Periodismo imprescindible Miércoles 24 de Abril 2024

El negocio de compartir

La economía colaborativa usa la llave maestra de la tecnología para abrirse paso entre los productos y servicios que ofrecen las empresas a los usuarios, a fin de proponer un nuevo modelo: de persona a persona
15 de Abril 2018
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Liza Schvartzman no duda en revelar el secreto de cómo a los 28 años puedes tener éxito empresarial: “Combinar la pasión con la preparación”.

Schvartzman supo combinar esa pasión por el yoga –la llevó a convertirse en campeona nacional de la disciplina– con sus conocimientos en consultoría de negocios. Mientras estudiaba un MBA en UCLA Anderson School of Management, en California, pensó que uno de los grandes problemas para que las personas puedan tener un estilo más saludable era la limitante del tiempo, que empeora con los trayectos que se alargan a causa del tráfico.

Inspirada en varias app colaborativas, decidió crear una plataforma que conectara a personas interesadas en ejercitarse y a estudios deportivos que pudieran beneficiarse al ocupar los espacios vacíos en sus clases. Así nació Fitpass en septiembre de 2016.

Con menos de dos años de nacimiento, Fitpass ya congrega un directorio –de libre acceso– de boutiques y estudios deportivos, que ofrecen 50 000 clases al mes a más de 15 000 usuarios en la Ciudad de México, Guadalajara, Puebla y Toluca.

Si bien los modelos de negocios siempre han consistido en satisfacer las necesidades de los clientes, la economía colaborativa o de compartir en la era digital se ha resumido, en buena medida, en crear las plataformas con la finalidad de que clientes y ofertantes de productos y servicios se encuentren.

“El tiempo de traslado promedio en la Ciudad de México es de 2.5 horas, pierdes un mes de tu vida en el traslado. Fitpass les facilita flexibilidad de ubicaciones y disminuir el riesgo de aburrimiento por ir siempre a las mismas clases. La tecnología te acerca a los lugares más que antes”, dice Schvartzman.

Los usuarios crecen

Los ejemplos más emblemáticos de este tipo de negocios son Uber y Airbnb, que facilitan los servicios de transporte y alojamiento, respectivamente, que ofrecen otros particulares. Con ventas globales de 68 000 y 31 000 millones de dólares, de manera respectiva, equivalen a la economía de varios países africanos y algunos latinoamericanos, como Paraguay y Honduras, entre otros.

Al menos en Estados Unidos, se registraron 44 millones de usuarios adultos de la economía colaborativa en 2016, y el número se incrementará al doble para 2021, de acuerdo con el portal Statista.com.

Durante 2025, la economía colaborativa tendrá un valor de 335 000 millones de dólares y cada vez se ofrecerán en ella productos y servicios más especializados, desde libros –fue como arrancó Amazon– hasta energía eléctrica, una vez que las leyes de cada país permitan y regulen la autogeneración de esta por métodos más limpios, además de vender los kilowatts excedentes, señala la consultora estadounidense CTI.

El riesgo en este mercado es la saturación, pues si bien el alojamiento de aplicaciones en la nube parece no tener fin, los posibles clientes son limitados.

De acuerdo con la Asociación de Internet .MX y Comscore, 51 % de los compradores vía comercio electrónico son hombres, 76 % pertenecen a nivel socioeconómico AB y C+ y 86 % vive en áreas urbanas.

No obstante, en apariencia, es más económico emprender una empresa basada en un servicio vía aplicación, la realidad es que una compañía que se mueva en el mercado vía aplicación requiere la misma atención y desarrollo en áreas como marketing, servicio al cliente, ventas o administración, explica Leticia Armenta, experta en Negocios del Tecnológico de Monterrey.

Además, agrega Armenta, los negocios que emplean aplicaciones deben tener particular cuidado y un plan de manejo para garantizar la seguridad de los usuarios, pues en compañías de tecnología es uno de los puntos más críticos a tomar en cuenta.

Las que vienen

Aunque Uber y Airbnb lideran el mercado colaborativo en el mundo, las empresas mexicanas también buscan ganarse su lugar en los dispositivos electrónicos de los usuarios.

Una de las primeras compañías colaborativas en México fue Kichink –nombre inspirado en el sonido de las cajas registradoras al cobrar– y nació en 2013, de la mano de los emprendedores Claudia Heredia y Claudio del Conde. Desde entonces, la también llamada “Amazon mexicana” ha ayudado a más de 9 000 negocios a subir a su plataforma su tienda en línea, misma que pueden instalar en su página en Facebook.

Si bien Kichink va a cumplir apenas cinco años de vida, el panorama ha cambiado enormemente desde su nacimiento. En 2013, el mercado del comercio electrónico en México valía 122 000 millones de pesos, hoy se valúa en 330 000 millones. Además, según ProMéxico, el e-commerce ostenta el canal con mayor potencial al crecer anualmente 25 por ciento.

Pero no todo son cifras alegres: los fundadores de Kichink y Fitpass concuerdan que el mayor reto ha sido convencer a los mexicanos de que pagar por Internet es seguro. “Aunque Uber y Amazon abrieron la puerta y la tecnología te acerca al servicio que estás buscando, falta que la gente tenga confianza de que pueden pagar a través de la aplicación”.

La economía colaborativa aún es incipiente, no obstante, ya da pasos firmes en el camino a flexibilizar los servicios y a conectar gente con gente (P2P, par a par), y es una alternativa a los modelos de negocio tradicionales.

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