Periodismo imprescindible Martes 23 de Abril 2024

¿Está preparada la generación Z para luchar contra el VIH?

Fuimos una generación que ejerció con miedo su sexualidad adolescente pero ¿ese temor ayudó a disminuir las cifras de personas con VIH en el mundo? ¿Ya le ganamos la guerra al virus? Tal vez no, y lo peor es que los nuevos soldados tampoco están los suficientemente informados para ir al campo de batalla
02 de Septiembre 2018
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POR ROGER VELA

No hay nada que haga despertar a Jennie. Ni siquiera las manos del chico que aprieta sus senos y desabrocha sus jeans. El efecto sedante de la droga que consumió esta chica de 16 años la ha hecho desfallecer en el viejo sillón de piel color perla. Está más inconsciente que dormida. Él, silencioso, desliza con sutileza su pantaleta blanca desde su pelvis, sobre sus muslos, hasta que sale por sus pies.

—No te preocupes, Jennie –le susurra al mismo tiempo que abre su piernas y las coloca en sus hombros.

Repite la frase mientras introduce su pene en su vagina y comienza a moverse a un ritmo lento. Jennie apenas emite un leve quejido. El rechinido del sillón rompe el silencio del cuarto adornado con vasos de licor a medio beber, colillas de cigarro y bolsas de frituras que han dejado caminos de moronas. A su lado, decenas de cuerpos duermen: torsos desnudos, pieles que se rozan entre sí, manos en pantalones ajenos.

Hace unas horas, Jennie recibía los resultados de su prueba de VIH. Ocho letras sobre el papel le habían roto la vida: POSITIVO. Quiso advertirle al único chico con el que había tenido sexo, pero llegó demasiado tarde. Lo encontró teniendo relaciones sexuales con alguien más. Por eso decidió esperarlo en el sillón con sus manos abrazando sus piernas. Hasta que llegó el borracho que ahora se aprovecha de su somnolencia.

La luz del día ilumina la habitación. El chico ebrio, que no rebasa los 20 años, despierta desnudo. Endereza su rostro desconcertado. Alza sus cejas: “Jesucristo, ¿qué pasó?”. La pantalla se va a negros y suena una canción: “Niños malcriados pronto van a caer. La libertad es la mentira que vivimos. Esperaremos la tragedia”.

Las líneas anteriores describen la escena final de la película KIDS. Un film estrenado en 1995 que, además de retratar el modo de vida suburbano de los adolescentes de la época, sirvió como una advertencia a toda una generación a la que se le gritaba: ¡No tengas sexo sin condón!

Números negativos

En esos años, las campañas de prevención de VIH (virus de inmunodeficiencia humana) gubernamentales, al menos en México, también buscaban incentivar el uso del preservativo entre la juventud. Mensajes de radio y televisión advertían a diario el peligro de la epidemia. Se organizaban conciertos masivos de rock en los que se buscaba  concientizar sobre la enfermedad. Había pláticas en primarias y secundarias con el fin de que niños y adolescentes conocieran los peligros y ejercieran su sexualidad de manera responsable.

Sin embargo, más allá de fomentar una reflexión sobre ese padecimiento, los millennials fuimos educados a partir del miedo; con el temor de adquirir VIH desde nuestro primer contacto sexual con otra persona, como le ocurrió a Jennie, la protagonista de KIDS. Fuimos una generación que ejerció con miedo su sexualidad adolescente pero ¿ese miedo ayudó a disminuir las cifras de personas con VIH en el mundo? ¿Ya le ganamos la guerra al virus? ¿Los nuevos soldados de la generación Z están los suficientemente informados para ir al campo de batalla?

La respuesta a las tres preguntas es no. Si bien las cifras mundiales son algo alentadoras, en México es todo lo contrario debido a que en los últimos tres años, entre 2014 y 2017, han crecido 45 % los nuevos casos de personas diagnosticadas con VIH. Mientras que en 2014 fueron 9 573, en 2015 la cifra subió a 12 233. En 2016 se registraron 13 002, y el año pasado fueron 13 883 los casos reportados, de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud.

