Periodismo imprescindible Jueves 28 de Marzo 2024

Historias humanas para inspirar

Cambiar al mundo no es algo que se pueda lograr sólo con pulgares arriba en las redes sociales, mucho menos con memes simpáticos o debates entablados desde un cómodo sofá. ¿Qué se necesita entonces para aspirar a un cambio real de lo que no nos gusta? Acciones y, de preferencia, en comunidad. Así que resulta vital inspirar a otros y que el entusiasmo sea algo contagioso. Por ello, Makesense, comunidad internacional de ciudadanos enfocados en el impacto social, lanzará en breve, como parte de su plataforma digital MKS Stories, #Humans4Impact, un proyecto fotográfico y narrativo –inspirado en el famoso blog Humans of New York– a través del cual se compartirán historias de ciudadanos que, en todo el mundo, han tomado decisiones para transformar el entorno inmediato con emprendimiento social y ahora 
es su estilo de vida. ¿Quieres conocerlas? Este es 
un pequeño adelanto de la primera temporada 
de esta iniciativa
24 de Diciembre 2017
makesens
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Fotos Adriana del Moral

Bruno, Cocinero y promotor de la alimentación sustentable

“Nací en Francia y vivo en México desde febrero de 2016. En mi país tenía un buen trabajo, sin embargo, después de cinco años de hacer lo mismo, comenzó a perder el sentido. Entonces comenzó a rondar mi cabeza la idea de viajar, dar la vuelta al mundo, pero tenía un propósito: conocer más sobre las prácticas de la alimentación sustentable en los distintos países. Cuando ese viaje terminó –duró 430 días a lo largo de 35 países–, yo lo que quería era que más gente supiera de agrosilvicultura, acuaponia, manejo de residuos de alimentos y otros pero de una manera simple. Así decidí hacer un libro para niños, para que ellos se conviertan en actores de su propia alimentación pero también para que en ese lenguaje sencillo también fuera más comprensible para los adultos. Para mí era importante que quienes leyeran el libro supieran quién es el hombre que ha recogido la manzana o cuántos kilómetros ha recorrido cada alimento, y que todo eso lo hace peculiar. Se trata de la crónica de mi propio cambio de vida, por eso sentí la necesidad de compartir mi experiencia con las generaciones futuras, transmitir este deseo por descubrir el mundo pero también el amor por la comida y por cuidar los recursos que nos da el planeta”.

Adriana, Emprendedora en energías limpias

“Creo que era una ciudadana de impacto antes y no lo sabía. Era una ‘godinez’ de la banca y algo no me cuadraba. Empecé a cuestionarme y al mismo tiempo surgió la oportunidad de irme a vivir a Barcelona. Allí empecé a entender la sustentabilidad, el desempleo y la crisis social. Cuando decidí tener hijos, también decidí trabajar para dejarles un mundo mejor. Ahora mis hijos son prioridad pero no son lo único, y el emprendimiento social es ese lugar que me ayuda a definirme a mí, como mujer, no como madre. El miedo, a pesar de que me ha limitado a hacer muchas cosas, también ha sido un motor, un reto personal que me ha hecho levantarme para tomar acción. A lo mejor me están temblando las rodillas, y así es en la mayoría de los casos, pero a mí me gusta saber que pudo vencerlo. Miedo siempre vamos a tener todos y un día alguien me dijo, ‘¿qué es lo peor que te puede pasar?’ Y si crees que lo peor que puede pasar es el fracaso, pues tal vez es lo mejor, borrón y cuenta nueva para aprender de los errores. El miedo es lo que te va a hacer saltar si cierras los ojos y no piensas en lo que puede pasar”.

