No es la primera vez que tratamos el tema del juego en CAMBIO, y sobre todo, no será la última. ¿Por qué nos importa tanto? Simple: porque nos interesa la felicidad de las personas, y es preocupante que la sociedad esté relegando el papel sanador y educativo que el juego tiene, mismo que no es exclusivo de la infancia.
¿Cuántas veces hemos querido olvidarnos de todo y volver a brincar los charcos como lo hacíamos en la niñez?
Jugar es importante en nuestra vida y en el manejo de nuestras emociones. Una persona vinculada al juego podrá siempre gobernar mejor sus frustraciones, éxitos y fracasos y, sobre todo, será una persona que pueda seguir reglas, diseñar estrategias y trabajar en equipo para lograr sus metas.
Sin embargo, a veces, cuando nos volvemos adultos y nos convertimos en padres, madres, tíos o tías, olvidamos todo esto y nos enfocamos en llenar a los niños y las niñas que nos rodean de juguetes o dispositivos electrónicos, sin tomarnos ni un minuto para jugar juntos.
Por eso, y como sabemos que por ahí ya andan las reinas y reyes magos buscando lo que les pidieron en las cartitas, esta edición está dedicada a los juguetes.
Lo primero que tuvimos que aceptar cuando comenzamos a planear el contenido de este número de CAMBIO fue que muchos de nosotros pertenecemos a una tendencia que cada vez toma más fuerza: los kidults, es decir, adultos que gastan mucho dinero en comprar juguetes de colección. Algunos lo hacemos por nostalgia, otros porque tuvimos carencias en la niñez y otros simplemente por placer, por satisfacción inmediata.
Pero cuando uno de nosotros contó que tuvo todos los juguetes que pidió –y más–, y que siempre había sentido que eso era una compensación por la falta de atención y tiempo de su madre, supimos que también había que explorar el tema de los excesos, las culpas y las compensaciones que muchas veces se asocian al ambiente del juguete.
Evidentemente, los roles de género impuestos a determinados juguetes también era un tema que nos preocupaba, por ello, una de nuestras colaboradoras comparte su experiencia materna y los obstáculos que ha tenido que librar para educar a su hija con una perspectiva de género en algo tan cotidiano como los juegos y los juguetes.
Explorar las nuevas tendencias, los gadgets y los videojuegos era algo que también queríamos hacer, sobre todo porque en el mundo de los padres, madres y profesionales de la educación hay una especie de satanización de la tecnología, sin embargo, no podemos negar que para los niños y las niñas del 2017, los dispositivos, los juegos en línea y los juguetes electrónicos avanzados son parte de su realidad. Negarlo sería pretender mantenerlos aislados de su propia era.
Por ello investigamos, por un lado, con especialistas que están en contra del exceso de uso de videojuegos y, por otro, con quienes sostienen que jugar en línea puede ayudar a niños y niñas a desarrollar competencias que otras generaciones no tuvimos.
Como siempre, lo que buscamos en CAMBIO es provocar reflexiones en ustedes, nuestros lectores y lectoras, y por tal motivo, además de desearles un año lleno de buena suerte, salud, dinero y amor, les hacemos una invitación… ¿jugamos?
