Periodismo imprescindible Miércoles 17 de Abril 2024

Mujeres.exe

En un país donde el 51 % de los usuarios de Internet son hombres y 49 % mujeres, la brecha de género en el campo de la programación es amplísima. La discriminación y la intimidación contra ellas son factores que persisten; sin embargo, varias organizaciones trabajan para acabar con esto
09 de Septiembre 2018
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Cada que hacían un nuevo taller de programación en el Centro de Cultura Digital (CCD) de la Ciudad de México, el área educativa notó que, de 20 personas que asistían dos eran mujeres, y no sólo eso, sino que ya no regresaban para el tercer día. “Tal vez se sientan intimidadas o retadas intelectualmente”, decían en el centro al buscar una explicación. Después de analizarlo, propusieron diseñar un taller de introducción a la programación únicamente para mujeres, que tendría como resultado final la construcción de un blog.

Un estudio de la consultora Accenture sobre las mujeres en la informática ha dicho que la falta de presencia de más mujeres o amigas en las clases de computación reduce su interés en la asistencia y a largo plazo en esta materia en un 33 por ciento.

Otro problema que enfrentan constantemente en el Centro es que, cuando abren estos espacios sólo para mujeres, siempre hay hombres inconformes en sus redes sociales porque se sienten excluidos, como si ese fuera el único lugar que da estos cursos para ellos. Pero esos lugares ya existen, como en la universidad, donde es evidente que en sus aulas hay más hombres que mujeres.

Así lo cuenta Diana Ponce Rosas, egresada de la Licenciatura en Matemáticas Aplicadas y Computación de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán en la UNAM, quien también impartirá el taller en el CCD.

En la clase de Diana, había sólo 3 mujeres y, en general, la carrera que eligió registra normalmente que, de 10 estudiantes 3 son mujeres, de acuerdo con la UNAM.

—¿Acudías a talleres en los que sólo había hombres?, ¿qué sentías?

—Cuando inicié sí me limitaba o no participaba tanto. Me hubiera sentido más en confianza si hubiera visto más mujeres.

LA PROGRAMADORA

Diana Ponce Rosas, egresada de la Licenciatura en Matemáticas Aplicadas y Computación de la FES Acatlán.

La regla es que en cada oficina hay un espacio en una esquina “silenciosa”. Usualmente nadie habla, y por cada 7 hombres hay una mujer. Son los programadores y la programadora, y aunque nadie sabe bien qué hacen, acuden a ellos en emergencias y les piden que muevan los “no sé qué” para que todo luzca mejor en las plataformas, sitios web, videojuegos o aplicaciones.

Que de los usuarios de Internet en México el 51 % sean hombres y el 49 % mujeres, no parece proporcional a la aún baja cantidad de mujeres que estudian y que trabajan en programación.

Pero no sólo la brecha de esta carrera existe en las mujeres que programan, también persiste la discriminación. A Diana Ponce le pasó que cuando trabajaba en equipo con más hombres, ella resolvía los problemas; al hacerlo exitosamente, ellos se adjudicaban el logro y a ella la dejaban de lado.

“Decían ‘resolvimos esto’ y yo no lo podía creer. ¿Por qué jugar así cuando estamos trabajando? Hice mucho coraje porque no se vale. También cuando buscas trabajo y ves la vacante, normalmente especifican que sean hombres”, me dice Diana.

La programación y las mujeres históricamente son esenciales el uno para el otro. Ada Lovelace es muchas veces llamada la “madre” de esta materia al escribir en un artículo, por ahí del año 1843, que una máquina podía manipular símbolos si seguía reglas y que los números podrían representar entidades, más allá de cantidades. Sin embargo, y lo rectifica Diana, cuando uno piensa en crear una app o diseñar un sitio web, normalmente la gente dice “necesitamos un programador, nunca dicen ‘programadora’”, me recrimina Diana.

La visibilidad de las mujeres en la informática es importante, pues gracias a ello, desde edades más tempranas ellas se pueden interesar en estos procesos de lógica y computación. Eso muestra también Andrea Isabel Anguiano García, de 22 años de edad, que aplica estos conocimientos a su carrera, Ciencias de la Tierra. Se dedica a programar un modelo con el fin de generar escenarios en caso de un derrame de hidrocarburos o contaminantes en el Golfo de México.

“Quizás en algún momento me sentí un poco decepcionada de que haya encontrado más apoyo en mis compañeros hombres que en mis compañeras. Culpo un poco de esto al sistema que nos enseña a competir entre mujeres y no a apoyarnos. Me gustaría cambiar eso”, me dice la joven estudiante del último semestre de la licenciatura que imparte la Facultad de Ciencias de la UNAM.

Mientras que los hombres no requieren un modelo a seguir para dedicarse a estas carreras, el estudio de Accenture revela que las estudiantes de preparatoria con un maestro o maestra influyente en estas materias tienden a elegir tres veces más una carrera de ciencias que aquellas adolescentes que no contaron con un profesor que las impactara.

MANOS A LA OBRA

La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y el Programa Internacional de Evaluación de los alumnos (PISA) coinciden en que las disparidades de género en el rendimiento de materias de ciencias no proviene de las diferencias natas o en la aptitud, sino más bien de la influencia de los padres, maestros, responsables de la formulación de políticas y los líderes de opinión.

Esta falta de visibilización general de quienes ejercen esta profesión, y sobre todo de mujeres en el campo de la informática, ha propiciado que diversas iniciativas se enfoquen sólo en mujeres.

Como ejemplo está Women Who Code, una organización sin fines de lucro que busca conectar a mujeres en la programación y que al mismo tiempo estén bien representadas como líderes, ejecutivas, fundadoras, vicepresidentas y directivas en diferentes niveles. En México organizan meetups, o eventos que van desde grupos de estudios hasta conferencias con expertos con el propósito de que las mujeres puedan sobresalir en la tecnología.

O la más famosa a nivel global, Laboratoria, un programa que surge en América Latina. Durante seis meses les enseñan a las mujeres las habilidades para formarlas como desarrolladoras web o diseñadoras UX. El programa ha sido tan exitoso que fue reconocido por el ex presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Las jóvenes egresadas logran emplearse en empresas como IBM, Accenture, Everis o Scotiabank.

También está el Cyberwomen Challenge, un taller organizado por la Organización de los Estados Americanos (OEA) en distintos países y que en México tuvo lugar el pasado 31 de agosto. Consiste en resolver 50 desafíos de ciberataques a un servidor con datos críticos, en tanto que ellas debían atacar primero al servidor y posteriormente defenderlo.

Diana Ponce obtuvo el segundo lugar en este concurso, junto a un equipo que conformó en ese mismo evento. “Cuando empezaba, apenas y hacía prácticas con una pequeña página web, veía que lo que yo imaginaba hacer, lo podía hacer. Lo lograba. Me entretiene saber que son como pequeños o grandes retos lo que debo resolver”, me dice.

Ella ofrecerá el taller del CCD que se desarrollará del 17 al 20 de septiembre, y cuyos requisitos sólo son: tener conocimientos básicos del uso de un ordenador, saber instalar programas, manejar carpetas y navegar en Internet, además de llevar su propio equipo de cómputo.

Así que, este 13 de septiembre que se celebra el día de los programadores –y porque en el lenguaje de programación también importa–, podremos decir “feliz Día de las Programadoras”, confiando en que el mundo digital que consume ese 49 % de la población, también está desarrollado por ellas.

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