Periodismo imprescindible Jueves 28 de Marzo 2024

El costo de ser acosada sexualmente en el trabajo

El acoso u hostigamiento en el ámbito laboral contra las mujeres está muy normalizado y muchas veces se ignora por desconocimiento. Es un acto que les cuesta a las mujeres en su carrera laboral a lo largo de sus vidas
29 de Noviembre 2018
No disponible
No disponible

“Cuando les dije que había encontrado un trabajo en un despacho de abogados, mi cuñada en seguida me alertó ‘ten cuidado, el ambiente es muy pesado, hay mucho acoso, creen que tienen la ley de su lado’. Le dije que sería la asistente del director y que no aparentaba ser acosador, pero que tendría cuidado”. Eso me cuenta Massiel luego de más de 8 años del suceso, cuando todavía no existía el movimiento en Hollywood de #MeToo o campañas globales contra acoso sexual.

“Un día se me ocurrió llevar una falda de mezclilla, y el socio de mi jefe, de apellido Murcio, apareció por la empresa. No dejaba de mirarme las piernas, y yo corrí a la silla para ocultarlas rápidamente bajo el escritorio. De pronto me preguntó: ‘¿niña de las piernas, a ti te gusta ver gotitas?’ No entendía y me dijo, ‘ay, no te hagas, se ve que te gustan las grandes’”, recuerda a la perfección Massiel quien añade, hay algo peor en esa historia: la asistente del tal Murcio le dijo “pues tú que traes esa falda, le diste entrada”.

Ella, como el 30% de las mujeres que trabajan, fue víctima de violencia laboral, y no sólo eso, renunció un día después, no sin antes avisarle a su jefe directo sobre este delito. “No dijo nada, mas que ‘es mi socio, no puedo prescindir de él y en esta oficina hay cosas que se deben soportar si quieres ascender’”.

— ¿Sientes que eso afectó tu carrera laboral o tu vida personal?

— Sí, sí, me hizo insegura. No de inmediato, pero casi ya no uso faldas o vestidos.

El acoso sexual es una conducta no deseada de naturaleza sexual en el lugar de trabajo; provoca que la persona se sienta ofendida, humillada y/o intimidada, de acuerdo con la Organización Internacional de Trabajo (OIT).

Los principales agresores son los compañeros de trabajo (35.2 % de denuncias en México), y se cataloga como hostigamiento sexual cuando esta violencia es ejercida por un superior directo o indirecto (19.3 % de denuncias, según la Encuesta nacional sobre la dinámica de las relaciones en los hogares 2017 del Inegi).

¿Quién puede ser víctima de acoso sexual? Según la OIT, tanto hombres como mujeres, pero los estudios indican que son las mujeres jóvenes, solteras, divorciadas y económicamente dependiente las que pueden ser agredidas en su lugar de trabajo.

Esto se entiende al ver las cifras de la población mexicana que trabaja: el 61.9 % son hombres y 38.1%, mujeres; y los números en cuanto a cargos que tienen las trabajadoras: sólo 5 % de los puestos en los consejos directivos en México están ocupados por ellas, de acuerdo con el informe “Diversidad en la empresa y representación de minorías” publicado por EAE Business School.

“Me acosaron en un programa feminista”

Cristina* era directora en el departamento de producción de un programa de televisión de una hora que se transmitía en vivo de manera semanal en un canal de Venezuela. Sin embargo, tenía que tratar con el jefe de programación de la televisora, pero constantemente hacía comentarios sobre el físico de Cris, “que si le gustaba vernos caminar y mover las caderas”.

“Yo simplemente le ponía mi cara de ‘machete’, como dicen en Venezuela, y le bajaba dos rayitas conmigo, pero no con una compañera a quien sí se le encimaba, le llegaba por detrás y la abrazaba para hablarle”. A Cris también le hizo eso, pero en ese momento ella se quedó en shock. “Me susurró algo en el cuello, cerca del oído y sentí la incomodidad; lo que pasó fue que me paralicé. Dejé mis actividades y no pude continuar hasta que se fue porque estaba en shock”.

La situación continuó, y el jefe de Cristina hacía comentarios sobre su aspecto físico en frente de los demás técnicos, pero ella lo ignoraba y continuaba sus actividades.

Una de las consecuencias más grave a largo plazo es la disminución del interés de las mujeres de ejercer su derecho al trabajo. Considerando que es difícil que se reconozca como un derecho el trabajo por las condiciones desventajosas que existen, al agregarle la violencia y discriminación, lo hace más complicado, me explica la Maestra Hilda Rodríguez, economista por la Universidad Nacional Autónoma de México y demógrafa por El Colegio de México.

“Si las mujeres ingresan al mercado del trabajo, hay más posibilidades de que se dé un crecimiento, de que haya mejores condiciones económicas en general, hay más reconocimiento del trabajo que se está desperdiciando”, añade.

