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Editorial: ¿cómo queremos querernos?

11 de Febrero 2018
elitrtato
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¡Ah, el amor! Esa aparente obsesión que compartiremos todas las generaciones por los siglos de los siglos o… ¿no? Y es que si bien cada 14 de febrero nos siguen inundando con corazones rojos y flores rosas en el ambiente, la realidad es que el amor romántico comienza a ser seriamente cuestionado.

Y es que monogamia, matrimonio, compromiso y felices por siempre parecen términos que hoy en día se nos van directo al baúl de la abuela. Vivimos los tiempos en los que el “me gustas” inicia con un like para tu foto de perfil; el compromiso se reduce a cambiar tu estatus de soltero a “en una relación”; la pasión se puede verter en infinitas conversaciones candentes por WhatsApp; y con el sexting se le gana, por un día al menos, la batalla a la infidelidad carnal.

Dicen que el amor ahora se demuestra no compartiendo la vida, sino el password de tu smartphone. ¿Qué tan cierto es esto?, ¿qué tanto nos estamos ocultando del amor verdadero cubriéndonos con encuentros superficiales y efímeros? Pues nos lanzamos a preguntar a las personas y a meternos hasta las entrañas de su vida amorosa.
Por ello, y de manera abiertamente provocadora, iniciamos con las confesiones de un millennial infiel que pregunta “¿Quién dijo que sólo se podía amar a una persona a la vez?”, para luego adentrarnos en las historias de aquellos que han comenzado –o terminado– una relación amorosa gracias a las redes sociales.

Y en un mundo disruptivo, donde las familias diversas cada vez son más, en donde el poliamor va ganando terreno y los príncipes azules de las chick flicks pierden credibilidad a pasos agigantados, nos damos la oportunidad de escuchar las historias de quienes han sobrevivido la sobredosis excitante del enamoramiento para llegar a la etapa del amor maduro, cotidiano y real, en cualquiera de sus manifestaciones.

Somos humanos, nos gusta amar y ser amados. La pregunta que hoy flota en el aire es ¿cómo queremos querernos? Los amores posesivos, enfocados en el control sobre las libertades del otro, tal vez son justo los que están dejando de tener sentido.

Podemos querernos bonito, o podríamos hacerlo si entendiéramos que el amor no se compra ya hecho, como lo hacemos con la caja de chocolates con moño que regalaremos este día de San Valentín. Que incluso hablar de “el amor” en singular es algo completamente alejado de la realidad porque los amores hoy en día son eso, plurales y diversos, tanto como cada una de las personas que quieren dejar su vida en el intento de amar, o las que, simplemente, quieren dejarse llevar, sin apostar por el futuro.

Lo cierto es que, por muchas historias de amor que hayamos leído, por muchas películas con las que hayamos llorado mientras comemos litros de helado, a veces el amor no basta para afianzar una relación sólida y duradera entre dos –o más– personas.

El amor, como explica el psicoterapeuta Demián Bucay en su Manual para estar en pareja, tal vez es sólo un ingrediente más de los que la receta de las relaciones felices requiere. Confiar en que únicamente el puro amor nos llevará en vuelo directo a la felicidad eterna es hoy en día no sólo ingenuo, sino inverosímil. Formar una pareja –o una relación poliamorosa– es apenas el primer paso de una larga carrera de obstáculos. A las mujeres, por ejemplo, nos enseñaron a que nuestra vida girara en torno al amor –a la pareja, a los hijos, a la familia–, por eso tal vez es el momento de ponernos a pensar si la manera en la que hemos definido nuestras prioridades nos ha llevado a donde hemos querido estar, ¿ustedes qué piensan?

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