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Editorial: oficios y profesiones sin prejuicios

04 de Marzo 2018
elitrtato
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Se acerca el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, y la Organización de las Naciones Unidas ha enfocado la conmemoración este año en cómo las activistas rurales y urbanas transforman la vida de las mujeres.

En los últimos meses, y a raíz de movimientos en los que se ha hecho un llamado a denunciar la violencia y el acoso, las mujeres hemos tomado la voz para hablar de cosas que antes eran impensables, como el acoso sexual en el contexto laboral.

El movimiento #MeToo puso a hombres poderosos de la industria del entretenimiento, el deporte y el cine en el ojo del huracán ante las denuncias que empezaron a caer en cascada. Lo anterior nos obliga a retomar la discusión en torno a los principales problemas con los que las mujeres hemos tenido que cargar por generaciones: la desigualdad, la discriminación y la violencia.

Sin embargo, esto no empieza cuando una mujer es agredida, sino mucho antes. Si como sociedad no cuestionamos las estructuras desiguales creadas y evidentes en temas como la educación, el acceso a la salud o el trabajo, será difícil arrancar el problema de raíz.

Por ello, esta edición está enfocada en los cambios que debemos ocasionar; por ejemplo, la eliminación de los prejuicios de género en torno a los oficios y las profesiones.

En esta edición buscamos las historias de aquellas mujeres que, tras aprender un oficio tradicionalmente asociado a lo masculino, no sólo han logrado tener un ingreso digno, también han roto con el círculo vicioso de la dependencia económica y la violencia.

La ciencia y la tecnología también son una asignatura pendiente, pues la brecha de género en esas áreas del conocimiento sigue siendo amplia.

Encontrar historias inspiradoras de mujeres que se han abierto paso en profesiones científicas es clave para que las niñas y jóvenes se atrevan a romper los estigmas y apuesten por carreras como la ingeniería, la astronomía o la informática avanzada. Por ello, entrevistamos a la mujer mexicana que logró llegar a la NASA. Y es que, ¿quién se empeñó en hacernos querer ser princesas y no astronautas?

Hablar de equidad de género no es hablar sólo de mujeres, sino de una sociedad incluyente que respete los derechos de todas las personas. Elegir qué estudiar, más allá de los prejuicios de género o clase social, debería ser el camino para apostar por el desarrollo humano y económico del país.

México tiene una tasa de empleo baja porque la tasa de empleo de mujeres también es baja: 45.1 %; lo que significa 14.3 puntos porcentuales menos que el promedio de los países de la OCDE (59.4 %) –y sustancialmente menor que en Brasil (53.8 %), Chile (51.9 %), y Colombia (56.0 %).

Se necesitaría estar ciego para no darse cuenta de que esta baja participación femenina en el mercado laboral es un problema económico, un freno al desarrollo del país. La OCDE estima que una reducción de 50 % en la brecha de género respecto a la participación laboral generaría US $1 100 adicionales al PIB per cápita en 2040. Entonces, ¿urge o no terminar con la discriminación y la exclusión de género en el ámbito laboral?

A esta brecha debemos sumar que en nuestro país la educación parece ir varios pasos atrás del desarrollo empresarial y tecnológico; por tanto, estudiar ha dejado de ser una garantía para encontrar un empleo, y contratar egresados de las mejores universidades tampoco asegura que esas personas tendrán las competencias que las industrias demandan.

¿Qué profesiones se necesitan en el presente y en el futuro? ¿Cómo el ser profesional independiente o emprendedor puede ser una alternativa si no cambiamos hábitos como la cultura de los pagos tardíos? ¿Cómo manejaremos temas como la energía, el agua o los residuos en las ciudades sostenibles que necesitamos diseñar para sobrevivir? Estas son sólo algunas de las preguntas que tratamos de responder con las historias que contamos en estas páginas.

Por ello, sin dejar de lado ni restar mérito al activismo, también es importante reconocer la labor de las emprendedoras, científicas, educadoras y ciudadanas que trabajan a diario a fin de abrir nuevos espacios laborales en condiciones de equidad, porque el impacto del rezago económico derivado de la brecha de género nos pasa una cara factura a todas y todos.

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