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Editorial: ciudad feliz

24 de Marzo 2018
elitrtato
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Es época de descanso y reflexión. Muchas personas esperan ansiosamente estos días para escapar de su cotidianidad y huir de la ciudad, sin embargo, tal vez estén perdiendo la oportunidad de descubrir lugares y experiencias únicas aun en medio de la gran urbe.

Decidimos dedicar esta edición a las experiencias urbanas pues sabemos que las ciudades tienen un lado amable y, si no, pues podemos entre todos construirlo.

Así, esta edición fue diseñada con el propósito de llevarte de la mano en un recorrido visual y narrativo por esos rincones que también a nosotros nos sorprendieron –de una u otra manera– durante nuestra exploración de la geografía de la Ciudad de México.

Si no vives en esta ciudad, explorarla será sin duda algo memorable; pero si eres oriundo de esta gran urbe, esta es una invitación a mirarla con ojos nuevos.

Ser urbanitas apasionados va más allá del puro gozo. Caminar es el primer paso para rescatar la urbe. Apropiarnos de las calles pisando fuerte, volver a saludar al vecino, comprar en la tienda de la esquina, ayudar a los más vulnerables, subirnos a la bicicleta, bajarnos del auto, dejar de tener miedo del contacto con el otro, respetar las diferencias y olvidar los prejuicios, de eso se trata adueñarnos de esta ciudad, con toda su escala de grises.

Charles Montgomery, autor del libro Happy City: Transforming Our Lives Through Urban Design y fundador de la consultoría The Happy City, dice algo muy interesante:

“La ciudad no es simplemente un depósito de placeres. Es el escenario en el que luchamos en nuestras batallas, donde representamos el drama de nuestras propias vidas. Puede mejorar o corroer nuestra capacidad para hacer frente a los desafíos cotidianos. Puede robar nuestra autonomía o darnos la libertad de prosperar. Puede ofrecer un entorno navegable, o puede crear una serie de retos que nos desgastan diariamente. Los mensajes codificados en arquitectura y sistemas pueden fomentar una sensación de dominio o impotencia”.

Entonces sí, caminar y vivir la ciudad es importante, aunque también es cierto que hay ciudades donde los derechos de las personas que las habitan, particularmente cuando son peatones, han sido anulados debido a políticas públicas que favorecen el uso del automóvil, o a la falta de planeación urbana que les ha vuelto inseguras y poco disfrutables.

Un ejemplo de esto es la inexistencia de áreas verdes en las grandes urbes. Simplemente el agregar verde al paisaje vuelve a la gente feliz, la hace estar más tiempo en la calle, la motiva a hablar nuevamente con sus vecinos y, por ende, empieza un círculo virtuoso de felicidad pues la inseguridad se reduce cuando la gente se apropia de sus parques, banquetas y bajopuentes.

Por ello este recorrido arranca justamente en los bosques capitalinos. Montgomery me dijo algo que realmente me hizo sentir que escribir sobre el placer de ser feliz mientras caminamos por distintas ciudades tiene todo el sentido, puesto que todo está conectado. “Nacimos para movernos, no para ser transportados”, es lo que Charles me enseñó. Y ahora estoy convencida de que una ciudad diseñada con la finalidad de que la gente se mueva libremente será un lugar habitado por personas más felices.

No importa si es para recorrer iglesias, museos, cantinas o cines olvidados. Salgamos a la calle, dejemos el smartphone en casa y volvamos a ser sólo caminantes urbanitas en busca de identidad. Dejemos que la ciudad nos abrace y luego, con todas nuestras fuerzas, abracémosla también. No hay rescate posible de lo que no

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