Periodismo imprescindible Jueves 28 de Marzo 2024

Hola code: Educar con los brazos abiertos

Como un modelo disruptivo que invierte en el talento y apuesta por un sector constantemente discriminado como son los migrantes, hola code es un bootcamp que da a las y los jóvenes habilidades para la creación de tecnología y, al mismo tiempo, para la vida
09 de Septiembre 2018
MARCELA PRINT
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Imagina que un día tu vida, tal como la has conocido, cambia de un momento a otro; que el país donde has crecido, cuya cultura te ha formado y cuyo idioma has hecho tuyo, simplemente te cerrara las puertas. Imagina que naciste en un país que no conoces puesto que, sin preguntarte nada, tus padres o alguien más tomó la decisión de echar la vida en una maleta, tomarte en brazos e ir a probar suerte cruzando la frontera norte.

Esto pasa cuando un dreamer es deportado. Normalmente tiene pocas esperanzas de encontrar un trabajo bien remunerado. Muchos ni siquiera hablan español pues sus padres, ante el miedo de la migra, prefirieron comunicarse sólo en inglés. A ello habría que sumar los retos de integrarse a una cultura que desconocen, una ciudad nueva y muchos obstáculos más.

No todos los dreamers tuvieron acceso a una educación superior, por tanto, muchas veces carecen de herramientas con qué abrirse paso en el mundo laboral, lo que representa un reto más, y justo en ayudarles en esto se aboca <hola-code/>, un programa de enseñanza enfocado en desarrollar habilidades en estos jóvenes para que se conviertan en desarrolladores y creadores de tecnología.

Marcela Torres, cofounder de este emprendimiento social, explica por qué el convertirse en especialistas en programación y código representa una oportunidad no de subsistencia temporal, sino de desarrollo sostenible para estos jóvenes repatriados pues estas habilidades les abren las puertas con el fin de que encuentren empleo en empresas de tecnología de todo el planeta. Y sí, con el código, esta empresa social busca derribar las fronteras.

“La creación de tecnología es una competencia que puede marcar la diferencia porque ahorita existe una meritocracia muy grande en el sector de la innovación debido a que hace muchísima falta capital humano, o talento; personas que puedan desarrollar código y específicamente trabajar en software. Es algo que está creciendo muy rápido. Las universidades no se están dando abasto, no se pueden actualizar y la educación formal, en general, va muy lento frente al ritmo acelerado que se requiere en el desarrollo tecnológico.

“Aquí hay un puente de oportunidad, como está siendo tan meritocrático el sector, está abriendo mucho las puertas a personas que no tienen estudios universitarios, que no tienen una educación formal. Aquí se valora más y se abren las puertas a las personas que son autodidactas, que aprendieron de otras formas, que tienen muchas ganas, que están aprendiendo cosas constantemente, que no se van por lo seguro, que trabajan duro. Nosotros vemos una oportunidad para las personas repatriadas, migrantes y refugiadas porque son personas que tienen ya muchas ventajas en sus personalidades; innegablemente es una ventaja para el sector y para aprender a desarrollar software, como por ejemplo la resiliencia que tienen, la adaptabilidad que tienen porque el programar es muy frustrante, muchas veces hay bots, hay que acabarlos, hay que perseguirlos; a veces va a tomar semanas y una persona que tiene la determinación y la resiliencia de un migrante, este tipo de cosas no le va a aparecer obstáculo que le afecte en su personalidad o que le destruya como persona, sino es algo que tienen ya casi casi en su ADN después de pasar por este proceso de seguir adelante, y la adaptabilidad es impresionante porque pueden trabajar diferentes tipos de proyectos, con diferentes tipos de personas con diferentes personalidades y saben adaptarse, saben trabajar en estos diferentes contextos y esto les genera unas ventajas competitivas enormes, pero también les da un montón de herramientas que les vana a ayudar a ser mucho mejores en los perfiles que el sector requiere y no sólo para incorporarte en un empleo, sino también para emprender una empresa de tecnología”.

