Periodismo imprescindible Viernes 19 de Abril 2024

Doña Urraca 
y el Santo Grial

10 de Septiembre 2017
Foto: Especial
Foto: Especial

En el norte de España, muy cerca de Oviedo, Gijón y el Golfo de Vizcaya, se localiza León, una de las ciudades más hermosas de Europa, donde sobresale la arquitectura medieval y se pueden admirar impresionantes castillos. Pero si algo más llama la atención en esta ciudad, es el Museo de San Isidoro, una parada obligada para los turistas.

La visita al museo incluye el acceso al Panteón de los Reyes, conocido mundialmente como la Capilla Sixtina del Románico por sus elaborados frescos en un excepcional estado de conservación.

El museo muestra también una valiosa selección de piezas procedentes, en su mayoría, de donaciones reales, entre las que se encuentran el Arca de los Marfiles (siglo XI), la Arqueta de Limoges (siglo XII) y la Arqueta de San Isidoro (siglo XI).

También se puede conocer la excepcional biblioteca del museo, compuesta por más de 300 incunables, 800 pergaminos y 150 códices, siendo una de las piezas más destacadas la Biblia visigótico-mozárabe del siglo X. Asimismo, el visitante puede apreciar otros volúmenes de gran valor como la Biblia románica del siglo XII, el Códice Morales de Job, el Chronicon mundi y la obra de Santo Martino.

La visita al Museo de San Isidoro finaliza en el claustro románico más antiguo de España, donde se celebraron, al comienzo del reinado de Alfonso IX, las Cortes de León de 1188, cuyos Decreta (o Carta Magna Leonesa), han sido reconocidos por la Unesco como “el testimonio documental más antiguo del sistema parlamentario europeo”, lo cual concedió a León el distintivo de Memoria de la Humanidad y convirtió a la ciudad en Cuna del Parlamentarismo.

Sin embargo, a pesar de que cuenta con todos esos tesoros, desde hace tres años el Museo de San Isidoro se ha transformado en el centro de atención del cristianismo, pues de acuerdo con una investigación realizada por Margarita Torres y José Miguel Ortega, dos de los más reconocidos historiadores de arte medieval en el mundo, se asegura que en una de sus vitrinas se encuentra escondido (y a la vista de todos, paradójicamente) uno de los objetos más buscados por el hombre en los últimos dos mil años: El Santo Grial, la copa en la que Jesús bebió durante la última cena y que se manchó de su sangre cuando fue crucificado.

Ahora, la estrella del museo es una copa de madera recubierta con láminas de oro y decorada con piedras preciosas, que hasta hace poco era conocida como el cáliz de doña Urraca, por haber pertenecido originalmente a la infanta doña Urraca, hija del rey Fernando I.

Así, luego de la publicación de Los reyes del Grial, la enigmática joya de la orfebrería medieval pasó de exhibirse en una vitrina con el resto del tesoro del museo a brillar en solitario. Los visitantes se la encuentran ahora, entre exclamaciones de admiración, en el centro de una sala con temperatura controlada, protegida por cristales antibalas y cuidadosamente iluminada desde todos los ángulos.

Según el libro de Torres y Ortega, el Santo Grial se encontraba originalmente en la Iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén; luego fue enviado a Egipto y de ahí llegó a las manos del emir de la taifa de Denia (una ciudad árabe en España), quien se lo obsequió al rey Fernando I, el gobernante más poderoso de la península ibérica. El rey, a su vez, se lo heredó a su hija, doña Urraca. Para ponerlo en contexto, todo esto sucedió unos 450 años antes del descubrimiento de América.

La polémica y las acusaciones de fraude no se han hecho esperar, sin embargo, en el último año el museo de San Isidoro ha incrementado 50 % su número de visitantes, el libro ya va en su quinta reedición, los actores Jim Caviezel y María de Medeiros ya iniciaron el rodaje de esa historia para llevarla al cine, y hasta una pastelería local vende “chocogriales”, réplicas comestibles del cáliz de Cristo. 

*Periodista especializado en cultura.

@rogersegoviano.

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