Finalmente, Cristina me dice que sí cree que ese episodio en su vida la afectó, por lo menos en su desempeño, porque el agresor era su jefe, y para ella, tener que convivir constantemente con él afectaba los flujos del trabajo, hasta que pudo encontrar otro programa en el que no tenía que convivir con él.

Costos y consecuencias

Las empleadas encuentran costos que solventar cuando son víctimas de este delito, como los días laborales perdidos en el proceso de denuncia y la atención psicológica, que no sólo afecta a las víctimas y a las empresas, también al gobierno, señala Hilda Rodríguez, también docente de la especialidad de Género en la Economía.

Entre las consecuencias que pueden costarles a ambos, según la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), están el sufrir un estereotipo negativo, ausentismo, mal desempeño y disminución de la productividad.

Las pérdidas monetarias son parte de las consecuencias que el acoso y el hostigamiento sexual en el trabajo pueden tener. Un efecto social que advierte la CNDH es el despido o la renuncia en el trabajo, pero también ausentismo, mal desempeño y disminución de la productividad; problemas que le cuestan a las empresas y al trabajador.

“Este desaliento de trabajo se da a nivel individual y a nivel del desarrollo de países, tiene efectos muy amplios a nivel macroeconómico y macrosocial”, me refrenda Hilda.

En términos físicos, se puede dar estrés, fatiga, úlcera; en términos psíquicos, ansiedad, depresión y hasta suicidio, enfermedades físicas y mentales.

“Estas formas de psicotraumas pequeños generan niveles de cortisol en la sangre que pueden dañar ciertas configuraciones neurobiológicas, y que se dan cuando hay niveles de estrés elevados. Si una mujer crece en México y vive acoso en su familia, en la calle y en otros ambientes, incrementa esos niveles. […] Eventualmente podría tener un problema de control en sus impulsos a largo plazo”, me dice el especialista en psicoterapia cognitiva, Octavio Gascón.

Hay mujeres que se vuelven inestables en el trabajo y no son muy funcionales en él o en sus relaciones, asegura el también director de la clínica de depresión y ansiedad, Athva.

Acoso que da urticaria

A Karla le dio urticaria el día que su jefe, el entonces presidente municipal del municipio de Chapultepec en el Estado de México, le dio un beso en el cuello sin su consentimiento.

Karla trabajaba en el área de comunicación social del ayuntamiento de esa jurisdicción; su oficina estaba al lado del entonces edil, Carlos Serrano. Ella denuncia que él hacía comentarios sobre su aspecto físico que le incomodaban. “Después de los comentarios empezaron los acercamientos, me saludaba de beso o me abrazaba”, recuerda.

Todo empeoró cuando en la oficina le robaron mil pesos y ella empezó a preguntar por su dinero. “Él me dijo que dejara de hacer alboroto por eso y que él me los pagaba. Y la siguiente semana llegó con el dinero y me dijo ‘¿cuánto me van a costar tus abrazos?’ y me dio un beso en el cuello. Ahí fue cuando me lo quité y le dije que qué asco. Después de eso ya no se me insinuó así, e incluso me ignoró”.

Nunca dijo nada en la oficina porque dice que no se sentía segura en el ambiente, y que, además ¿con quién denuncias al presidente municipal? Considerando que cualquiera podía entrar y robarse mil pesos o acosar a una trabajadora sin consecuencias.

“Ese día llegué a mi casa a llorar; yo traía urticaria en el cuello, como si me hubieran pasado un cactus”.

Se estima que la violencia laboral ha aumentado 30 % en el último año; sin embargo, en muchos casos estas situaciones no se denuncian por miedo a represalias o falta de confianza en las autoridades, de acuerdo con la Procuraduría Federal del Trabajo (Profedet).

El miedo a denunciar es muy común y válido, pero recuerda que, al hacerlo, estarán enfrentando las consecuencias de sus propias acciones.

Algunas formas de acoso y hostigamiento sexual:

•Contacto físico innecesario y no deseado.
• Observaciones molestas y otras formas de acoso verbal.
•Insistencia en buscar sexualmente a una persona (bajo el disfraz de seducción o coqueteo).
• Miradas lascivas y gestos relacionados con la sexualidad.
• Petición de favores sexuales.
• Insultos, observaciones, bromas e insinuaciones de carácter sexual.
•Manoseos, jalones o pellizcos en forma sexual.
• Propagar rumores sexuales acerca de la víctima.

¿Cómo no acosar?

Si sufres acoso u hostigamiento en tu centro de trabajo, acude a Profedet. Es tu derecho a vivir una vida libre de violencia laboral. Llama al 01 800 911 78 77 o escribe un correo a [email protected] para recibir asesoría y orientación gratuita.

 

*Se omitió el nombre verdadero de la víctima por su seguridad.

Recientes