Así, valorando lo bueno de ser migrante, <hola-code/> recibe jóvenes deportados, aun sin documentos de identificación oficial, ni comprobantes de estudios. De hecho, si ingresan, se hacen acreedores a un pago, cuyo propósito es que puedan subsistir durante los cinco meses que dura el curso intensivo, así como a tres comidas al día, algo invaluable cuando regresas a un país que realmente no conoces, donde no tienes redes de soporte, y sobre todo cuando no estabas preparado para soportar una ola creciente de deportaciones –tan sólo en el 2017 casi 167 000 migrantes fueron enviados de regreso a México.

A Marcela le indigna ver que el discurso global de la migración no se detiene a pensar realmente en las personas, en lo que viven y padecen. “En el discurso global de la migración, ves una cosa como el brexit, ves una cosa como un debate sobre muros. En Australia incluso ves que las personas refugiadas ni siquiera pueden llegar a pisar el suelo porque los ponen en unas islas aparte. Hay un montón de problemáticas alrededor de la migración, parecería que estamos como sociedades negando el hecho de que hemos sido poblaciones migrantes todos nosotros, y como resultado tenemos los países que tenemos y que nos beneficiamos muchísimo de esto, justamente porque las personas que migran tienen una perspectiva diferente, tienen una forma de pensar las cosas distinta y eso siempre genera innovación, y es justamente lo que estamos predicando en estos sectores de startups, de innovación, de tecnología; queremos diferentes perspectivas, equipos multidisciplinarios para generar nuevas ideas, nuevas formas de hacer las cosas, y el que una persona sea migrante, refugiada, que venga de otro país, que venga de otro contexto hace que tengan estas cosas que estamos buscando por todos lados”.

Y sí, la población en movimiento es mucha. La movilidad humana –como debería ser llamada correctamente la migración– es un derecho, no un fenómeno aislado. En México se vive de distintas maneras, y Marcela nos explica porqué justo eso representa un área de oportunidad para <hola-code/>: “Aquí tenemos todos los fenómenos migratorios: desplazo, refugio, recepción, desplazamiento interno, retorno. Es un país migrante y no se reconoce como tal, no hablamos tanto de la migración en el país y hay muchísimas poblaciones migrantes, por tanto hay una necesidad muy grande de trabajar en este tema, y nadie lo está haciendo, nadie lo está pensando; se piensa más como un problema, en vez de un área de oportunidad enorme para el país, para sectores que necesitan innovar como la tecnología”.

Y es que las poblaciones migrantes están integradas por personas ignoradas por el Estado, pues no hay una política pública bien diseñada para estas poblaciones, ni instituciones eficientes y transparentes dedicadas a garantizar sus derechos.

¿CÓMO FUNCIONA?

Las clases se dividen en tres etapas: Preparación (cinco semanas), Inmersión (12 semanas) y Preparación para el Trabajo (tres semanas). Primero se enseñan los principios de codificación; después se construyen las habilidades necesarias para ser un ingeniero en software, desde lo que corresponde a la técnica, como las relaciones con otros, a través de eventos y mentorías.

La última etapa es la más importante puesto que toda la capacitación recibida es gratuita y los alumnos pagarán hasta que encuentran su primer empleo. De ahí que el apartado sobre preparación para el trabajo es fundamental no sólo para la supervivencia del joven alumno, también para la sostenibilidad de este emprendimiento social.

Durante las 20 semanas que dura el curso no se efectúa ningún pago por la comida o las clases. Con el propósito de lograr que los alumnos consigan empleo rápido, <hola-code/> se ha aliado con empresas de tecnología en México para poder ofrecerles especialistas en programación con nivel internacional, esto garantizado pues <hola-code/> fue concebido como emprendimiento en Hack Reactor, un bootcamp en Sillicon Valley.

El curso es muy intenso y tiene que ser corto para responder a las necesidades de todos los involucrados. La pregunta es ¿se puede formar a un profesional de alto nivel en tan pocas semanas?

Aquí las clases son de lunes a sábado de ocho de la mañana a seis de la tarde en la fase uno, y de ocho de la mañana a nueve de la noche en fase dos.

Así, trabajando mucho, el programa de <hola-code/> garantiza que sus egresados  desarrollen aplicaciones desde cero. Lo que hizo <hola-code/> fue invertir el modelo de negocio del sector educativo; es decir, invierte en talento y cobra colegiaturas una vez que el egresado consigue un empleo relacionado con el bootcamp. Esa es la gran disrupción de este emprendimiento social y tecnológico.

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