Esto quiere decir que en nuestro país cada año más personas adquieren el virus. En el último reporte epidemiológico, actualizado al primer trimestre de este año, la dependencia contabilizó en el país 152 787 personas con este padecimiento: 73 914 portadoras de VIH y 78 873 que se encuentran en la etapa más desarrollada del virus llamada síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).

Otro dato poco alentador es el de las defunciones relacionadas con el virus, pues aunque el informe señala que estas se han reducido en años recientes, la disminución ha sido mínima: en 2011 se registraron 5 043, mientras que en 2015 –año en que se realizó la última actualización– se contabilizaron 4 756.

12 años sin campañas

¿A qué se debe el repunte de la enfermedad en el país? Jaime Montejo, fundador de Brigada Callejera –una organización que desde hace 28 años ha coordinado acciones de detección, prevención y acompañamiento a personas diagnosticadas con VIH– explica que una de las principales razones es el descuido gubernamental y la falta de atención al tema.

Afirma que en los últimos 12 años, quizá más, no ha habido una campaña de prevención del VIH del Consejo Nacional para la Prevención y Control del Sida (Conasida), lo que ha generado que los preadolescentes y adolescentes –la generación Z del país– no se interesen por los temas relacionados con su salud sexual.

“Si a eso le sumas falta de acceso a anticonceptivos en distintas zonas del país y que el ejercicio de la sexualidad sigue siendo un tema tabú en la sociedad mexicana, tenemos como resultado el incremento de enfermedades de transmisión sexual entre las y los jóvenes mexicanos”, señala Montejo.

—¿A qué se debe la falta de campañas de prevención?

—La mayor parte del gasto público destinado al combate del VIH se destina a los tratamientos y queda muy poco para las campañas informativas.

En ese sentido, aunque sé que es casi imposible medir el nivel de información que tienen los jóvenes que inician su vida sexual en el país, ya que depende del nivel escolar, su posición socioeconómica y su lugar de residencia, entre otros factores, pregunté a tres jóvenes –mujeres y hombres– de diferentes partes de la Ciudad de México y de distintas preferencias sexuales, nacidos en el año 2000, sobre el tema; me contaron que han tenido entre tres y 10 parejas sexuales y que con más de una no han usado condón. Hice lo mismo con cinco personas de mi generación: han tenido entre 10 y 60 parejas sexuales, también han preferido no usar preservativo en buena parte de sus relaciones.

La mayoría, de ambas generaciones, no conocen a gente con VIH, pero sienten una especie de culpa o remordimiento después de tener sexo sin protección; sin embargo, casi todos afirmaron que la excitación del momento ha sido más fuerte que su responsabilidad para protegerse. Si bien varios dijeron que lo que más temen es salir positivos en una prueba de VIH, otros mencionaron que su mayor preocupación es adquirir otra enfermedad de transmisión sexual porque el VIH lo ven muy lejano. Incluso hubo más de una chica que dijo que su mayor temor es quedar embarazada.

Escenario global

Eso piensan los jóvenes mexicanos pero ¿en qué escenario global nos encontramos? A nivel mundial las cosas son un poco más alentadoras. Aunque en 2017 se contabilizaron  36.9 millones de personas con VIH, la cifra más alta en la historia, esto se debe a que cada vez hay menos muertes relacionadas con el virus: en 2017 se registraron 940 000 fallecimientos en todo el mundo, una curva que se ha mantenido descendente desde 2004, cuando se registraron 1.9 millones. En consecuencia, las muertes se han reducido 34 %  desde 2010.

Los datos que se asientan en el informe 2018 de ONUSIDA también son optimistas respecto al número de nuevos portadores del virus. Desde 1996, año en que se registraron 3.4 millones de casos, ha habido una disminución que ha puesto a 2017 como el año con menos casos: 1.8 millones. No obstante, la meta de reducir a medio millón de casos por año hacia el 2020 se ve aún lejana.

