Periodismo imprescindible Jueves 18 de Abril 2024

Gustavo: Inspirador de amigos

El 19 de septiembre de 2017, un temblor de magnitud de 7.1 sacudió México. Gustavo acababa de cumplir siete años y estudiaba en el Colegio Rébsamen cuando ocurrió la tragedia que le arrebató la vida. En honor a su memoria, sus padres crearon la Brigada Amigos, una organización desde la que apoyan a comunidades marginadas devastadas por los sismos
24 de Diciembre 2017
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POR KATTYA GUT-HER

El pasado esta pisado, el presente es lo que tenemos y el futuro no se sabe”. La tuya fue una ideología muy sensata, de una lógica indiscutible. Tenías siete años cuando dijiste esa frase a tus papás, la noche del 18 de septiembre de 2017.

Para cuando tus palabras del pasado fueron nuestro presente nos cambiaste el futuro, no sólo a toda la familia, también a cientos de personas más.

El pasado esta pisado

Evocarte no es difícil. Tus primeros pasos los diste con gracia mientras mantenías el equilibrio. Te recuerdo jugando con Yoli, tu hermana mayor; ella ya sabía caminar, hablar y lanzar la pelota. Un día le falló el tino y el juguete que antes parecía ligero e inofensivo te dio fuerte contra el rostro, no olvido que tú te mantuviste firme después de la sacudida. Yoli se acercó para ver que estuvieras bien, y aunque parecía que estabas a punto de llorar, el tío “Tapit” preguntó “¿dónde está la pelota?”, “¿eota?”, respondiste y seguiste jugando. Te dolió pero pasó; Yoli lanzó con más cuidado y tu reías mientras corrías por la pelota. Así fuiste tú: toda experiencia siempre te hizo más fuerte.

Heredaste de Brenda Ortiz, tu mamá, la mirada profunda y las ganas de ayudar. Solían repartir dulces, sandwiches y juguetes a los niños que vivían en la calle. Desde la ventana de la camioneta gritabas con tu voz ronca y tierna: “¡acérquense amigos, tenemos regalos para ustedes!”. Te encantaba entregar presentes.

Heredaste de tu papá, Gustavo López Arce, el nombre y el gusto musical. Le decías: “ponte un metalito”, y a los seis años ya tomabas clases de batería. Detrás de los bombos y tambores te veías aún más pequeño, pero no dejabas de agitar las baquetas con fuerza. Vestías orgulloso la playera de Pantera, una de tus bandas favoritas. Le dedicabas tiempo y energía a todo lo que te gustaba.

Tu abuelo comenzó a prepararse para correr maratones y tu papá siguió su ejemplo. Yoli, tu hermana, continuó la tradición y les siguió el paso. Al verla entrenar con tu papá, a pesar de tu miedo a nadar, un día dijiste: “¡yo le entro, papá!” Así, las tres generaciones de Gustavos y tu hermana entrenaron con la finalidad de ser triatletas. No importaba si estaba lloviendo o si era muy temprano, la respuesta siempre fue la misma: “¡yo le entro, papá!”.

Para tu primer triatlón tuviste que superar tu miedo. Aunque todos los niños pasaban la parte de natación prácticamente corriendo, tú nadaste hasta llegar a la meta, dijeron tu nombre y no viste más niños alrededor. Estabas muy emocionado y satisfecho de ser el primero en llegar. Ni Brenda ni Gustavo te dijeron que habías sido el último, te abrazaron y felicitaron como si hubieras sido el ganador. Acababas de cumplir seis cuando recibiste tu primera medalla, estabas muy feliz de ser un “Iron kid”.

Te hicieron un cartel por tu séptimo cumpleaños: una foto ampliada donde apareces junto a R2-D2, el robot de Star Wars. Tu cumpleaños fue el 15 de agosto y decidiste que todo fuera de la Guerra de las Galaxias.

Pasado un mes de tu cumpleaños, el 19 de septiembre de 2017, un temblor de magnitud 7.1 sacudió México. Estabas en el Colegio Rébsamen cuando se cimbró la tierra, y el tiempo se detuvo para ti.

