Periodismo imprescindible Viernes 19 de Abril 2024

¡Haz que suceda!

Ser creativo no depende de tener capacidades extraordinarias o haber nacido con un don especial, todas las personas tienen dentro de sí la fuente eterna de la creatividad, pero ¿qué se necesita para hacerla brotar?
15 de Abril 2018
No disponible
No disponible

POR DAVID ARAIZA*

Muchas veces se define a la persona creativa como alguien con un perfil de capacidades extraordinarias que le dan el superpoder de la materialización de las ideas en el mundo real, sin embargo, al mismo tiempo nos cuesta trabajo definir el concepto mismo de la creatividad, y me pregunto ¿por qué? Con la finalidad de explorarlo, llevé a cabo un ejercicio colaborativo. Cuestioné a una comunidad sobre cuál era su definición de creatividad y si ellos mismos se consideraban una persona creativa. Para tener una muestra representativa elegí perfiles diversos: emprendedores, estrategas financieros, historiadores, diseñadores y comunicólogos. Entre las definiciones compartidas –que por cierto eran bastante creativas per se– destacó el uso de conceptos como diferenciación, innovación, creación, así como el deseo de encontrar nuevos horizontes y soluciones. Lo interesante es que la mayor parte de los encuestados relaciona a la creatividad con una actividad artística o con la producción de “algo” nuevo.

Más allá de enunciar una definición colectiva, el objetivo del ejercicio era identificar qué cualidades describen un perfil creativo. Al preguntar a los entrevistados si se asumen a sí mismos como personas creativas, la  mayoría de las respuestas fueron negativas. Y es que existe la creencia de que las personas creativas son exclusivamente aquellas dedicadas a profesiones o actividades orientadas al diseño, el arte, la arquitectura o la escritura, entre otras.

Pero lo cierto es que la creatividad trasciende profesiones y oficios porque no es una característica que sólo un porcentaje de la humanidad posea, ya que nuestro cerebro es ingenioso por naturaleza.

La creatividad está presente en cada momento de nuestra vida. La cotidianidad está llena de problemas pendientes por solucionar e infinidad de oportunidades para crear. Visualizarse como un ser creativo abre la mente y permite generar soluciones y formas de hackear los desafíos del día a día.

Pasión por crear

En el ecosistema emprendedor y el mundo de los negocios se mencionan hasta el hartazgo dos palabras: innovación y disruptivo. Pero la sed de ser creativos, innovadores o cualquier adjetivo que nos brinde una diferenciación entre una comunidad de profesionistas, ha limitado nuestra visión y perspectiva. Ha generado la presión de crear por crear, sin que necesariamente esto nos haga llegar a la solución de un problema. Un ejemplo de ello sería la creación de un sinfín de aplicaciones y plataformas digitales que bajo la categoría smart son consideradas como la panacea o la única salida a los problemas de la humanidad… ¿o no les parece que hoy en día para todo se quiere crear una app que sature nuestros smartphones?

Lo cierto es que la creatividad en el sector del emprendimiento, ya sea tradicional o social, está presente en cada etapa del desarrollo de un proyecto, no sólo en el producto, servicio o solución final. Desde identificar una necesidad, analizar un mercado, diseñar un modelo de negocios hasta la comunicación estratégica del proyecto. Todo es parte de un proceso que busca solucionar un problema. En mi experiencia profesional como consultor en innovación para empresas sociales, la creatividad está siempre presente, aun si los propios emprendedores no se asumen como parte de una industria creativa.

Ellos, que dicen no ser creativos, han desarrollado proyectos realmente innovadores de impacto social y ambiental. Lo mismo un sistema de captación de agua pluvial cuyo objetivo es recargar el acuífero de la Ciudad de México que un programa de movilidad social para retornados e inmigrantes hasta una empresa de trueques de ropa con el propósito de reducir el impacto de la fast fashion.

Al conocer a estas personas emprendedoras y preguntarles sobre la inspiración que las llevó a diseñar estas soluciones, he encontrado que cada una compartía un mismo punto de partida: la pasión por transformar la realidad actual. En cada historia, esta pasión resultó ser el detonante de la creatividad. Preguntarse continuamente por qué existe una problemática, les permitió llegar a posibles soluciones. Y es que cuestionarnos acerca de los problemas a los que nos enfrentamos todas las personas nos permite ver la problemática desde distintas perspectivas y descubrir áreas de oportunidad. ¡Bingo! La observación y el cuestionamiento son los impulsores de la creatividad, no se trata de poseer un don divino.

