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Barrera mental

El curioso caso de “el quinto partido” para la selección mexicana contra la voz del Chicharito repitiendo ¡imaginémonos cosas chingonas!
23 de Junio 2018
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POR JULIÁN VERÓN

El futbol es una cajita de cristal llena de ficciones y de las situaciones que pasan dentro de una cancha, fuera de ella y el estado de cuasi histeria en el que entramos todas las personas relacionadas con la pelotilla. Despertamos el monstruo del nacionalismo barato al entrar en nuestro estado más primitivo y poco crítico, conectando con el lado más animal y carnal de nuestro espíritu. El futbol deja ver lugares brillantísimos y oscuros que no conocemos de nosotros mismos, con un poder de autodescubrimiento que de a ratos no llega ni con la droga más hermosa o en el diván de psicoanalista más cómodo.

Ahora, el futbol mexicano tiene gran parte de su mística en sumergirse dentro de la derrota ineludible y obligada; en estar muy cerca de lograr objetivos pero, por cualquier razón (véase Rafa Marquez vs. Robben en el 2014), no alcanzarlos. Es como si los mexicanos se sintieran mucho más en casa en la recámara del perdedor, que al asomar la cabeza y ver qué está pasando dentro de la del campeón. Además, cuentan con una especie de obsesión con “el quinto partido”, ya que hace 32 años no se llega a esas instancias: la última selección en lograrlo fue la que encabezó Hugo Sánchez en 1986, cuando perdieron por penales contra Alemania. Claro que tenía que ser Alemania.

“¿Pero por qué no podemos ser el Leicester City o la Grecia de la Eurocopa? ¡Imaginémonos cosas chingonas!”, le dijo Chicharito Hernández a David Faitelson en un video que ya todos vimos por lo viral que se volvió. El video era una entrevista de hace meses, donde Faitelson le decía al Chicharito que México no está para ser campeón del mundo y que el primer lugar del grupo del Mundial estaba asegurado por Alemania. Chicharito, como el buen ser humano que es, trató de hacerle ver que todo era posible y que había que pensar más bien desde un lugar positivo y no tan negativo.

La selección nacional de futbol mexicano ha tenido (hasta ahora) una especie de barrera mental impuesta por los jugadores, los aficionados de a pie o los analistas deportivos. Justo un día antes del juego contra Alemania, un editor de Univisión Deportes debatía conmigo sobre la goleada que Alemania iba a darle a México, con sus argumentos y visiones debido a la “poca calidad” de los jugadores mexicanos.

“Para lograr metas más arriba de las comunes, se necesita un trabajo mental arduo. Hay que entrenar la mente al igual como si estuvieses entrenando tus cuádriceps”; dice Isaac Barrera, psicólogo deportivo. “Desde cómo reaccionar a situaciones adversas, cómo mantener la concentración en momentos importantísimos y hasta entrenar cuando estás menos motivado. Hay que tener una serie de recursos para que en la cancha, el deportista sea capaz de enfrentarse a situaciones que pongan al límite su capacidad física y mental y así dar el máximo”.

Odio sonar como autor de novelas de autoayuda o pinche “coach espiritual”, pero nuestra mente termina siendo la culpable de todos nuestros éxitos y fracasos. Y es bastante simple, ¿cómo vamos a lograr cualquier meta que nos trazamos si, desde nuestro cerebro, músculo más importante y grande de nuestro cuerpo, ya nos ponemos una especie de barrera? Es imposible. Según Forbes, un estudio que contó con más de 5 000 overachievers, el 85.5 % cree en su cabeza que es el mejor en lo que hace, y se concentra más en el futuro que en el presente. Y bueno, si tú no piensas que eres el mejor, es bastante difícil convencer a los demás de ello.

Javier Hernández ha estado en todos lados: en el Manchester United, West Ham United, Real Madrid, Bayer Leverkusen. Es un tipo que ha compartido el vestuario con los mejores jugadores del mundo y entiende qué estado mental se necesita para lograr éxitos deportivos que, a primera vista, están por encima de las capacidades obvias de un grupo de jugadores.

Mucho se dijo del increíble trabajo del psicólogo Ken Way del Leicester City, el equipo campeón más improbable de la historia del deporte. Ayudó a que una plantilla con jugadores que en otros equipos ni entrarían en la lista de convocados fuese campeona de la liga inglesa. Jamie Vardy logró cambiar su vida de futbolista amateur a seleccionado nacional inglés, y muchos otros aseguraron contratos millonarios, así como el único trofeo que probablemente tendrán en sus carreras.

Según Wes Morgan, capitán del Leicester, “lo que más nos ayudó era mirarnos a la cara en cada entrenamiento y creer que era posible. Somos personas al igual que los demás jugadores de equipos mejores y con más presupuesto que el nuestro, pero nuestro estado mental era inquebrantable, nunca dudamos de nosotros mismos y, sobre todo, recuerdo que a mitad de temporada nos sentíamos casi imbatibles, y cada vez que anotábamos un gol señalábamos nuestra cabeza para recordar que teníamos que mantenernos estables ahí arriba y llevar con calma todo lo que estábamos logrando. Si cada uno de nosotros no hubiese creído que era posible, jamás hubiésemos levantado el trofeo”.

Lo más curioso de todo el tema que tiene la selección mexicana, los analistas deportivos y los fans, es que no ven más allá ni siquiera del quinto partido del Mundial. Es una barrera mental autoimpuesta en la que ni ellos mismos entienden por qué obstruye mayores logros deportivos. Y sí, México no es Alemania, España o Brasil, sin embargo, ¿por qué empezar el partido perdiendo 0-2 en vez de partir 0-0 y ver qué chingados pasa? El secreto de “el quinto partido” está más por dejar de ponerse la barrera del quinto partido y ver al séptimo (la final).

“Con casos como el que me señalas de México (yo agregaría que el de los ingleses y las tandas de penales), la situación va más allá porque precisamente, el ‘quinto partido’ es la meta. Lo más. Para el futbol mexicano no hay nada más allá del quinto partido, y de ahí viene la propia incapacidad de llegar a él, porque inconscientemente no sabrían qué hacer ahí. Desde que la mayoría de la camada de estos jugadores nacieron, están escuchando el discurso de ‘llegar al quinto partido’, pero ninguno ha escuchado el ‘¡lleguemos a la final!’. Culturalmente esta esa barrera nacional, la cual conlleva muchísimo trabajo psicológico diario (algo difícil en selecciones por el poco tiempo que están juntos, por eso el trabajo en los clubes es tan importante)”, me comenta Isaac.

“Si la meta fuese la final, ¿qué podría pasar? A lo menos llegan a semis, o al tercer lugar, o hasta la final y la pierden. Pero por nada más ponerse una meta muchísimo más alta, ya están pensando en otro nivel más arriba que el que les repitieron a más no poder que era el logro máximo”, concluye el psicólogo deportivo.

Según esto, Chicharito es un jugador que sí está concentrado en algo más arriba, y quizá por eso vimos el nivel de su partido ante Alemania y ha jugado donde ha jugado. Todos los jugadores que representaron a México ese día en Rusia elevaron su nivel a lugares desconocidos: Lozano, Herrera, Layún, Gallardo. Al parecer, todos los autores de libros de autoayuda y ese famosísimo comercial de Gatorade tienen algo de razón: “El límite está en ti”.

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