Periodismo imprescindible Viernes 29 de Marzo 2024

La milpa y las guardianas del bosque

Cuando apenas tenía 25 años, Lucía llegó a Amanalco. Su pasión por la conservación de los bosques la llevó a plantearse un gran reto: demostrar que la agricultura y la conservación forestal no estaban peleadas
11 de Marzo 2018
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Lucía Madrid tenía sólo 25 años cuando llegó a Amanalco, un municipio cercano a Valle de Bravo, en el Estado de México. Egresada de la carrera de Ciencia Política, y siempre interesada en la conservación de los bosques, quería convertirse en el engranaje que demostrara que la agricultura y la conservación forestal no estaban peleadas.

Puerta a puerta, fue conociendo a los ejidatarios; los escuchó, puso atención en sus problemas y preocupaciones, primero, y después buscó trazar un plan junto con ellos, en el que cuidar a los bosques les hiciera sentido, no sólo desde un punto de vista ambiental, sino también económico y social.

“El secreto fue escucharlos, primero, comprender cuáles eran sus problemas, intentar encajar en lo que la gente necesitaba para poderles ser de ayuda”, recuerda.

El Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS), donde Lucía se desempeña como coordinadora regional, trabaja a fin de lograr que los bosques y la agricultura vivan en armonía, beneficiándose mutuamente de la presencia del otro.

“Se suele pensar que la agricultura es enemigo de los bosques, que son antagónicos, que la agricultura está creciendo sobre los bosques y es una amenaza. Sin embargo, hay que entender que la agricultura también es una fuente de empleo y que además es necesaria para dar de comer a más 100 millones de personas en este país”, apunta.

La cuenca de Valle de Bravo genera unos 6 000 litros de agua por segundo, casi la mitad del líquido que llega al sistema Cutzamala, responsable de abastecer de agua a la Ciudad de México y a parte del Estado de México. Sus bosques capturan 571 toneladas de CO2 diariamente, el equivalente a retirar de la circulación 230 autos todos los días.

Esta zona también es el hogar de especies como linces, mariposa monarca, serpientes y gallinita de bosque.

“Lo que hemos diseñado es un mecanismo para trabajar con las comunidades. Trabajamos con 20 comunidades, el 25 % de toda la cuenca”, dice Lucía.

Tres de los ejidos cuentan con certificados internacionales por el buen manejo ambiental, y seis más nacionales. El manejo forestal comunitario incluye la planeación de la extracción de madera contemplando la capacidad de regeneración del bosque y las prácticas necesarias, a fin de proteger los suelos, el agua y la biodiversidad. Mediante este trabajo se mantienen 9 000 hectáreas de bosques, que tienen la conservación como eje.

Mujeres del maíz

Maíz, frijol, quelites y chilacayote son los productos más comunes en las milpas. Aunque las milpas son trabajadas por hombres y mujeres por igual, es apenas ahora que las mujeres comienzan a participar en la toma de decisiones.

En 1970, sólo 31 459 mujeres eran reconocidas como ejidatarias, hoy la cifra llega a 719 000, según datos de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu).

En la vida rural, como en la urbana, las mujeres llevan la mayor parte de la carga del trabajo. Lo mismo siembran que cultivan, recolectan leña, cuidan a los hijos y hacen las tareas domésticas.

Gracias a los programas de equidad en las 20 comunidades donde trabaja el CCMSS, se ha logrado que cinco órganos gobernantes tengan representación femenina: “Es un nuevo récord. Generalmente, aunque las dueñas sean las mujeres, no participan tanto en los asuntos comunitarios”, dice Madrid.

Y es que una mayor participación e inclusión de las mujeres repercute de manera positiva en la economía familiar. De acuerdo con un estudio realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en 2012: “el aumento de la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo –o una reducción de la disparidad entre la participación de mujeres y hombres en la fuerza laboral– produce un crecimiento económico más rápido”; debido, en parte, a que la mayoría de los ingresos percibidos por las mujeres son invertidos en el bienestar familiar.

Por ello, reconocer la participación de las mujeres en la vida rural –de manera oficial y no sólo de facto– podría elevar aún más el desarrollo de las comunidades campesinas.

“En el campo, las mujeres son un trabajador más. Sin ellas sería imposible pensar en la comunidad, en la producción alimentaria como la conocemos ahora. No se podría pensar en el proyecto como está hecho, hasta donde lo hemos llevado”, asegura Lucía Madrid.

La milpa

Los sistemas agrícolas poseen una gran riqueza en temas de biodiversidad, además de cultural y de producción alimentaria. “Lo que nosotros buscamos generar con este proyecto es crear paisajes complejos, con una biodiversidad de usos de suelo que sean armónicos. Buscar la armonía entre bosques, agricultura e incluso desarrollo urbano”, señala Lucía.

A esta integración armónica se le denomina silvicultura, es decir, un conjunto de actividades relacionadas con el cultivo, el cuidado y la explotación de los bosques y los montes. México tiene un campo de oportunidad enorme para desarrollar la silvicultura comunitaria, ya que de los 55.3 millones de hectáreas de bosques y selvas que hay en el país, 80 % pertenecen a la propiedad privada, bajo las figuras de 8 500 ejidos y comunidades, de acuerdo con la Sedatu.

Las milpas –sistemas agrícolas diversificados– y la agricultura en general han conseguido que los dueños de los territorios se conviertan en guardianes de los bosques, ante amenazas por cambio del uso de suelo, talamontes ilegales, incendios, plagas.

“Actualmente los bosques no pueden sobrevivir sin el ser humano. Necesitan de él para poder sobrevivir”, dice Madrid, y agrega: “Permitir la agricultura sostenible, no industrial, ayuda a que los bosques estén protegidos”.

Finalmente, cabe recordar que la fauna local también ha forjado su sobrevivencia entre el bosque y las milpas; se alimentan de uno y van al otro.

Servicios ambientales de la cuenca Amanalco-Valle de Bravo

  • Alrededor del 10 % del agua que se consume en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México proviene de la cuenca.
  • Tiene más de 35 000 hectáreas de bosques que proveen materias primas como madera, leña, hongos y plantas.
  • Los bosques de la cuenca capturan, en promedio, 208 410 toneladas de CO2 por año, el equivalente a lo emitido por 83 364 autos.
  • Los paisajes de la cuenca convocan a más de 200 000 turistas al año, dejando una derrama económica de aproximadamente 250 millones de pesos anuales.
  • Es el hogar de la mariposa monarca y otros cientos de especies de flora y fauna.

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