Sin embargo, una cifra global que sí es muy preocupante para las nuevas generaciones es que, de los 5 000 nuevos portadores de VIH que se registran al día, 33 % son jóvenes de entre 15 y 24 años, y el 10 % son niños menores de 15 años. Lo que significa que casi la mitad de nuevos casos en el mundo que surgen diariamente corresponden a personas jóvenes.

A pesar de ello, nuestra región, Latinoamérica, es una de las que menos portadores del virus presenta: 1.8 millones. La más alarmante es África oriental y meridional: 19.6 millones.

Tomar acción

Más allá de las datos duros, ¿cómo se combate el virus en México? Además de organizaciones como Brigada Callejera, existen otras como AIDS Healthcare Foundation (AHF) que tiene sede en más de 40 países. En México tiene tres clínicas, donde la gente puede acudir con el propósito de realizarse pruebas gratuitas de VIH y de otras enfermedades de transmisión sexual.

Nicole Finkelstein, directora de la fundación en México, menciona que su organización ha realizado campañas permanentes de difusión para invitar, en distintas ciudades del país, a realizarse pruebas de detección temprana del VIH y otras enfermedades de transmisión sexual. “Este momento es crucial porque hay mucho silencio en los medios respecto al tema”.

—¿Se relajó la atención sobre el VIH?

—Así es. A mediados de los 80 la prevención y la atención al virus estaban en el centro de la agenda. Con el paso del tiempo, a finales de los años 90, la atención se perdió y se dejó de hablar del tema incluso en el ámbito educativo. Eso provocó que hoy la incidencia de nuevos casos se encuentre al alza, debido a que no existe la información necesaria o suficiente para que las personas tengan medidas de prevención.

En México, afirma, cada día se detectan 33 casos nuevos, lo que demuestra que la epidemia no está controlada. Tan sólo en 2017, AHF realizó 126 000 análisis en todo el país, de las que se obtuvieron 1 200 pruebas preliminares de posibles portadores.

Además, comenta que aunque han hecho campañas en varios estados del país, es más fácil trabajar en lugares como la Ciudad de México porque hay menos tabú sobre el tema que en otros, como Monterrey, Tamaulipas o Guanajuato.

Desde su perspectiva, eso impide que nuestro país se acerque a los objetivos 90-90-90 planteados por la ONU. Se trata de metas en las que para 2020 el 90 % de la gente portadora de VIH conozca su padecimiento, que el 90 % de ellos reciba un tratamiento antirretroviral y que el 90 % de los que reciben ese tratamiento presente niveles mínimos del virus en su organismo.

Hay esperanza

No todo es un escenario adverso. Desde hace algunos años distintos medios de comunicación –el Washington Post y prestigiadas revistas médicas especializadas como Sciencie– anunciaron que varios estudios realizados a portadores de VIH tuvieron resultados favorables.

Las pruebas arrojaron que en los pacientes que presentaron niveles mínimos del virus en la sangre por al menos seis meses, debido al adecuado seguimiento de su tratamiento antirretroviral, el VIH es prácticamente indetectable y por lo tanto intransmisible, lo que significa que aunque porten el virus no pueden transmitirlo a otra persona mediante un contacto sexual.

ONUSIDA ha señalado que esto significa que además de poder elegir entre tener relaciones sexuales con o sin preservativo, muchas personas que viven con el VIH y tienen niveles mínimos del virus se sienten liberadas del estigma que conlleva vivir con el virus.

El desarrollo de los tratamientos antirretrovirales podría cambiar la vida de millones, al menos a eso apuestan la ciencia médica, la industria farmacéutica, los gobiernos, las instituciones internacionales y las ONG que trabajan en el tema.

En un futuro, cada vez más portadores del VIH podrán ser padres y madres de hijos completamente sanos, lo que significaría una de las batallas más importantes que le ha ganado la humanidad al virus.

En México, este momento es clave para ir en sintonía con el mundo y no dejar sin armas a toda una generación de jóvenes que inicia su vida sexual, y que ya se encuentra en la línea de frente contra esta epidemia que ha azotado durante décadas nuestro planeta.

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