Pusimos el cartel de tu cumpleaños sobre el féretro donde descansa tu cuerpo. Ahora eres uno con la fuerza, pensé al ver tu rostro sereno y sabio, como un Jedi.

El derrumbe de tu colegio pasó frente a los ojos de todos los mexicanos, a todos les dolió la tragedia. Me gustaría decirte que el dolor de tus papás es menor cuando es compartido, quizá se hace menos pesado pero no menos intenso.

Nueve días después, tu papá caminó entre los pasillos de techos altos de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y San José, rodeado de nichos, y eligió uno cercano al de tu mejor amigo Eddie, inseparables hasta el final.

Tu papá te decía en vida que tenías que aprender de todo, hasta de lo peor; congruente con esto y fiel a su profesión, decidió comenzar a dar consultas médicas gratis. De esa manera, todo lo que hasta hoy siente por tu partida lo transforma en algo positivo.

El padre de la parroquia aconsejó ir a las comunidades afectadas por el sismo. Tu papá invitó a la familia, amigos y colegas a formar una brigada y el 30 de septiembre dieron consultas y entregaron las donaciones que juntaron en la iglesia para las comunidades de Santiago Tochimilolco y San Francisco Huilango, en Puebla.

Tu papá la llamó Brigada “AmiGus”, en tu honor. La unión que manifestaron en vida tú y tus amigos trascendió a los papás y mamás de cada uno de tus compañeros de clase. Ahora, unidos por el dolor de su pérdida irreparable, se han unido a la brigada con el objetivo de sanar el dolor de los demás y quizá curarse un poco ellos. Tu papá decidió cambiarle el nombre para que todos se supieran parte de la brigada que hoy se llama Amigos.

El presente es lo que tenemos

Brigada Amigos ahora es más grande. El 4 de noviembre llegó al balneario de Los Delfines en San Simón el Alto, Estado de México. Nueve médicos especialistas y 90 voluntarios atendieron a más de 400 asistentes de las comunidades aledañas afectadas por el temblor.

El agua estaba helada, pero no te hubiera importado: casi te veo aventando las pelotas de colores que flotaban en la alberca. El centro recreativo permitió el acceso sin costo y la transformación del lugar en un espacio de salud y bienestar. Brindaron atención médica y psicológica, entregaron pruebas de laboratorio previamente realizadas. También instalaron espacios recreativos para los niños –no sé si te hubiera gustado más el teatro guiñol o la función de cine–.

Se tiene el objetivo de lograr una brigada al mes, por ello el 9 de diciembre llegó a San Gregorio, un poblado también muy afectado en Xochimilco. La Casa de la Cultura funcionó como clínica y farmacia;  dieron los resultados de estudios de laboratorio, 23 médicos especialistas ofrecieron cientos de consultas y medicinas gratuitas.

Se formó una cadena humana hecha por personas que te aman, y también por aquellas que no te conocen; entusiastas de todas las edades bajaron más de quinientas despensas, muchísimos juguetes, miles de prendas de ropa, útiles escolares y cajas de libros. Te dará gusto saber que están más unidos que nunca; que han formado un gran equipo, tu familia y las familias de tus amigos. Siempre te van a extrañar, también a tus compañeros, pero su luz guía todas las acciones de Brigada Amigos. Su sonrisa sincera se refleja en la satisfacción de los 150 voluntarios que se han unido hasta ahora.

El futuro no se sabe

“Soy muy feliz, quisiera nacer en esta familia, ¿se puede?”, preguntaste la noche del 18 de septiembre a tus papás. Te dijeron que pensarás en el presente. Lo pensaste y dijiste: “El pasado está pisado, el presente es lo que tenemos, el futuro no se sabe”, y te fuiste a dormir.

Tenías razón, Gus, el futuro no se sabe. No sabías que esa noche sería la última que tus papás te darían un beso de buenas noches ni tampoco que ellos se mantendrían en pie a pesar del dolor. No tenías idea de cómo muchos brigadistas seguirían tu ejemplo diciendo “¡yo le entro!”.

A ti te hubiera gustado mucho entregar las donaciones; ahora que no estás nos toca a todos nosotros gritar “¡Acérquense amigos, tenemos regalos para ustedes!”. 

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