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Cultura cívica

30 de Diciembre 2018
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Si bien en los discursos del gobierno entrante se habla de un cambio de paradigma, nada será posible sin un cambio desde las personas que conforman la democracia mexicana. En tiempos de propósitos para Año Nuevo, es interesante reflexionar acerca de la cultura cívica y de los compromisos que uno hace o debería de hacer, desde una visión de interés general e impacto social con miras al buen funcionamiento y progreso democrático.

Al respecto, el Instituto Electoral de la Ciudad de México (IECM) publicó en noviembre pasado el Informe sobre cultura cívica en la Ciudad de México, con el fin de analizar y potenciar la convivencia y la participación ciudadana.

Como primer hallazgo preocupante, señala que solamente 44 % de las personas encuestadas consideran que la democracia es el mejor de los regímenes políticos; es decir, menos de la mitad, cuando una de las bases de la legitimidad de la democracia es contar con la mayoría más uno. De hecho, entre las mismas personas encuestadas 60 % piensan que la Ciudad de México no vive una democracia.

Según el informe, la desafección por la democracia resalta especialmente la desconfianza en las instituciones por la corrupción. Sin embargo, prevalece un alto nivel de desconocimiento ciudadano sobre el funcionamiento y el papel de los mecanismos de representación o de participación.

Lo mismo ocurre en cuanto al conocimiento del propio estatuto en materia de derechos de la ciudad a través de su constitución política. Por ejemplo, 9 de cada 10 no saben cuántos diputadas y diputados componen el Congreso capitalino, y solamente 1 de cada 10 ha contactado a algunos de sus representantes políticos.

Cuando hay participación, se expresa de manera individualista y carece de vinculación social fuerte; es decir, es muy puntual y desvinculada de algún entorno comunitario permanente. Por ejemplo, entre las actividades con mayor participación se encuentran donar dinero a la Cruz Roja (49 %), ayudar a un desconocido (45 %) o donar alimentos, medicina o ropa en caso de desastre natural (42 %). Pero menos de un tercio no se ha organizado de manera comunitaria en caso de que un problema afecte a sus conocidos cercanos, y 56 % considera difícil organizarse con otros ciudadanos u otras ciudadanas en pro de causas comunes. Además, solamente entre el 5 y 7 % forman parte activamente de una asociación o un colectivo, y 56 % piensa que su comportamiento social no ayuda ni perjudica al progreso del país.

A partir de los datos recopilados, el IECM presenta la creación del Índice de Cultura Política Democrática, precisando en esta ocasión que 58 % de las personas encuestadas se encuentran en un nivel de “nada” o “baja” cultura política democrática en la Ciudad de México, capital de la democracia mexicana.

Es menester no solamente entender las problemáticas, sino también buscar e implementar soluciones que refrenden la noción y la significación de la palabra política, ya que más del 85 % le atribuye una connotación negativa; regresar a los orígenes etimológicos de la noción, con el propósito de que juntas y juntos hagamos una sociedad incluyente y solidaria.

Es urgente detonar acciones pertinentes, dinámicas y persuasivas, coordinadas entre autoridades locales, sector privado y sociedad civil, con el fin de fomentar la participación de la ciudadanía y demostrar sus beneficios para la democracia, así como para el bienestar social. Es peligroso pensar que la democracia es solamente una expresión electoral. La democracia necesita participación, espíritu crítico y solidaridad de todas y todos los que le dan vigencia y la viven.

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