Periodismo imprescindible Jueves 18 de Abril 2024

El Huatulco de Cornelio y sus aves

Hay gente que recorre estados, países e incluso continentes con tal de acrecentar su registro de aves observadas. Muchas de estas aves se encuentran en nuestro país y "cazarlas" con la vista, es más emocionante de lo que parece
11 de Enero 2018
Cornelio Ramos. Foto tomada de Trip Advisor.
Cornelio Ramos. Foto tomada de Trip Advisor.

Un día leí que las águilas calvas se dejan caer de una altura de miles de pies cuando han entrelazado sus garras con las de su pareja y, sin mover un ala, van cuesta abajo en espiral. Ese es su ritual de apareamiento y más allá de la carga romántica que los humanos le damos a esos comportamientos, desde ese momento supe que las aves son una especie a las que hay que tener cerca para estudiar y admirar.

Antes de eso, mi única referencia sobre observar aves venía de la película “Los Ángeles de Charlie”, cuando el personaje de Cameron Diaz encuentra a Bosley -que había sido secuestrado- gracias al sonido que ella escucha en una llamada. El ruido que reconoce es el canto de un pájaro y ella, una “observadora”, sabe exactamente cuál es. Como nota aclaratoria, de hecho se equivocó de ave y nombró a otra que solo existe en Latinoamérica y no en California, como se menciona en la película.

Luego cubrí la fuente de animales y medio ambiente y aprendí que México no es solo un país con una essaysbuy gran biodiversidad en general, sino que es de los países con una gama muy amplia de diferentes tipos de aves y que observar a estos animales es una actividad antigua, sofisticada y bien establecida en países como Reino Unido, Francia, Estados Unidos y Brasil.

No solo eso, supe que esta actividad deja una derrama económica por turismo anual que podría ofrecer empleos y sostener familias locales, pero que México -como siempre- al desconocer su potencial no lo ha sabido aprovechar.

Y sin embargo, se mueve.

La riqueza de aves endémicas en el país se encuentra en casi todos los estados, pero la mayoría se concentran en el sureste: Oaxaca, Tabasco, Veracruz, Chiapas, Yucatán, Campeche y Quintana Roo.

La segunda razón por la que me convencí de hacer esta actividad fue porque es totalmente sustentable. Ningún ave sale herida, nadie caza nada –mas que visualmente- y los hábitats permanecen intocables.

Y para ser justos, la emoción de una actividad “extrema” ya estaba programada para ese mismo día al descender unos rápidos en una balsa una semana después de que azotara la tormenta tropical Beatriz. Esto significó que los niveles del agua estaban más altos y por ende, el río Copalita era más bravo. Ahí vi mi vida pasar (y a algunas aves antes de adentrarnos en los rápidos) y siendo honesta, que hiciera birding y rafting antes de casi morir no me molestaba.

Encuentren a alguien que haga ambos.

Volviendo a las aves. La cita la hicimos con el mejor y más reconocido “pajarero” de Huatulco, Cornelio Ramos, con el que di gracias a Trip Advisor y a varios comentarios favorables que hicieron sobre él y su profesionalismo, aunque todos hechos por extranjeros. Él ha aparecido en diferentes reportajes en canales internacionales sobre esta actividad que desempeña.

“Pajareando”
Cornelio nos recogió a las 7:00 horas y en teoría iríamos más allá de Copalita, sin embargo, los desastres de Beatriz alcanzaron algunos caminos y casas de residentes, por lo que el paso estaba bloqueado, pero la vista a otras aves no. El guía nos prestó su equipo profesional: binoculares y un telescopio, que parecía todo muy caro, pero muy útil además que en cada encuentro con un ave, él nos explicaba detalladamente de qué especie se trataba y algunas peculiaridades.

No habíamos avanzado más de unos kilómetros, cuando nos encontramos un Caracara Quebrantahuesos por su nombre coloquial, ave carroñera que se detiene a comer a la mitad de las carreteras para alimentarse muy temprano sin que le importen los autos o buitres con similares hábitos. Encontrarla de frente fue intimidante, pues es una criatura con un semblante nada amigable.

Yo estaba muy emocionada, pues a pesar de nuestra presencia, el ave no se inmutó y simplemente se abría paso en el camino como si estuviera consciente de que sus alas le proporcionan esa superioridad entre especies.

¿Ustedes han visto loros mexicanos fuera de una jaula? Yo nunca hasta ese día. Ni siquiera tuvimos que adentrarnos demasiado en las zonas de bosque tropical para hacerlo. Cornelio preparó el telescopio y espiamos a lo lejos a toda una familia de loros, a pesar del camuflaje de su plumaje verde con el follaje de los árboles.

Eran unas 20 aves visibles mientras descansaban, pero cuando volaron en parvada, el número se duplicó. La emoción de ver a un loro mexicano fuera de una jaula, volando a donde fuere y acompañado de un grupo más grande fue de satisfacción. Vimos también a un semillero collarejo, otra ave endémica mexicana, un ave noble y tranquila.

Entre que caminábamos y descubríamos una playa virgen, Cornelio iba recogiendo la basura que encontraba en el camino, pero siempre alerta de los sonidos en su entorno. El guía imitaba a la perfección el sonido de algunas aves que poco se mostraban, pero sí respondían.

Incluso capturamos –con la vista y las cámaras de nuestros celulares- al colibrí ermitaño mexicano durante un lapso en el que se estuvo quieto y se perfiló para que dimensionáramos su pico.

Luego también, ahí estaba un pequeño cardenal, casi imperceptible por su tamaño, si no fuera por su escandaloso color rojo y su canto característico. Para ser una pequeñita ave, la perfección de su pigmentación roja en todo el cuerpo y la máscara negra de su rostro hacían del cardinalis cardinalis un espectáculo al aire libre, sin mayor costo, ni la necesidad de verlo dentro de una jaula.

Mientras tanto Cornelio nos contó que la mayoría de sus clientes son extranjeros y muchos ya retirados; buscan recorrer el país lo más que pueden con el objetivo de ver tantas aves puedan en un día. Que después de Beatriz el turismo bajó y no estaba trabajando como guía hasta que lo contactamos, porque además dio refugio a algunos vecinos cuyas casas quedaron dañadas.

Calocitta formosa

Aunque abundan entre la parte urbana de Huatulco, finalmente se nos hizo capturar con mayor cercanía a la urraca copetona, una Calocitta Formosa de nombre científico y otra ave endémica que sucede, es el símbolo de esta parte de Oaxaca.

Al final de la mañana, terminamos cansados, acalorados, con piquetes de moscos, pero complacidos y todavía Cornelio nos llevó a un lugar local para desayunar. Después de un encuentro accidental con todo el gabinete municipal en ese restaurante, el secretario de turismo saludó al guía y nos aseguró que Cornelio era el mejor en Huatulco, que él mismo había aprendido con él.

Hay gente que recorre estados, países e incluso continentes con tal de acrecentar su registro de aves observadas. Muchas veces ellos llevan ya la lista de aves que quieren ver y el guía se encarga de encontrarlas. El turismo de aves es uno de los más prominentes en el mundo, con el desarrollo de aplicaciones y la actualización de profesionales para hacerlo, así que a veces basta solo con voltear hacia arriba para reconocerlo.

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