no es del todo correcta. “No es que nuestra sociedad esté cerrada naturalmente, sino que Gaza está cerrada debido a una ocupación militar ilegal, que la ha aislado del mundo. Hemos sido educados en clanes étnicos. Yo no veo a estas mujeres como cerradas, sino como grandiosas y muy humanas”.

En Holanda, donde hace no mucho presentaba su novela, una crítica literaria le dijo que estaba sorprendida, luego de leer el libro, de que las mujeres palestinas fueran tan diferentes unas de otras. Susan estaba asombrada, aunque prefirió no decir nada. “Por supuesto que las mujeres son diferentes, vivimos en una sociedad que expande todo el espectro de la humanidad, están las putas, las santas, las madres, las adúlteras, las perseguidas. Pero esto se ha perdido mucho en occidente porque somos muy reduccionistas: o las consideramos locas y violentas u oprimidas y victimizadas. Es una u otra. Y en la imaginación occidental no cabe que simplemente seamos humanas, buenas o malas, corruptas o maravillosas”.

De hecho, con la palabra musulmán pasa lo mismo. Reducida a un solo concepto, se pasa por alto que no existe únicamente una sociedad musulmana. Es un invento de occidente, dice. “Es mejor hablar de ser mujer en equis sociedad. Los retos para las mujeres son universales y difieren de una sociedad a otra. Ciertamente, vivir bajo una ocupación violenta produce todo tipo de cambios en una sociedad”.

Por ejemplo, ella describe en su novela los túneles que cavaron los palestinos de Gaza a Egipto para poder comprar suministros básicos y de cómo los fueron destruyendo los israelíes. Su respuesta era buscar la forma de hacer nuevos. Y en estas situaciones las mujeres han jugado un papel importante. “En occidente se suele ver a las mujeres musulmanas como oprimidas y eso, otra vez, es muy reduccionista; todas las mujeres viven oprimidas de una forma u otra, sin importar donde vivamos o de donde seamos. Y no solo hablo de violencia sexual, sino también de la aceptabilidad. ¿Qué hace a una mujer aceptable en la sociedad?”.

Para Susan Abulhawa, quien emana una tranquilidad contagiosa, el conflicto en Gaza no es más que un ejemplo del proyecto imperial de Estados Unidos. “Es una fuerza hegemónica alrededor del mundo e Israel es uno de sus representantes. Y como está en una de las regiones políticas más importantes, no solo por su petróleo, sino porque es el acceso a tres continentes –Asia, África y Europa– entonces lo apoya. Estados Unidos no deja espacio para que las sociedades elijan sus propios líderes, se desarrollen por sí mismas, tengan sus propias revoluciones y sus propios movimientos sociales”.

 

Por: Javier Pérez

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