Periodismo imprescindible Jueves 25 de Abril 2024

Radio: diversión y resistencia

Huehues Punk es uno de los programas que más tiempo ha permanecido al aire en Cholollan Radio Comunitaria, y quienes lo hacen son seis niños y niñas que viven en una comunidad indígena ubicada a los pies del volcán Popocatépetl
29 de Abril 2018
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POR ARANZAZÚ AYALA / SAN ANDRÉS CHOLULA, PUEBLA

Casi la mitad de la vida de Cristian ha transcurrido en la radio. Ahora tiene doce años y desde hace cinco es parte del equipo del programa Huehues Punk, uno de los más antiguos de Cholollan Radio Comunitaria, antes Radio Axocotzin, que suma a varios de los pueblos de la región de las Cholulas al pie del volcán Popocatépetl.

Cristian entró cuando dieron un taller de radio en su escuela. Cuenta que al principio eran casi cuarenta, aunque al final quedaron seis, los que empezaron con el programa. A él le tocó cuando la radio estaba en otra parte de la comunidad de Tlaxcalancingo, en San Andrés Cholula, muy cerca del centro, pero con el cambio de sede, a una media hora caminando, a algunos de sus compañeros les quedaba muy lejos y dejaron de ir.

Cristian sigue en el programa, y él mismo ha visto su evolución, de cómo al principio tenía mucha pena, y casi no hablaba, sin embargo, con el tiempo se le quitó un poco el miedo al micrófono, tanto que ahora está encargado de la sección “Manantial de palabras” que enseña palabras en náhuatl relacionadas con el tema del día. Y su amor a la radio se lo contagió a Osmar, su hermano menor, que un día lo acompañó porque veía que se divertía y así, desde hace tres años, es parte del equipo.

Lo que los hermanos y los demás niños y niñas hacen no es sólo tomar el micrófono, sino investigar con el objetivo de preparar lo que van a decir. En cada reunión, cuando se elige el tema de la siguiente semana, todos tienen la tarea de buscar información, y no lo hacen sólo en Internet, también llevan libros y revistas.

Huehues punk es uno de los programas que ha sobrevivido las transformaciones de la radio, que en 2014 fue clausurada por las autoridades estatales y federales, y decidió luchar también por la vía institucional, gracias a lo cual consiguieron la concesión para radio de uso social o indígena por parte del Instituto Federal de Telecomunicaciones. Cuando varias patrullas de la policía federal y personal del entonces Ifetel llegaron a las antiguas oficinas de la radio con el propósito de cerrarla, en cada asamblea y protesta estaban los niños que entonces participaban en el programa, sosteniendo pancartas a fin de defender un espacio que también era suyo y que pretendían cerrar.

Además de acompañar los movimientos sociales de la región y las diferentes resistencias, Radio Cholollan siempre ha sido un lugar para los niños y niñas de la comunidad.

Durante estos cinco años, son tres generaciones de niños las que han pasado por la cabina, y el programa ha cambiado de encargadas. Ahora lo llevan entre Aida, Omar, Otto y Mercedes, quienes ayudan a los niños a elegir temas, a ordenar el contenido y a conducir los segmentos.

Lo que el público escucha al sintonizar el 107.1 FM los sábados por la mañana no son a Aida y a Mercedes, sino a una planta carnívora llamada “Chamanita Muscaria”, y a Mechita, una zorrita que vive en el bosque, acompañadas también por un mosquito gigante. Aida, Mercedes y los niños les dan voz a los personajes que también existen físicamente, como parte de una colección de títeres de la radio. Y quienes deseen conocerlos pueden ver las transmisiones en vivo en una parte de los programas, donde los habitantes de la naturaleza platican un poco del tema de la emisión.

La zorra y la planta carnívora platican con los niños y las niñas de asuntos que impactan a la comunidad y la vida diaria de los niños y sus papás, como la naturaleza, el reciclaje, la ciencia y las tradiciones.

El segundo sábado de abril hay cuatro niños y una niña en la radio, acompañados por seis adultos, preparándose a fin de hablar de biodiversidad. El programa empieza tarde, aunque todos se divierten. Al momento de tomar el micrófono algunos se tardan en hablar, aún les da pena, pero poco a poco han vencido el temor. Como Gloria, que va en sexto de primaria y lleva más de dos años en la radio. A ella, como a Siri, le gusta ir para conocer gente nueva; porque se informan y comparten ideas y aprenden cosas, como el náhuatl.

De los que están ese día, el menor es Jesús Ángel, que empezó a ir porque la anterior coordinadora del programa lo invitó, hace como año y medio. A veces, dice, le da pena, pero ya se acostumbró, sobre todo por el compañerismo que hay entre el equipo.

Siri, de doce años, es uno de los que llevan menos tiempo, apenas unos meses. Empezó a ir porque su papá lo invitó a acompañarlo a un programa que le gustaba mucho, no obstante, en cuanto llegó y vio micrófonos pensó “Ay, esto ya me aburrió”. Pero cuando conoció a los Huehues Punk y se integró al equipo, el aburrimiento desapareció. Habla poco en el micrófono, mas le gusta manejar los títeres e investigar, y está a punto de estrenar una sección llamada “Cerebros que celebran”.

Este grupo conforma a quienes están actualmente en el programa, aunque en otras etapas ha habido niños diferentes y seguro volverán a cambiar: lo importante es que siguen sumándose no sólo con la finalidad de compartir sus mañanas de sábado, sino para fortalecer los lazos comunitarios y, sobre todo, con el objetivo de consolidar un espacio que es desde y para los niños y las niñas. Ahora con la potencia que la concesión le exige a la radio indígena, la señal llegará hasta el Valle de Chalco, a casi dos millones de personas.

“¿Y cuántos niños y niñas habrá entre esos dos millones, ¡imagínate!?”, dice Chamanita, la planta carnívora. Y Mercedes, ya no hablando como la zorrita, sino como habitante de Cholula, dice que los niños no son el futuro, sino que son el presente, y que hay que oírlos, escuchar sus ideas.

El nombre de los Huehues Punk nació de la mezcla del tradicional y antiguo huehue, figura que evoca respeto, y “punk”, el vocablo en inglés que remite a lo antisistema, a lo desaliñado, convirtiéndose en una idea que mezcla la tradición con la rebeldía, y la historia y la cultura comunitaria con la resistencia. Los niños y las niñas de la radio aprenden jugando, recuperando las raíces regionales, y también al formar parte de una radio comunitaria que lleva nueve años luchando.

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