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Editorial: ¿existe la paz sin justicia social?

18 de Febrero 2018
elitrtato
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Como cada año, este 20 de febrero se conmemora el Día Mundial de la Justicia Social, y por ello nos dimos a la tarea de crear una edición especial dedicada a este tema. Sin embargo, al comenzar la exploración y planeación de este número nos dimos cuenta de algo importante: poca gente entiende este concepto y su vínculo con el desarrollo sostenible del que tanto se habla. De ahí que empezamos por lo básico y tratamos de explicarlo con manzanas.

La Organización de las Naciones Unidas nos dice que “la celebración del Día Mundial de la Justicia Social busca apoyar la labor de la comunidad internacional encaminada a erradicar la pobreza y promover el empleo pleno y el trabajo decente, la igualdad entre los sexos y el acceso al bienestar social y la justicia social para todos”.

El organismo reconoce entonces que la justicia social es un principio fundamental para la convivencia pacífica y próspera, dentro los países y entre ellos. El logro de esta justicia social está también estrechamente vinculado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Así, encontramos que la búsqueda de la justicia social universal también es clave si deseamos mantener lo que todas las aspirantes a Miss Universo piden en sus discursos, igual que lo hacen los jefes de Estado: paz mundial.

Pues sí pero, ¿existe la paz sin desarrollo humano?, ¿podemos pensar en sociedades que velen por la vida pacífica, cuando ni siquiera han sabido empoderarse desde la dignidad?

En México estamos a punto de ejercer el voto con la finalidad de elegir nuevos gobernantes, en todos los niveles. Lo mismo pasará en otros países de Latinoamérica, siendo Venezuela y Colombia los más preocupantes dadas las condiciones de crisis económica, política y social que ambos arrastran. Y México no está lejos de esas realidades.

Vivimos en Latinoamérica, la región más desigual del mundo según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). La crisis mundial de desigualdad –especialmente visible en los últimos años, tras la debacle económica y financiera de 2008 y 2009–, enciende ahora focos rojos pues crece a un ritmo alarmante, y con ello revela un grave riesgo para el crecimiento económico, la lucha contra la pobreza y la estabilidad social. Y claro, a eso hay que sumarle que el incontrolable desarrollo desigual ha colocado al planeta en un punto de quiebre que también nos tiene al borde de una catástrofe ecológica.

El impacto destructivo de la extrema desigualdad sobre el desarrollo sostenible y la cohesión social es evidente en América Latina y el Caribe. Aunque la región ha logrado reducir la extrema pobreza durante la última década, sigue mostrando niveles altos de desigualdad del ingreso y de la distribución de la riqueza, que han obstaculizado el crecimiento sostenible y la inclusión social.

En nuestra región, reconoce la Cepal, “la desigualdad está impidiendo retornar a una trayectoria de crecimiento inclusivo, ante un entorno exterior desalentador”.

El camino es largo, no obstante, ya no podemos seguir con la venda en los ojos: no hay desarrollo sostenible sin justicia social y por ello, tanto la Cepal como la ONU recomiendan apostar por reformas a los sistemas tributarios en la región; apoyo a emprendimientos e inversiones ambientalmente responsables; y reformas a fin de garantizar trabajo digno, acceso equitativo a oportunidades de educación, acceso a la salud y los servicios sanitarios, equidad de género y erradicación de la discriminación.

¿Suena fácil? ¡Al contrario!, el reto es titánico, por eso se requiere la participación de todas las personas, desde lo individual para permear a lo general.

Estas historias, las que aquí puedes leer, son apenas botones de muestra de cómo los granos de arena pueden formar playas. Esperamos que te resulten tan inspiradoras como a nosotros y te lleven a pensar en cuál será tu propio papel en esta gran batalla contra la desigualdad. Hoy no se trata sólo de ser buenos. El desarrollo que todos necesitamos se trata, sobre todo, de ser justos.

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