David, Coordinador de programas de impulso al emprendimiento social

“Tengo 27 años, y cuando me asumí como un ciudadano de impacto fue en el 2012, al graduarme de la universidad porque como diseñador industrial sentía una responsabilidad al crear productos y servicios pues tenía que estar totalmente sensibilizado en cuanto a impacto social y ambiental. Mi transición fue estudiar una maestría en sustentabilidad e innovación, y fue en ese momento cuando comencé a descubrir el poder de la ciudadanía porque todo mi estudio de la maestría fue enfocado a estilos de vida y cómo desde el diseño podía ayudar a cambiar los estilos de vida de las personas para que fueran más sustentables. Descubrí que era importante hacer conciencia de las acciones del día a día, y que puedes tener un impacto cuando decides comprar un producto distinto o si tomas bici en lugar de un auto, en fin, que las decisiones cotidianas sí importan y pueden hacer una gran diferencia. Antes lo único que determinaba mis consumos era el precio, pero comencé a identificar marcas con una certificación, a comprar frutas y verduras de temporada o de la región donde vivía. Antes sólo me enfocaba en el hedonismo, en el placer de consumir pero después se transformó en un consumo responsable. Cuando estaba viviendo en Francia, mis círculos de amigos y de mi pareja estaban muy sensibilizados en esto. Si estaba viviendo en ese país, debía adoptar esos estilos de vida, y al volver a México muchos de mis amigos me criticaban por querer replicarlo en mi país”.

Haydee, Emprendedora de moda ética y sustentable

“Hace tres años comencé a dedicarme a la moda, en talleres de calzado artesanal, y comencé a conocer el impacto ambiental que esta industria tiene. Estudié comunicación pero hice un master en diseño de moda y entonces comencé a ver todos los desperdicios, me enteré de que la moda es la segunda industria más contaminante del mundo y me di cuenta de que se podían hacer cambios en los procesos de producción, en los materiales y en los pequeños detalles y con ello reducir considerablemente el impacto ambiental de la moda. El ser emprendedor es desgastante, pero ser emprendedor social lo es más porque tienes que investigar todo, construir todo, desde los materiales, los pegamentos, los procesos. Me puse sobre todo a pensar en qué me gustaría usar a mí, como cosas veganas porque no aguanto la crueldad hacia los animales y ese fue mi enfoque desde el principio. Ahora que sé más de innovación en materiales, creo que hay más demanda porque se le pueden dar opciones a la gente que está más consciente de lo que consume”.

Elisa, Activista y promotora de la alimentación sustentable

“Cuando yo era pequeña quería estudiar Gastronomía pero siempre me decían que eso era un hobbie, no una carrera. Por eso estudié Educación. Antes sentía mucha impotencia. Tenía 15 años cuando empecé a hacer activismo en torno a la alimentación. Yo quería involucrarme y hacer algo pero no encontraba cómo y me sentía rechazada. Mis papás son biólogos y ambos trabajan con muchos productores del campo en el estado de Michoacán, donde vivía yo entonces. Soy la única niña de mis primos y por eso crecí en la cocina con mis abuelas, porque ellos no jugaban conmigo. Por eso ahora para mí es importante ocupar un puesto de liderazgo porque en la alimentación y la educación hay muchas mujeres, sin embargo, los hombres tienen los puestos más altos. El año pasado fui a Veracruz y pasé dos meses en huertas y sólo con cocineros. El día que eso ya no pasó, dije ‘¡qué feo!, yo quiero que esto sea mi vida, no un hobbie’. Me recordé a mí misma diciéndole a mi padre que esto es lo que yo quería hacer. Hoy he roto con eso y sé que esto es lo que quiero hacer. Esta sí es una carrera”.

Carlos, Emprendedor en proyectos de ciclismo y movilidad urbana

“Cuando vives en un entorno en el que la gente está todo el tiempo quejándose, terminas por darte cuenta de que la queja no va a hacer que pase nada. Llega un momento en el que dices ‘quiero dejar de quejarme y hacer algo, por más pequeño que sea porque si no lo hago yo, quién sabe quien lo va a hacer’. Me encanta viajar, y cuando me di cuenta de cómo era la vida en otros países, principalmente en Europa, tuve lo que yo le llamo ‘la depresión postprimer mundo’ y me frustraba que la vida pudiera ser tan diferente en otros lados y que en mi país las cosas fueran distintas. Eso me motivó a hacer algo por mi país, que tengamos la opción de disfrutar las cosas que hay en otros lados. Yo estudié administración, pero siempre me di cuenta de que las cosas son demasiado complejas, y con una sola profesión es difícil entender todo el contexto o los problemas y fue cuando platicando con amigos, me di cuenta de que los puntos de vista de las demás personas eran superimportantes porque tenían información que yo ni me podía imaginar. Ahí empecé a aprender de ellos y ese fue el primer paso. Transportarnos, después de despertar, es la segunda cosa que hacemos a diario –bueno después de comer e ir al baño– pero es lo que más nos estresa. Entonces me pregunté ¿por qué si en otras ciudades me podía mover libremente, por qué no hacerlo aquí también? Sí se puede, sólo hay que decidirse a hacerlo”.

