Periodismo imprescindible Jueves 28 de Marzo 2024

Al rescate de los murales

Lo que sería el recinto más lujoso y exclusivo de la Ciudad de México en los 40, acabó como basurero y bodega; y aunque alberga decenas de pinturas en su interior, podría ser demolido. Francisco Rugo Montoya Burciaga, hijo de uno de los muralistas, emprende una batalla para recuperar todos esos tesoros olvidados
07 de Octubre 2018
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POR DAVID GUTIÉRREZ

Construido al comienzo de la década de los años 40 por el empresario e ingeniero mexicano Fernando Saldaña Galván, el Hotel Posada del Sol, más allá de ser un lugar de leyendas que circulan por Internet, es una joya arquitectónica del siglo pasado que resguarda en sus paredes decenas de metros cuadros de murales de grandes artistas mexicanos; obras que corren el riesgo de desaparecer.

Ubicado en el número 139 de la calle Niños Héroes, en la colonia Doctores de la capital del país, el inmueble se gestó con la ambiciosa idea de convertirlo en el mejor y más bello hotel de lujo de México, para artistas e intelectuales, con estilo y características que mezclan la arquitectura colonial, barroca y neoclásica con acabados art nouveau y art déco de grandes dimensiones.

El conjunto arquitectónico posee aproximadamente 7 000 metros de construcción, 700 habitaciones, salón comedor, salón de té, jardines, auditorios, una capilla e impresionantes murales que, hasta la fecha, se mantienen impregnando la esencia con la que fue concebido originalmente el gran hotel.

Casi al término de la construcción, Saldaña Galván contrató a diversos pintores mexicanos con el objetivo de que crearan varias decenas de murales que complementarían la decoración del hotel. Entre ellos estaban los destacados artistas plásticos Francisco Montoya de la Cruz, Arturo García Bustos, Ramón Alva de la Canal, Arturo Estrada, Roberto Cueva del Río, Guillermo Monroy Becerril y Norberto Martínez Moreno.

Debido a severas dificultades económicas y políticas afrontadas durante y después del magno proyecto, mismo que nunca se concluyó en su totalidad, el gran sueño de Fernando Saldaña sólo permaneció ocho meses abierto al público para, finalmente, cerrar sus puertas. La obrar terminó de construirse el 22 de febrero de 1945.

En las últimas décadas, lo que pretendía ser el mejor hotel de México, fue ocupado por diversas oficinas gubernamentales, como el Instituto Nacional para el Desarrollo de la Comunidad y la Vivienda Rural (Ideco), el Instituto Nacional Indigenista Interamericano (INII), la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México y el Sistema Nacional Para el Desarrollo de la Familia (DIF).

Con el paso del tiempo, el inmueble se descuidó y nunca se le dio mantenimiento, por lo cual quedó totalmente abandonado hasta la actualidad.

Aunque han pasado más de 70 años, tiempo en el que ha soportado los grandes sismos, el Hotel Posada del Sol sigue en pie en la colonia Doctores y conserva una cierta belleza debido a su buena cimentación de piedra, su mosaico de talavera, madera y tezontle, incluso algunas piezas de su interior permanecer en buen estado, como es el caso de sus murales.

Para preservar esas grandes obras de arte del siglo XX, Francisco Rugo Montoya Burciaga, hijo del reconocido artista duranguense, Francisco Montoya de la Cruz (1907-1994), se ha dado a la tarea, en los últimos años, de rescatar tanto las obras de su padre como de los demás muralistas mexicanos.

“Mi padre llegó a pintar los murales de este gran hotel por invitación y recomendación de Diego Rivera con Fernando Saldaña. El maestro Montoya pintó en varias partes, como en el vestíbulo y la capilla, misma que está adornada exuberantemente con madera y mármol, así como con algunos motivos y simbología masona”, detalló.

Tan sólo dentro de la capilla del hotel, hay un total de 12 cuadros, de 50 por 120 centímetros, realizados al fresco por el pintor Francisco Montoya de la Cruz.

“En la parte superior de la capilla están los que considero los murales más pequeños de América Latina, que fueron pintados por mi padre, donde describe circularmente la historia prehispánica de México, desde su origen hasta la expropiación petrolera. Abajo hay otros seis murales que son volcanes y que también tienen otra simbología que no he descubierto todavía”, precisó Montoya Burciaga.

Los demás artistas tienen sus murales por todas las paredes del inmenso inmueble, obras de grandes dimensiones donde se puede resaltar el mural al fresco La Constitución de Apatzingán de 1814, del pintor poblano Roberto Cueva del Río (1908-1988).

Fue en 2013 cuando la entonces titular de la Secretaría a de Cultura capitalina, Lucía García Noriega, afirmó que el edificio se convertiría en el quinto Faro (Fábrica de Artes y Oficios) de la ciudad; proyecto que jamás llegó.

