Periodismo imprescindible Viernes 29 de Marzo 2024

Ofrendas para un barrio

Después del 19 de septiembre, los negocios y las personas de la colonia Roma siguen luchando por regresar a la normalidad. Hoy, 1 de noviembre, realizan una ofrenda para celebrar a los muertos, pero también a los vivos #VaPorLaRoma
01 de Noviembre 2017
Foto: Estefanía Camacho
Foto: Estefanía Camacho

¿Entrevistar o ayudar? ¿Documentar o revisar el departamento? Dudas que no dejan de confrontarse en mi mente desde el 19 de septiembre, pero para cuando ya las he pensado demasiado ya estoy ayudando, construyendo una ofrenda en mi Roma. En la última colonia que pensé llegaría a habitar cuando como muchos, nos adentramos por primera vez en la Ciudad de México.

Regresé de nuevo al barrio, porque sí, hoy veo a la Roma como un barrio: la gente se saluda de nuevo, se da los buenos días, me invita a su casa, me sirve un té matutino. Yo lo veo igual: el Trolebús se desplaza por la calle de Querétaro con sus usuarios que asoman entre las ventanas sucias con rostros cansados, adormilados.

El taller de sándwiches ya reabrió, la fuente del parque Luis Cabrera expulsa una brisa densa transparente y no amarilla como antes de septiembre, cuando así la dejé.

Pero todo me engaña: me dicen que la Tlayudería de San Luis Potosí fue clausurada por los daños que sufrió, luego la robaron, y después, una vez más robada e incendiada. Las escuelas siguen cerradas, el Trolebús no lleva más de una o dos semanas operando con ese sonido como si un motor arrastrara. El robo de autopartes regresó por las noches y los vecinos de los departamentos abandonaron los edificios de más de dos pisos.

Hoy que regresé a la Roma, a más de un mes de haber dejado esa colonia, me recibe como me despidió: con música. Este día de muertos suena música tradicional de viento que me recuerda a mi abuelita, que también se une a la tragedia: desalojó su casa en Juchitán. Pero ni a mí ni a ella nos sacan de la Ciudad.

Menos cuando la música acompaña el proceso de dejar y de empezar de nuevo. ¿Por qué la música tradicional mexicana ha de ponerte triste cuando suena tan bonita? ¿Por qué a cada tamborazo regresa a mí el recuerdo de ese día entre el olor a escombro, el sonido de las sirenas y la gente llorando? Al menos ya no hay silencio.

Pero hoy es diferente: los vecinos y los colectivos llegan desde temprano a la casa de Aida Mulato o al de jóvenes artesanos. Sin preguntar más, se ponen en acción cortan el cempasúchil, se empapan de su olor, de sus hojas amarillentas, preparan té para todos, aparecen los dueños de locales y se ocupan; barren su casa, las banquetas, sus negocios.

A Aida le dijeron que “¿a poco vale más una vida en la Roma que una en Juchitán?”, esto desde que intenta cambiar su entorno, su barrio, para hacerlo más limpio, más transitable y más sustentable. Le recuerdan que hay problemas más grandes que intentar mejorar una colonia a la que relacionan con el blanqueamiento de la ciudadanía o que hay asuntos más relevantes que quitar el basurero de una esquina o que hacer una ofrenda en memoria de aquellos que apoyaron o se fueron en el sismo del 19 de septiembre.

Pero ella, más que aquellos detractores, es quien mejor sabe cómo es la situación en la Roma, en Jojutla o en Juchitán. Ella no estaba en su residencia en la Roma cuando la catástrofe ocurrió. Ése martes recién regresaba a Naucalpan con sus papás luego de llevar ayuda a Juchitán, municipio oaxaqueño afectado por el primer temblor que pegó en septiembre, me explica.

Ella ni siquiera tuvo la oportunidad de movilizarse hacia la colonia donde habita como lo hicieron otros para remover de inmediato escombros, llevar acopio o simplemente llegar a su hogar para pasar esta tragedia entre los suyos.

La falta de ayuda no cesó en esos días y por el contrario, pasado el mes, es cuando más se resiente esa ausencia de furor en auxiliar a otros y ella lo ve con sus vecinos, en los locales de su cuadra en los departamentos de su edificio que se vaciaron, en los ladrones que han llegado con el silencio.

Ahí es cuando ella incursionó con Va por la Roma, iniciativa de vecinos y locatarios en esa zona para promover el cuidado de la ciudadanía.

Puerto Roma, es uno de esos locales amenazados por la corta vida que tiene una pequeña y mediana empresa, pero ahora es un restaurante de ensaladas y comida de mar cuyos planes a largo plazo se han visto pausados. Sus metas se convirtieron en un “estamos a punto de cerrar”, adelanta Al Vazquez dueño del lugar resignado junto a su perro Sirio. Para sobrevivir por lo menos el primer mes después del sismo, tuvo que alargar los horarios por la mañana y por la tarde, así como ampliar su oferta en el menú porque las comidas no le abastecían.

LA PALETERÍA

Carlos Catalán es dueño de Amor Casero, una heladería a la que le dejó de ver el propósito de su existencia en la semana que ocurrió el sismo. Así que decidió cerrar por lo menos esos días inmediatos porque le daba pena tenerla abierta. Lo avergonzaba que la gente lo viera atendiendo el negocio que se propuso abrir hace tres años y que incluso, le daban poco tiempo de vida y prefirió ayudar en las zonas que lo requerían.

-Yo creo que se necesitaba más eso, que vender helados –admite Carlos.

COMERCIOS AMIGOS

Camilo Pérez cuenta su historia con la trompeta de la Mixanteña de Santa Cecilia de fondo, mientras vecinos de la Roma riegan pétalos de cempasúchil en la banqueta. Es casi una tragicomedia musicalizada: el 1 de septiembre abrió La Gourmetería en Orizaba 220. No le pasó nada durante el temblor del 19 de septiembre.

-Se me rompió un foco. Lo cambié, ni modo. La gente que trabaja ahí y sus casas están bien –agradece Camilo cuya tragedia radica más bien por estos días, cuando no ve clientela.

Antes ofrecía comida a la carta, pero ahora, con ayuda de Va Por la Roma, ofrece un menú del día en el que incluye un postre que es un helado de Amor Casero y si al cliente le gusta, le dice que vaya con Carlos. Luego quitó de su menú las tapas, para que, si los comensales quieren este tipo de comida, les recomiende a La Oliva donde se especializan en este platillo.

LA DELINCUENCIA

Además de La Tlayudería, al Bistrot Kebab lo asaltaron junto a sus comensales, como si a los negocios pequeños les faltaran obstáculos de crecimiento. Esto, dos semanas antes de Día de Muertos a causa de la falta de movimiento, el poco tránsito de la gente y el silencio que gobernó desde la noche del 19.

También está el Hospital Ángeles, que cuenta con la seguridad que un nosocomio privado puede brindar, y a pesar de ello, robaron las herramientas con las que realizan arreglos.

Pero hoy, 1 de noviembre olvidan todo eso. Con esta ofrenda marcan un inicio que implica un proyecto a largo plazo para reactivar la economía de la zona a la que muchos han calificado como un lugar de hípsters o de gentrificación. Pero hoy yo no veo eso. Veo a la Roma que no ha perdido el sentido de comunidad que emerge junto a esta tradición mexicana, que aunque se trata de celebrar a los muertos también es celebrar la vida.

La ofrenda se encuentra en la esquina de Orizaba con Querétaro y a las 19:00 horas del 1 de noviembre habrá una procesión por el barrio que saldrá de Avenida Juan Escutia 4, frente al Plaza Condesa.

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