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EDITORIAL: #HastaAquí

26 de Noviembre 2017
Elizabeth Palacios
Elizabeth Palacios

No hay justificación. Ninguna. Ni la más mínima. La violencia de género tiene que ser erradicada de nuestras vidas. No hablo de destruir, sino de deconstruir, un término que nos refiere más a desarmar estructuras que por años no fueron cuestionadas, para después crear y construir en conjunto nuevos paradigmas que garanticen una vida libre de violencia para las mujeres y las niñas.

Cada 25 de noviembre nos inundan las cifras de muerte, las historias de horror, la impotencia y el dolor. En esa fecha, la Organización de las Naciones Unidas decidió conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, sin embargo, pasan los años y las agresiones empeoran.

Como la desigualdad de género persiste en el ámbito global, es evidente que se requieren acciones concretas a fin de acabar con ella. Por ello, la ONU lanzó el llamado al activismo y ya no es sólo un día sino 16 en los que visibilizan esta devastadora realidad.

“Pinta el mundo de naranja” es el eslogan de la campaña 16 días de activismo contra la violencia de género, y en ese contexto, el equipo de CAMBIO se enfocó esta semana en buscar y narrar las historias de empoderamiento que existen detrás de los esfuerzos de muchas mujeres por poner un freno a la violencia con el propósito de reconstruirnos sobre nuevas bases sociales y culturales.

La tecnología se presenta como la gran aliada de las mujeres más jóvenes que decidieron tomar las herramientas digitales en sus manos para concretar acciones. Mapas georeferenciados, campañas publicitarias, hashtags, marketing digital, videos, redes sociales, economía colaborativa, plataformas de denuncia, aplicaciones móviles. Toda acción sirve, toda acción empodera. Lo importante es dejar de quejarnos y efectivamente decir que la violencia debe terminar.

Acabar con ella requiere esfuerzos enérgicos que combatan la discriminación profundamente enraizada, que a menudo es consecuencia de actitudes patriarcales y de las normas sociales que estas conllevan, como señaló el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, al informar acerca de la situación del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 5, referido a la igualdad de la mujer, en el marco del informe sobre los Progresos de la Agenda 2030.

Lo cierto es que ese avance es mínimo comparado con la gravedad del problema. Algunos números son simplemente inadmisibles. Según datos del citado informe, referidos a 87 países y recolectados entre 2005 y 2016, el 19 % de las mujeres de entre 15 y 49 años de edad dijeron que habían experimentado violencia física o sexual, o ambas, a manos de su pareja en los 12 meses anteriores a ser preguntadas sobre este asunto. En 2012, casi la mitad de las mujeres víctimas de un homicidio intencional en todo el mundo fueron asesinadas por su pareja o un familiar, en comparación con el 6 % de los varones.

Además, apenas la mitad de las mujeres de entre 15 y 49 años 
(52 %) que están casadas o viven en pareja toman sus propias decisiones en materia de relaciones sexuales consentidas, usan anticonceptivos y acuden a los servicios de salud. Esa estadística se basa en datos disponibles en torno a 2012 sobre 45 países, 43 de ellos de regiones en desarrollo.

Y es que no necesitamos hablar de violencia extrema para abordar el problema, pues las mal llamadas “sutilezas” enraizadas en nuestra cultura cotidiana son el principio de algo que crece como una bola de nieve. Por eso quienes creamos CAMBIO decidimos gritar, gritar con fuerza para frenar la violencia contra las mujeres: ¡Hasta aquí!

Estás a tiempo, faltan algunos días para la fecha establecida. Es momento de actuar.

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