“Ella visitó el edificio, sacó fotos, hizo un texto, elaboró un catálogo y se lo presentó a Miguel Ángel Mancera (ex jefe de gobierno de la Ciudad de México), pero ahí quedó. Además, considero que le faltaron mucho detalles de investigación, no sabe quién es cada uno de los artistas que están en los murales. Es más, sólo existe un tomo de ese libro”, refirió Montoya.

En 2015 el hijo de Montoya de la Cruz comenzó a realizar las gestiones necesarias con el fin de ver cómo se podía recuperar el edificio y restaurar sus murales, sobre todo, “porque estaba la posibilidad que el inmueble pudiera ser demolido y se perdieran las obras”.

“Como está muy bien ubicado, es un espacio y un lugar excepcional para un desarrollo inmobiliario. Afortunadamente, hay un andamiaje jurídico que no ha permitido que exista una demolición, aunque siempre está ese fantasma, porque está completamente abandonado”, lamentó.

De acuerdo con Montoya Burciaga, la Secretaría de Cultura capitalina no tienen ningún antecedente por escrito preciso de los murales ni de la situación del edifico.

En su intento por preservar las obras pictóricas, buscó apoyo con otras instituciones culturales, como el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), que a través del Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam) realizó el inventario de la obra de su padre dentro del inmueble.

“Del INBA recibí una contestación por parte Cencropam, quien hizo un inventario de la obra de Montoya dentro del edificio. Aunque yo hablé en términos generales de todos los artistas, al ser el gestor inicial y personal del maestro Montoya, nada más se dirigieron a mí respecto a su obra”, abundó.

De acuerdo con el documento en manos de CAMBIO, fechado el 14 de septiembre de 2015 y firmado por la entonces directora del Cencropram, Gabriela Gil Valenzuela, tanto el INBA como el entonces Conaculta, expresaron su interés por que se llevará a cabo la restauración de los murales de Francisco Montoya de la Cruz:

“En el entendido de que la restauración de cualquier obra mural hace parte de un proyecto de atención integral al inmueble, le informo –Francisco Rugo Montoya Burciaga– que este centro estaría en capacidad de plantear el proyecto de restauración del conjunto muralístico y presentar el presupuesto correspondiente, o en su caso brindar asesoría técnica para llevar a cabo los trabajos, que en cualquiera de los casos deberá ser respuesta a una solicitud de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi) como responsable del edificio y la obra mueble asociada al mismo (…)”, detalla el documento.

A decir de Montoya Burciaga, la restauración y recuperación del inmueble se encuentran atoradas, porque se han hecho trabajos de investigación aislados y muchos de ellos incompletos, lo que ha impedido que se reconozca el verdadero valor artístico y cultural del edificio, tanto de su exterior como de su interior.

“Aunque la Seduvi es la responsable del edificio, existe una unidad que se llama Patrimonio de la Ciudad, que es la que tiene la custodia de ese edificio, pero ninguna instancia capitalina realmente se ha preocupado por salvar los murales y el hotel”, lamentó.

Es de comentar que, con acceso restringido, el Hotel Posada del Sol a veces es utilizado como bodega del gobierno de la Ciudad de México y también rentado como set para grabar películas, series y documentales.

“Algunas autoridades han dicho que rescatar el edifico es muy caro, porque presenta problemas de hundimiento, además de que también se inunda con las lluvias. Pese a ello, es importante resaltar que es un inmueble que ha sobrevivido sismos desde 1957. Es lógico que presente detalles por el paso del tiempo y porque está abandonado, pero creo que se puede recuperar”, puntualizó.

“Entré apenas el año pasado, cuando se hizo el inventario del Cencropam. El conjunto de murales está en buen estado, las filtraciones que hay son relativamente pocas, eso se debe a que la construcción fue buena. En estos 75 años los murales se han conservado por la calidad de los materiales, la técnica que se empleó y por la calidad de los pigmentos, que son de origen francés, lo que ha permitido que se mantengan bien, por lo que todos pueden ser rescatados”, subrayó.

Con la llegada de las nuevas autoridades al gobierno federal y local, Francisco Rugo Montoya Burciaga consideró que el mejor destino que puede tener el Hotel Posada del Sol, debido a su importante valor cultural, es que sea convertido en una universidad, “así como las que pretende crear López Obrador”.

De no poder salvar el edificio, sugirió rescatar las obras de su padre debido a sus dimensiones, las cuales son reducidas, comparadas con las obras de los demás artistas.

“Quiero que las obras del maestro Montoya, como no les han interesado, las manden a Durango. Eso lo podrían hacer mediante una técnica italiana llamada strappo, que consiste en el arranque de la superficie cromática de una pintura mural, con la que se consigue separar la película que forma la pintura del rebozado del muro posterior donde se encuentra”, explicó.

Finalmente, dijo que busca a más personas involucradas e interesadas en el edificio, con el objetivo de hacer una petición a la próxima jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y al titular de la Secretaría de Cultura de la capital, José Alfonso Suárez del Real, para solicitar el rescate y la restauración de los murales.

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