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Educarnos para disfrutar

¿Cómo vamos a enseñarles a niñas, niños y adolescentes a manejar su vida sexual cuando nosotras, como personas adultas, no sabemos cómo hacerlo? No debería sorprendernos entonces la cantidad de tabúes que se transmiten de generación en generación
02 de Septiembre 2018
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POR JULIEN CARGNELLI*

Creemos que la función de la escuela sólo es enseñar conocimientos, pero que la moralidad y nuestros valores, incluyendo los relacionados con la sexualidad, deben transmitirse a través de los padres y madres. El problema es que la mayoría de nosotros no recibimos educación sexual en nuestras casas, y es muy común que no podamos hablar de este tema con los niños y niñas. ¿Cómo vamos a enseñarles a manejar su vida sexual, cuando nosotros mismos no sabemos cómo hacerlo? No debería sorprendernos la cantidad de tabúes que se transmiten así de generación en generación.

Actualmente, la educación sexual proporcionada desde el sector público sólo se encarga de la prevención de embarazos adolescentes y de la transmisión de enfermedades sexuales, y eso no está mal si consideramos que México es el primer país del mundo en embarazos de menores. Es una tarea titánica y sumamente compleja, pero que lamentablemente no ha dado buenos resultados. ¿El motivo?, encargan a unos profesores –algunos de ellos nunca han sido capacitados para esto o aún se sienten muy incómodos con el tema– que expliquen a las y los jóvenes cómo reconocer y luchar contra los abusos, cuidarse con el fin de no contraer enfermedades y no terminar ante un embarazo no deseado.

La perspectiva pedagógica tiende a ser negativa, ¿no te parece? Ni educadores, ni madres o padres hablan de que el sexo puede ser maravilloso, de que se trata de la relación más íntima y placentera que dos personas pueden compartir. Siempre hablamos del sexo como algo prohibido, peligroso y de lo cual debes avergonzarte. El concepto mismo de sexualidad se carga de angustia, culpa y pecado, y eso se suma a la adolescencia que de por sí es un momento delicado, cuando nos sentimos llenos de dudas, de prejuicios, de leyendas urbanas; vamos por ahí convencidos de que todo el asunto del deseo sexual es sucio, asqueroso y peligroso.

El problema psicológico viene de que al mismo tiempo sentimos un constante deseo sexual provocado por el coctel de hormonas de la pubertad y la mera curiosidad hacia este misterio; agrégale un acceso ilimitado a Internet y sus videos pornográficos poco realistas para que el resultado sea absolutamente devastador.

La culpa y los traumas son, según yo, la principal fuente de malestar y del mal comportamiento de muchos. Si, por el contrario, tuviéramos una educación sexual positiva, nos permitiría crecer para ser adultos menos rígidos, más sanos y respetuosos. El buen manejo de la sexualidad se traduce en una disminución de todos los niveles de violencia. Suena medio hippie o idealista, pero es muy real.

El sexo es un motor motivacional y energético tremendo. Los adeptos del tantra lo consideran la energía más poderosa del cuerpo y la usan para su desarrollo espiritual; los artistas lo subliman en obras creativas originales; los atletas, en desempeños deportivos. Si no logramos que circule esta energía con nuestras parejas sexuales o sublimarla en otra actividad, se convierte en un sentido de frustración que provoca ira, conductas nefastas o violencia.

Las y los educadores deberían enseñarnos que el sexo es una parte natural y esencial de nuestra humanidad, y que vivir una vida sexual plena, sin prejuicios ni culpa, puede ser lo más maravilloso del mundo.

¿Entonces, qué debería incluir una educación sexual integral? Ante todo, las niñas y los niños necesitan educación emocional. Sin autoconocimiento de nuestras propias emociones, sensaciones y necesidades, es imposible desarrollar una sexualidad sana y serena.

Esta educación debe ser progresiva, adaptada a cada edad y a su capacidad de entendimiento. El error que cometen muchos adultos es creer que un niño de cuatro o seis años no debería enterarse de estos temas; no quieren contestar sus dudas, les dicen que son problemas de adultos y que lo verán más tarde. Otros simplemente los ignoran o les mienten con un lindo cuento de cigüeñas. Estas respuestas que no consiguen de sus madres y padres, las van a buscar en otras fuentes por lo que, más adelante, cuando tengan otras dudas fundamentales no irán naturalmente hacia ellos. Se pierde así una oportunidad de crear confianza y comunicación. En caso de un abuso, no van a sentirse cómodos de hablar del tema en familia.

Poco a poco, al ritmo de su crecimiento, niños y niñas pueden aprender las bases de anatomía y fisiología, para que entiendan bien la contracepción. Está comprobado que entre más temprano se reciba educación sexual menor será el número de embarazos adolescentes, porque aunque la creencia popular sea que exponerles el tema de la sexualidad los va a incitar a experimentar, en realidad pasa exactamente lo contrario: las y los jóvenes se cuidan mucho más cuando les enseñamos a hacerlo y le quitamos lo misterioso al asunto.

Una visión integral de la sexualidad incluye todos sus aspectos: orientación sexual, concepto de género y diversidad humana. Estos temas también pueden ser introducidos a temprana edad y progresivamente. Los adultos suelen escandalizarse por cosas que los niños aceptan muy fácilmente, como dos hombres besándose, por ejemplo. “Es que se quieren mucho”, y ya.

En el periodo de la pubertad y los cambios físicos, conviene abordar dos temas centrales: la imagen poco realista de los cuerpos en los videos pornográficos y en la publicidad, que pueden generar problemas de percepción corporal; y los problemas del consenso y del acoso.

En cada etapa conviene recordarles que una relación sexual es ante todo eso, una relación. Puede implicar amor, cariño, afecto o solamente deseo físico, pero de lo que nunca puede carecer es de respeto, como toda relación interpersonal.

Estoy convencido de que apropiadamente educados, nuestros niños van a convertirse en adultos más serenos, respetuosos de los demás, menos traumados por sus propias diferencias y podrán desarrollar vínculos amorosos más balanceados y duraderos. ¿Qué tal si nosotros también empezamos a reeducarnos para disfrutar sin miedo?

 

*Julien Cargnelli es educador de la sexualidad humana y fundador de secretodealcoba.com. Le agradecemos que nos permitiera reproducir este artículo. Si tienes dudas o necesitas la ayuda de un especialista, puedes encontrarlo en Facebook/Secreto de alcoba y en Instagram como @secreto_de_alcoba

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