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Wóolis: experiencia única y sostenible

¿Sabías que Tulum y su identidad podrían recuperarse gracias a la agricultura maya? Sigue leyendo, pues las comunidades ya están haciendo su parte, y tú como viajero también debes poner tu granito de arena
29 de Julio 2018
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POR GIOVANNA FRANZONI

Una playa perfecta para postal, una riqueza natural impresionante y una región rica en tradiciones mayas. Tulum es un paraíso escondido en el sureste de nuestro país que a lo largo de los años se ha forjado fama como uno de los destinos más atractivos, sobre todo para visitantes extranjeros.

Tanto que, como pasa en Cancún, los hoteles, restaurantes y lugares de entretenimiento se enfocan en mantener sus servicios en tendencia global con el fin de seguir cobrando en dólares, aun cuando eso ponga en riesgo la identidad y la sostenibilidad ambiental del destino porque, ¿acaso no has sentido que sí, todo es muy bonito, pero en realidad no parece México?

Y es que Tulum, ese paraíso que alguna vez habitaron los mayas y que es una de las playas más hermosas de nuestro país, se ha convertido en un destino que ofrece una fachada de ecoturismo, aunque en realidad se ha transformado en la pesadilla ecológica de cualquier activista.

Con más de 2.4 millones de visitantes registrados en 2017, cada vez son más los empresarios interesados en construir hoteles, clubs de playa y espacios de entretenimiento en Tulum.

Todo, bajo la falsa promesa que sus servicios están pensados para ser amigables con la naturaleza, cuando en realidad lo que están ocasionando es un daño severo al territorio por la gran demanda turística que existe y la falta de atención que se le da a los problemas generados.

Esto ha provocado en la región que la economía local permanezca rezagada, que el subsuelo de la zona esté altamente contaminado por residuos de aguas negras y sus cenotes estén en peligro por el mal manejo de los desperdicios.

Preocupado por el gran impacto de la contaminación en Tulum, Juan Pablo Inés, un gastrónomo originario del Estado de México, decidió empacar todas sus cosas para llegar a vivir cerca de estas playas en Quintana Roo y ayudar a combatir el problema.

La idea surgió luego de conocer los servicios que brindaban en Slow Food, una organización internacional que busca generar soberanía social y cero desperdicio de alimentos. Juan Pablo trabajó un tiempo dentro de esta red y luego decidió aplicar los mismos valores, pero con el propósito de crear un ciclo dentro de su comunidad que beneficie a quienes han vivido y cuidado Tulum, mucho antes de que se volviera lugar obligado para gringos o europeos.

El resultado es Wóolis, un proyecto que busca reducir el desperdicio de basura, elaborar compostas con la finalidad de regenerar el suelo y recuperar la agricultura maya de la zona, así como distribuir a precios justos los productos elaborados por las comunidades.

Wóolis significa ‘ciclo’ en maya, y es justamente como está mapeado el proyecto: un círculo que comienza y termina en la tierra, beneficiando a quien la trabaja.

La primera fase de Wóolis comenzó en 2016, cuando Juan Pablo y un amigo suyo decidieron comenzar un servicio de recolección de basura orgánica para, con ella, producir compostas masivas para los plantíos de las comunidades.

El siguiente paso consistió en acercarse a las comunidades con el objetivo de ofrecerles composta, el servicio de colocación de sus productos a un precio justo y talleres con el fin de recuperar las costumbres de agricultura maya en la zona. Con ello, tanto Juan Pablo como las comunidades involucradas buscan revivir la economía local, ayudar a disminuir el impacto de desechos y generar una cultura que respete los procesos, que busque consumir no sólo productos orgánicos, sino también mexicanos.

Dentro de los métodos que han recuperado de la agricultura maya están las camas elevadas y el policultivo, además de la plantación de ingredientes típicos de la región como tomate milpa, pepino local y árboles frutales.

Juan Pablo cree que alentar a las comunidades a luchar por mantener sus tierras con plantíos de frutos y vegetales locales generará, de manera paulatina, que las familias que trabajen el campo tengan una mejor calidad de vida, lo que, además, está en armonía con nuestro planeta.

Hasta ahora, se trabaja con más de 15 familias dentro de la zona, que se dedican a la agricultura; por otro lado se recolecta alrededor de una tonelada diaria de basura orgánica para las compostas.

Sin embargo, en el futuro de Wóolis habrá invernaderos que le permitan a las comunidades tener una mayor producción, un restaurante que sirva como foro para los productos de la zona; convenios con los hoteles con el objetivo de distribuir alimentos orgánicos y una red cada vez más grande de recolección de basura.

Con el propósito de lograrlo, de acuerdo con Juan Pablo, si bien es importante captar la atención del gobierno y los grandes resort, también lo es involucrar a los turistas, quienes muchas veces no están realmente interesados en lo que consumen durante sus vacaciones.

“Tulum de cierta forma es una farsa. De los negocios y hoteles que se encuentran en la zona y se dicen ecológicos, sólo un 10 % lo es. La cuestión es que, como está de moda, al poner que un producto es orgánico se puede vender al doble. La realidad es que la sociedad está dividida entre el pueblo y la playa. Quienes sólo visitan la playa, no están al tanto de las verdaderas condiciones en las que está el pueblo”.

Así como Juan Pablo, hay varios proyectos dentro de Tulum que buscan combatir los problemas que aquejan el territorio, pero es tarea de todos lograr un verdadero cambio. Por eso, en tu próximo viaje a Tulum o a cualquier otro lugar, asegúrate de conocer el origen de los productos o servicios que consumas, más allá de su etiqueta ecológica.

No sólo se trata de hospedarte en un hotel que se diga ecofriendly, sino conocer a dónde va su drenaje, qué tipo de productos usan para la limpieza, a dónde va a parar su basura y de qué servicios locales se ven beneficiados.

Si los turistas exigimos estos cambios, los grandes empresarios que decidieron tomar como estandarte la fachada ecológica, se verán obligados a realmente preocuparse por su territorio, por renovar ese Tulum tan paradisiaco que existía antes de que ellos llegaran.

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