Vida después del fracaso

Así como hay elementos que impulsan la creatividad, también existen múltiples barreras para la misma. Un ejemplo de estas limitaciones lo encontramos durante el proceso de consultoría a una organización en innovación interna. Identificamos dos principales obstáculos entre los colaboradores: el miedo al fracaso y una falta de actitud colaborativa. Ambos elementos generaban una desintegración del equipo y, por ende, la creatividad carecía de territorio fértil, era como querer sembrar una planta en un suelo erosionado.

Como carecía de un ecosistema que fomentara la creatividad, la organización enfrentaba dos retos principales: la falta de propuestas de proyectos internos y el bajo nivel de involucramiento en programas y actividades por parte de los colaboradores.

En nuestra sociedad, el fracaso es comúnmente percibido como un resultado negativo que genera frustración e inseguridad. Sin embargo, lo cierto es que el fracaso trae consigo elementos que podemos tomar como fuente de inspiración y punto de partida para la creatividad.

A fin de incentivar el pensamiento creativo dentro de una organización es de vital importancia promover la visión positiva de tomar riesgos, explorar nuevas prácticas y ver los fracasos como una fase de aprendizaje dentro del proceso iterativo de la creación que genera un sentimiento de confianza entre los integrantes de un equipo y colaboradores, porque la buena noticia es que ¡existe la vida después del fracaso!

Con la misión de permear un pensamiento creativo entre los integrantes de la organización, se diseñó un programa interno que brindó herramientas para desarrollar habilidades que le permitirían a la comunidad canalizar su creatividad con libertad y confianza. Asimismo creamos espacios de comunicación y colaboración entre distintos departamentos en diversos formatos, como talleres y eventos internos, con el objetivo de incentivar la integración.

La implementación de este programa permitió alcanzar mejores resultados y objetivos, lo que generó satisfacción casi inmediata entre los colaboradores. Además, al aplicar un pensamiento creativo, lograron incrementar su eficiencia y tuvieron la oportunidad de involucrarse en otras actividades y programas internos. También hubo un incremento en la propuesta de proyectos de intraemprendimiento al explorar temáticas de impacto social y ambiental, descubriendo así nuevos intereses y áreas que motivaban a la inspiración.

La colaboración y el intercambio de conocimientos o experiencias son elementos clave para incentivar un pensamiento ingenioso. Nuestro entorno, los lugares que visitamos, la información que consumimos y las personas con las que convivimos tienen un rol importante en el desarrollo de nuestro potencial creativo.

Vínculo social

Nos encontramos en la era de las comunidades, formamos parte de distintos grupos, ya sea de manera física o virtual. Estar en contacto con un entorno diverso, multidisciplinario y multicultural contribuye a la expansión de nuestros horizontes y permite descubrir áreas inexploradas que pueden detonar nuestra creatividad.

La comunidad global Makesense es un espacio de encuentro donde inspiramos e informamos a los ciudadanos sobre los retos del entorno en el que viven; se desarrolla su potencial inventivo de acuerdo con sus intereses y se acelera su viaje hacia una transformación como agentes de cambio.

Si bien no existe un método absoluto para desarrollar la creatividad, se pueden realizar actividades que estimulen el descubrimiento de nuevos intereses e impulsen habilidades que permitan canalizar y externalizar el deseo de ser creativos. En Makesense diseñamos talleres y capacitaciones para ciudadanos interesados en encontrar y detonar su potencial creativo a través del involucramiento y la vinculación con proyectos de impacto social y ambiental.

Ya sea formando parte de una comunidad o desarrollando un negocio, se puede aplicar la creatividad en cualquier aspecto de nuestra vida. Lo importante es descubrir la pasión que nos motiva y, a su vez, perder el miedo a lo desconocido y al fracaso.

Sin importar la forma o el fin que le demos a nuestra creatividad, los invito a encontrarse como seres humanos que observan e identifican problemas en su entorno y que son capaces de crear soluciones.

La expresión popular pensar fuera de la caja está anclada al pasado y limita nuestro potencial. En estos tiempos desafiantes y hasta cierto punto desesperanzadores, hay una urgencia de dejar de visualizarnos como si estuviéramos en el interior de una caja, donde la salida de la misma representa el éxito y la trascendencia. Para generar nuevas ideas basta sólo con observar a fin de inspirarnos, confiar en nosotros mismos y tomar la oportunidad para descubrir nuestro potencial creativo.

*Coordinador de Diseño en Makesense México. Consultor en innovación interna, sustentabilidad y eco-innovación.

Si quieres acceder a más contenidos vinculados a la creatividad, la innovación y el emprendimiento social, visita http://makesense.org/en/

Recientes