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Trazos en femenino

Lo ven como un ritual, un proceso donde la tinta cobra vida, un arte que toma dimensiones de chamanismo gráfico. Lo femenino se apropia del mundo del tatuaje y así la piel se vuelve un territorio más donde las mujeres avanzan con paso firme
26 de Noviembre 2017
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POR ARANZAZÚ AYALA

Icarus dice que el tatuaje es un ritual. Un proceso donde la tinta cobra vida una vez que penetra el cuerpo y entra en sintonía con quien lo lleve: se quema cuando te quemas, envejece contigo. Por eso, el tatuar, además de un arte, es para ella una suerte de chamanismo gráfico. Icarus es una intermediaria entre la tinta y la persona.

Si le hubieran preguntado hace cinco años a Pal, conocida como Icarus, cuando todavía estudiaba Ilustración en la universidad, si pensaba dedicarse al tatuaje, hubiera dicho que no. Ella, como muchas chicas, consideraba que el ambiente de los tatuajes es un mundo cerrado, dominado por hombres. Pero hoy ella, junto con una oleada de mujeres en México, está cambiando eso.

EL ESTEREOTIPO POR DENTRO

Adrix no tiene tatuajes visibles. Si mueve el brazo, apenas debajo de la manga de su suéter se asoman unas líneas negras. Su decisión de empezar a tatuar hace tres años fue cuando después de ir a dos estudios psychology-essays.com essay-smart.com essay-smart.com diferentes a tatuarse el resultado no fue el que esperaba, y como dibuja desde niña pensó que sería mejor aprender a hacerlo ella misma.

De lejos, Adri no parece tatuadora, o al menos no aparenta la imagen que tenemos de cómo debe verse una chica que tatúa –cabello pintado, maquillaje cargado, muchos tatuajes, imagen sexy–; trae un pantalón de mezclilla y un suéter beige sin estampado, sin embargo, trabaja en un estudio de tatuajes de tiempo completo.

El estereotipo de cómo debe verse una tatuadora es sólo una de las cosas contra las que luchan las mujeres que se dedican a este arte en México. ¿Si no tienes tatuajes, entonces no sabes hacerlos? Icarus, radicada en la Ciudad de México, ilustradora de formación y con una carrera de dos años de dedicarse de tiempo completo al arte en la piel, piensa lo mismo que Adriana, aunque no se conocen.

El ambiente de los tatuajes en México ha sido un ambiente tradicionalmente de hombres, cerrado en cuanto a lo que los de la “vieja escuela” creen que debe ser el proceso de aprender e incluso los prejuicios de cómo se ven los tatuadores. Pero una nueva escuela de tatuaje, de la que forman parte sobre todo mujeres, se abre paso en el mundo de los hombres.

RITUAL COMPARTIDO

Icarus Pal es una de las artistas que se ha hecho ya de un nombre nacional en apenas dos años de dedicarse de lleno al tatuaje. Ilustradora de formación, nunca pensó que terminaría tatuando como profesión.

Como Icarus, Erika H.M. Erikatrina, tampoco consideraba tomar aguja y tinta para dibujar en la piel. En su caso, el dibujo fue lo suyo desde pequeña, pero pasó tres años escuchando las insistencias de uno de sus amigos que le pedía que tatuara, que seguro sería muy buena, que se animara. Cuando finalmente se animó, se tatuó a ella misma.

Todas pasaron por el mismo ritual de crear su primer tatuaje en su propia piel. Tenían que sentir qué tanto dolor infringían en la otra persona, a fin de aprender a medir la fuerza de su mano y de la máquina, y con el propósito de saber hasta dónde llega la tinta dentro de la piel –no muy afuera, no muy adentro, para que no se bote y haga una costra aparatosa.

Erikatrina dice que no se siente lista para enseñar a alguien más a tatuar porque ella sigue aprendiendo, y sigue en el proceso de definir un estilo, que es algo mucho más complejo. Ha tenido la suerte de que los clientes le permitan hacer diseños desde cero y dejar que explote su creatividad. La artista poblana cerró su agenda anual a principios de noviembre y ya tiene citas para el próximo año. No parece que lleva apenas tres años tatuando, aunque pocas de las tatuadoras que se han hecho ya de un nombre y reconocimiento tienen más de cinco años de experiencia.

LA NUEVA ESCUELA

De acuerdo con Tania, Tan Spook, diseñadora de información visual, el llegar a tatuar fue algo muy natural porque desde siempre pensaba en hacerlo, y se tatuó desde que entró a la universidad.

La artista, que empezó su carrera entre Puebla y la Ciudad de México, dice que esta oleada de mujeres es diferente también en cuanto a su origen y formación. Casi todas salieron de carreras o especialidades en artes gráficas y visuales, y posteriormente aprendieron a tatuar.

“Un día me dije que si no comenzaba a tatuar a la de ya me iba a seguir toda la vida queriendo aprender”, y así fue como se acercó con un conocido para que le enseñara, pero de entrada no la tomó en serio. Desde la experiencia de Tan Spook, fue mucho más difícil entrar por ser mujer, porque al llegar a un estudio como aprendiz una chica no siempre es tomada en serio, y no es sencillo dejar ese estatus para empezar verdaderamente a practicar –y es que muchos lugares “aprender” es dedicarse a limpiar y agendar citas.

Algo que todas mencionan es lo cerrado que es el espacio, y particularmente como chica, porque finalmente la vieja escuela del tatuaje es un gremio al que es difícil entrar. “Ahorita ya está surgiendo una enorme cantidad de mujeres tatuadoras, y eso porque ya hay una nueva escuela de personas que estudiaron pintura, diseño, que están introduciendo el tatuaje. La nueva escuela ya no tiene estos prejuicios de hombres y mujeres”, dice Icarus.

No es que el tatuaje no haya sido siempre un arte, sino que ahora se aborda también cómo crear una ilustración y un diseño particular sobre la piel. Y es ahí donde las mujeres proponen un nuevo estilo y también una nueva visión, de la mano con una apertura de la cultura del tatuaje en la sociedad mexicana.

Icarus, Tan Spook, Adrix y Erikatrina, sin conocerse, piensan lo mismo: todavía faltan muchas mujeres que tatúen, y que el camino a recorrer para romper estereotipos es largo.

“El hecho de encontrar a otras en un espacio tan difícil ayuda mucho”, dice Icarus. En su caso fue otra chica quien le enseñó a tatuar, y en el estudio donde trabaja hay otra mujer. Dentro de las tatuadoras hay un apoyo muy particular porque tienen presente que de inicio tienen una desventaja al ser minoría. Todavía en los eventos de tatuajes por cada dos mujeres hay unos cinco o seis hombres, pero eso cambia rápidamente.

El mundo, dentro y fuera de los tatuajes, tiene que ser un espacio cada vez más para mujeres.

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