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Emprender con identidad

23 de Febrero 2018
Fotos: www.cielo.org.mx
Fotos: www.cielo.org.mx

Bajo la premisa de que hay que buscar una nueva visión de la economía sustentable, que a su vez reconozca el bienestar humano real para llegar a la justicia social, la idea de que el emprendimiento sea para todos ya es adoptada en México por un hombre que busca erradicar estereotipos e impulsar las actividades y productos de pueblos indígenas en México.

A quien se le ocurrió comer sal por primera vez no imaginó las economías que movería ni las civilizaciones que la transportarían. Lo mismo al mendigo que al rey que la comerían, y tampoco visualizó los efectos a la salud de los cuales nos advertirían años después. Pasaron millones de años para que la sal fuera el sustento natural de una empresa colimense que cuenta con el apoyo de la Federación Indígena Empresarial y Comunidades Locales de México (CIELO), presidida por Cecilio Solís.

Sol y Sal de Colima es una de las más de 83 empresas dirigidas por indígenas, y que se dedica a la producción, envasado y comercialización de la sal de mar desde 2004.

CIELO incluye a estas compañías dedicadas a los sectores restaurantero, transportes, elaboración de vinos y licores, productos del campo y del mar, minería artesanal, artesanías, talladores de madera y productos del bosque, entre otros. Nacieron bajo la figura de Federación y la integran pueblos indígenas como kikapu, kukapa, yaquis, seris, totonacas, amuzgos, tojolabal y más con origen en 22 estados del país.

Además de tener la oportunidad de ofertar los productos que ya hacían –esta vez de manera formal y con la opción de integrarse a los mercados locales y regionales– Cecilio busca cambiar el paradigma al que la sociedad mexicana se ha acostumbrado cuando se trata de comunidades indígenas.

“Que siempre está pidiendo y que siempre está estirando la mano, y siempre lo quieren ver en la calle. Buscamos avanzar para que, en una generación futura, la identidad sea parte de nosotros”, me explica Cecilio en entrevista.

La población indígena es objeto de múltiples prejuicios y estigmas, por ejemplo, una de cada diez personas en el país afirma que las personas indígenas son pobres porque no trabajan, según la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (ENADIS) 2010.

Pero no se trata de darles un empleo mal pagado o de tener que movilizarlos a las urbes para que tengan oportunidades, sino de darles herramientas a fin de que sigan trabajando con lo que ya tienen: sus propios recursos.

Primero, me indica Cecilio, hay un proceso de reapropiación de los recursos que existen en el territorio, que consiste básicamente en ver qué es lo que tenemos y qué hacer con ello.

Luego está el proceso de fortalecimiento de capacidades hasta el tema de empoderamiento y fortalecimiento personal, y además se ofrecen talleres o seminarios para conocer lo básico, como qué es una empresa, el mercado, una etiqueta o el embalaje de productos.

Son herramientas que dan a cualquiera que desee emprender en cualquier lugar, es decir, cuando ya se hace de forma más organizada y sobre todo cuando tiendes a formalizarte como empresa.

Entre las compañías que conforman la federación está Cabañas Entrada a la Sierra, que es un hotel administrado por hombres y mujeres indígenas nahuas que ofrecen hospedaje, comida de la región poblana, eventos sociales y temazcal.

O la Red de Empresas Sociales de Mujeres Indígenas creadoras de “Mopampa”, una marca colectiva que organiza a mujeres involucradas en la producción y transformación de alimentos gourmet buenos, limpios y justos.

Hay una empresa de transportes creada en 1979, que ahora cuenta con camionetas que trasladan a personas hacia Villahermosa, o también esta Yeexi Gagüi, una embotelladora y abastecedora de agua a la sierra de Juárez.

Hombres y mujeres

Cecilio habla todo el tiempo de ellas y ellos cuando se refiere a quienes emprenden, a los líderes de las familias, a los que integran una comunidad indígena sin aplicar la regla que rige al español sobre el genérico masculino para designar un conjunto de componentes de ambos sexos.

También está consciente de cómo permea el problema de la discriminación en México hacia la población indígena (25.7 millones de habitantes).

Pero él, como empresario, ve más estas diferencias como una oportunidad:

“Desafortunadamente, sigue vigente el tema de la discriminación (…) no hemos aprendido a respetarnos como diferentes y de una sociedad global en donde la diferencia debe ser la parte que nos une como seres humanos, tanto respeto merece el hombre y la mujer que vienen de Europa con toda la cultura milenaria como respeto merece un indígena náhuatl o tojolabal, también milenarias”.

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