Periodismo imprescindible Viernes 19 de Abril 2024

No todo es meter goles

En 2015, el PSD, un pequeño jugador político local plagado de desprestigio, dio un campanazo cuando anunció que el futbolista Cuauhtémoc Blanco sería su candidato a la presidencia municipal de Cuernavaca
12 de Diciembre 2016
Francisco Guerrero Garro
Francisco Guerrero Garro

Por Francisco Guerrero Garro

 

El momento era el arranque de 2015; el escenario, el estado de Morelos, y el partido que se jugaría sería la elección para la presidencia municipal de Cuernavaca. Graco Ramírez, el gobernador morelense, como todo entrenador, creía tener todo preparado para que Jorge Messeguer, su secretario de gobierno y hombre de más confianza, fuera el ganador, como candidato por el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Todos lo daban por hecho: el candidato de Graco sería el próximo presidente municipal. Fuera de tiempo y adelantada, el PRD inició una masiva precampaña electoral de manera irregular. Graco volcó todo su poder, como gobernador, para iniciar una cínica campaña de Estado, ostentosa, cara y avasallante a favor de Messeguer.

Los más cercanos contrincantes, la priista Marisela Velázquez y el panista Luis Miguel Ramirez, con precampañas más modestas hacían lo que podían, pero sin llegar al nivel de la carísima precampaña electoral de Messeguer.

Ya para cerrarse los tiempos de registrar candidatos, se empezó a esparcir el rumor de que el Partido Social Democrata (PSD), un pequeño jugador político local plagado de desprestigio, del cual son dueños los hermanos Julio y César Yañez, daría un campanazo. Y lo dieron, cuando anunciaron que el futbolista Cuauhtémoc Blanco sería su candidato a la presidencia municipal de Cuernavaca.

Como era de esperarse, la noticia causó sensación en todo el país. Todos lo conocían como ídolo deportivo, pero nadie lo había visto nunca en Cuernavaca, ni siquiera de paseo. Nadie lo identificó como vecino de la ciudad, nadie sabía dónde supuestamente vivía. Pero resultó que tenía credencial de elector de Cuernavaca y una constancia de residencia, expedida por el Ayuntamiento del entonces presidente municipal Jorge Morales Barud.

Así las cosas, con sus papeles en regla y escoltado siempre por los hermanos Yañez, Blanco acudió al Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana (IMPEPAC) y fue inscrito, sin que se presentara ninguna objeción, como candidato a la presidencia municipal de Cuernavaca.

A principio, ni el PRD, ni el PRI, ni el PAN le dieron importancia a su candidatura, que apenas hacía campaña electoral, ya que se presentaba dos o tres veces a la semana en Cuernavaca, mayormente para comilonas y fiestas. En el PRD, al menos de manera abierta, no le temían, lo consideraban poco menos que un bufón metido a la política.

Así llega el tiempo de cerrar campañas. Cuauhtémoc Blanco tiene un cierre casi improvisado en el mercado Adolfo López Mateos al que acuden más de 10 000 personas. Pero al llegar el día de la elección, el exfutbolista ganó con 36 000 votos. La candidata del PRI quedó en lejano segundo lugar, luego el PAN y el candidato de Graco Ramírez, Jorge Messeguer, en cuarto lugar. Sorpresa general: el PSD nunca esperó ganar, el PRD nunca esperó perder. Cuernavaca queda en estado de shock.

La elección fue en julio, la toma de posesión fue en enero de 2016; Cuauhtémoc estuvo ausente de Cuernavaca esos cinco meses pero, tras tomar el cargo, empezó a enfrentarse a todo y a todos. Su asesor Manuel Sanz trató de manipular a todo el Gobierno municipal; no pudo y causó un enfrentamiento permanente con los regidores, con el Gobierno del estado y finalmente incluso con los hermanos Yañez, que entonces denunciaron que le habían pagado siete millones de pesos al futbolista para ser candidato –creían que obtendrían suficientes votos para mantener a su partido, que era su único objetivo.

Así ha transcurrido ya casi un año y a Cuauhtémoc ya nadie lo apoya. No tiene un plan de trabajo, no hay obra pública. La ciudad que “gobierna” está en ruinas, sucia, descuidada, sin agua, sin servicios eficientes. Ha sido un año perdido para quien un día lo apoyó y que ahora ya no ve la hora de que se vaya. Hoy, ante el juicio político que enfrenta, promovido mayormente por el PRD, su futuro es incierto. Si logra ganar, quedará tocado, y haga lo que haga será señalado, ya, como un mal alcalde y como un gran dolor de cabeza para más de un actor político.
*Periodista y analista político

Más sobre


Recientes