Luis Felipe, Emprendedor en calidad del agua

“Empecé como emprendedor por azares del destino, empezó como una aventura con un compañero en una consultoría, pero era de negocios y entré en un mundo frío. Yo venía de estudiar Diseño Industrial y me hacía falta la parte creativa y social, el poner a las personas en el centro. Después por ello inicié una consultoría de innovación y mi primer cliente era del sector de la tecnología del agua. Así me jaló de lleno el tema. Me di cuenta de las dificultades, de las condiciones de la infraestructura y del mugrero que llegaba a nuestras tuberías. También me pude poner en los zapatos del gobierno, en momentos en los que tal vez estás arreglando una tubería y te gritonean porque cerraste la calle y detuviste el tráfico, sin ver que tal vez llevabas cuatro horas tratando de detener una fuga. Pude ver esfuerzos reales en todos los sectores involucrados. Detecté que hay algo desasociado entre la ciudadanía y quienes quieren mantener o reparar esa infraestructura. Cuando vi las necesidades y el impacto que la mala calidad del agua podía tener en nuestra salud, decidí que tenía que hacer algo al respecto”.

Aurelien, Consultor en política y participación ciudadana

“Yo decidí ser un ciudadano de impacto cuando llegué a México pero ya desde Francia, aunque era sólo un estudiante, era activista pero estaba menos vinculado al tema de la acción pública. Cuando conocí México y a su gente me dieron ganas de mover cosas porque aquí hay muchos recursos, talento y riquezas que se pueden aprovechar de manera sostenible para mejorar el bienestar común pero no se aprovechan por varias razones. Me di cuenta de que era necesario revalorar la idea de la política en México, porque vi que la noción en este rubro estaba pervertida y coptada por algunos de los actores que no necesariamente llevaban a la política a buen puerto, si regresamos al origen de lo que es hacer política que significa hacer sociedad, hacer ciudad. No es posible que todo lo que se piense cuando se menciona la palabra política sean puras cosas peyorativas o que se enfoquen en los partidos. Todos necesitamos colaborar y trabajar para hacer política pues de lo contrario no logramos construir una sociedad incluyente y progresista. Cuando decides dejar de sufrir y dejar de quejarte, el siguiente paso es actuar con base en un optimismo racional, hacer un análisis de lo que tenemos, de lo positivo. Eso es lo que a mí me movió a formar una asociación civil porque en general la gente se queja mucho y tiende a caer en el pesimismo frente a la política y desde allí es difícil construir soluciones. El camino es apropiarse de los mecanismos existentes y de la oportunidad que existe para cambiar las cosas”.

LÉA: Promotora y activista de impacto social

“Antes era estudiante y activista en temas de cultura y desarrollo urbano. Hice una práctica en la alcaldía de París, pero las organizaciones entonces tenían un impacto pero a largo plazo y yo quería algo más rápido. No tenía la paciencia para esperar. Así descubrí el emprendimiento social, y cuando inició el movimiento ciudadano de Makesense en Francia me uní como voluntaria, y un día tuvimos a siete emprendedores y alcanzamos a reunir a 100 personas para apoyarlos durante dos horas y media en la creación de soluciones para sus retos. Fue increíble pues todos salieron con ánimo para trabajar de inmediato. Así me di cuenta de que siendo voluntaria en Makesense podía ayudar a involucrar a gente que nunca había hecho ningún tipo de voluntariado antes. Me encantó que esas personas, al terminar los talleres, me preguntaran ¿cuándo volvemos?, ¿qué sigue?

Cuando abrimos el espacio que ahora tenemos en París y tuvimos los primeros eventos, en los que hubo inversionistas, emprendedores, ciudadanos y más personas, y todos estaban participando en algo tangible, supe que el impacto social inmediato sí existe, que lo hicimos nosotros y que sí es posible”.

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