Periodismo imprescindible Martes 16 de Abril 2024

La economía del cempasúchil

Sus pétalos naranjas adornan mercados, panteones, casas, escuelas, centros de trabajo, iglesias y calles. La particular belleza de esta flor fue mostrada a otras naciones en la película Coco, mediante un colorido puente que conecta el mundo de los vivos con el de los muertos, pero el cempasúchil también es una fuente de ingresos para cientos de familias en esta temporada
28 de Octubre 2018
No disponible
No disponible

Texto y fotos ROGER VELA

El color naranja cubre Paseo de la Reforma, la avenida más turística de la Ciudad de México. Sus camellones formados por triángulos isósceles están rellenos por miles de flores que contrastan con el gris del asfalto y le dan vida al paisaje urbano. Su principal guardián, el Ángel de la Independencia, descansa sobre una sábana de pétalos anaranjados que arropa la base que lo sostiene.

La gente espera el alto de los vehículos para sacarse fotos. Aprovechan la postal atípica de la capital. La flor de cempasúchil ha vestido de gala al ya de por sí elegante bulevar y advierte la llegada de una celebración tradicional en México. Alguien dice por ahí: “Ya huele a Día de Muertos”.

Desde que somos niños, los mexicanos asociamos el color y el olor de esa flor con la celebración anual dedicada a nuestros difuntos. El cempasúchil es quizá las flor más común utilizada en alguna festividad en nuestro país, mucho más popular que las plantas de Noche Buena en Navidad.

Sus pétalos naranjas adornan mercados, panteones, casas, escuelas, centros de trabajo, iglesias y calles. Su particular belleza fue mostrada a otras naciones en la película Coco, mediante un colorido puente que conecta el mundo de los vivos con el de los muertos. Las escenas donde se muestra fueron consideradas una joya de la animación, y el mundo conoció a México gracias a la tradicional planta nativa de nuestro país usada desde la época prehispánica.

Sin embargo, además de servir para darle una espectacular vista al Día de Muertos, el cempasúchil es una fuente de ingresos para cientos de familias en esta temporada. Una de ellas es la familia de Humberto Cruz, habitante de Xochimilco. Desde hace casi 20 años se dedica a cultivar distintas plantas al sur de la CDMX: además de cempasúchil, cultiva lila, amaranto, violeta imperial y anturio, entre otras. Aunque la flor de Día de Muertos es, sin duda, la que más le deja ganancias en esta temporada.

“Cada año sembramos entre 25 000 y 30 000 plantas para poder venderlas durante estos días. Cada una la vendemos a 30 pesos. Es la planta que más se vende en estas fechas. Pero ahorita es el primer año que estamos vendiendo en Reforma, ha estado muy tranquilo, se esperaba un poco más de venta pero ha estado bien”, dice.

Es la primera vez que ofrece sus productos en una de las avenidas principales del país, comúnmente lo hace en el famoso mercado de plantas de Cuemanco, aunque en esta ocasión, además de vender ahí, aprovechó la invitación del gobierno de la ciudad con el propósito de ofrecer sus flores en el Festival de Cempasúchil, una feria que contó con la presencia de más de 30 expositores provenientes de dos alcaldías: Xochimilco y Tláhuac.

Además de la famosa flor que le da nombre al festival, durante cuatro días los visitantes pudieron encontrar hortalizas orgánicas, derivados de miel, amaranto, nopal, lácteos, truchas asadas, carne de pavo y de conejo, chocolate, café; cartonería, cerámica, joyería y artículos decorativos; productos utilizados en las ofrendas como calaveritas de dulce, mole, inciensos y veladoras, todo el kit básico para una ofrenda de muertos.

Humberto aprendió el arte del cultivo del cempasúchil por sus tíos, quienes le enseñaron desde pequeño a fertilizar, regar y fumigar las plantas con el fin de tener una amplia producción cada año. “La sembramos aproximadamente entre los meses de junio y julio, luego las podamos unas dos veces para hacerlas más resistente y para que duren más tiempo y no se caigan. Después de tres meses están listas para ponerlas a la venta”.

Es un proceso que ha repetido durante años y que le deja una derrama económica familiar de aproximadamente 900 00 pesos en esta fechas; claro, descontando los costos de producción, la inversión, los insumos utilizados, las herramientas y materiales, la transportación y las plantas que no se vendan o se maltraten en el procesos. Por ello, además de vender sus flores en varios locales de Cuemanco, debe salir al corazón de la ciudad con el objetivo de ofrecerlas a aquellos transeúntes y turistas que se muestren maravillados con el color de los pétalos.

En ese sentido, de acuerdo con cifras de 2017 de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), en esa temporada fueron sembradas cerca de 14 000 toneladas de cempasúchil en unas 1 500 hectáreas de todo el país. La producción se concentró en Puebla, Guerrero, Hidalgo, Oaxaca y San Luis Potosí; la venta generó una derrama económica de entre 40 y 50 millones de pesos para los productores.

En la Ciudad de México, por el contrario, en 2018 la producción se redujo casi 25 por ciento en Xochimilco y Tláhuac. Los 600 productores de esa zona han puesto a la venta cerca de 800 000 macetas de la planta, mientras que en años anteriores fueron cerca de un millón.

Sin embargo, para este año, debido a todas las celebraciones de Día de Muertos en la capital, se espera una derrama económica de 400 millones de pesos, de acuerdo con datos del gobierno capitalino. Asimismo, en cuestión hotelera, se esperan obtener 1 053 millones de pesos por los turistas que se hospedan con el propósito de asistir a la celebraciones en distintos puntos de la ciudad.

Pero más allá de las ganancias generadas por la celebración y la venta del cempasúchil, la conexión de los mexicanos con esa flor continúa. La tradición indica que los pétalos de la planta sirven para guiar a los difuntos a las ofrendas que les colocan sus familias cada año. Su nombre viene del náhuatl y es una variación de las palabras cempohualli, que significa veinte, y xóchitl, que significa flor, lo que da como resultado: flor de veinte pétalos.

Además de su uso en las celebraciones de Día de Muertos, puede emplearse incluso en la medicina tradicional y hasta en la cocina. Edith Torrero, productora de Xochimilco, explica cómo hacer una crema de cempasúchil: “Se deshoja la flor, después se lava con agua y sal de grano, la dejas reposar entre 5 y 10 minutos para que se limpie completamente, luego pones los pétalos en una licuadora junto con cebolla, ajo y poquita sal. Previamente a esto vamos a sofreír calabacita en cuadros y granos de elote, también con cebolla y ajo, y una vez que esté blanda la verdura echamos la mezcla de la licuadora, dejamos que suelte el hervor y agregamos al final cuadritos de queso panela y listo”.

Además, explica, podemos utilizar la flor con el fin de aliviar el dolor estomacal, bajar la fiebre o incluso desinflamar el vientre de una mujer recién parida. “Para mí es un gusto poder compartir con la gente no sólo la venta de las plantas, sino también algún conocimiento que tengamos de la misma. Es una dicha poder disfrutar de todo el colorido que nos dan las estas flores y la paz que pueden atraernos”.

Es así como a través de los siglos el uso del cempasúchil ha perdurado en nuestro país y ha mantenido económicamente a familias enteras que no dejan morir la tradición. Es imposible imaginarnos el Día de Muertos sin su característico color naranja y su inconfundible olor. Pero más allá de sus distintos usos, quizá lo más importante de esta flor es que nos hace sentir un poco más cerca de nuestros seres queridos.

Recientes