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EDITORIAL

21 de Octubre 2017
Especial
Especial

Cada mes de octubre es lo mismo. Los monumentos se encienden con luces rosas, las campañas publicitarias se vuelcan en torno a los lazos del mismo color. En los medios, no puede faltar el bombardeo de cifras que buscan que tomemos conciencia de lo grave de la pandemia, pero ¿quién realmente se ocupa de hacer algo a fin de que el cáncer de mama deje de ser sinónimo de muerte para millones de mujeres –y miles de hombres– en el mundo?

Sí, tal como lo leyeron… hombres también. Y es que esta es una enfermedad que puede atacar a cualquier ser humano, sin importar su género. Si bien es cierto que las cifras tan bajas de casos detectados en varones los vuelven lo que se conoce como una “rareza médica”, lo cierto es que con una sola persona del género masculino que padezca este cáncer ya sería necesario que las campañas de prevención e información también se dirigieran a este sector.

Pero, más importante aún, al ser considerada una rareza médica, no se ha profundizado en las investigaciones en torno a los factores de riesgo de la población masculina. Encontramos entonces que, como en muchas ocasiones pasa, la falta de información y datos es el resultado del desinterés de la industria farmacéutica y médica en lo que no es su “mercado potencial”.

Sin embargo, no sólo el lado masculino del cáncer se ha invisibilizado, también otros aspectos alrededor del cáncer de mama en mujeres, como el manejo de las emociones tras una mastectomía, la recuperación de la confianza, el regreso al ejercicio pleno de la sexualidad.

Por otro lado, también hay que decirlo, existen políticas públicas que han funcionado, como es el caso del Seguro Popular que les ha permitido a mujeres de bajos recursos no sólo salvarse de lo que años atrás habría sido una muerte casi segura, sino que también les ha permitido conservar su patrimonio luego del tratamiento de este mal.

Por esto, y muchos otros aspectos poco abordados del cáncer de mama, en CAMBIO optamos por dedicar nuestra edición a compartir las historias de aquellas personas que han salido adelante, gracias a la resiliencia, y que han podido retomar su vida en cosas tan cotidianas como el mirarse al espejo igual o, incluso, mejor que antes.

Esperamos que tras conocer estas otras miradas alrededor del cáncer, dejemos a nuestros ojos ir más allá de la barrera color rosa y comencemos a comprender la enfermedad, a tener empatía con quienes viven con ella, a exigir más y mejores programas de salud pública con una perspectiva de derechos humanos y no discriminación y, sobre todo, a tomar en cuenta que esta es una circunstancia que puede ocurrirle a cualquiera, auque no necesariamente tiene que ser sinónimo de muerte. El cáncer de mama es mucho más que cifras de mortalidad. Detrás de cada número trágico hay muchas historias de vida, de lucha, de amor, de empatía, de fortaleza y de resiliencia.

Por ello, y porque es algo con lo que hay que aprender a vivir, les invitamos a informarse y, luego, a compartir esta información para que la sociedad aspire a hablar sin prejuicios del cáncer de mama.

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